domingo, 14 de enero de 2018
«Guardia Nacional, López Obrador dispara sin mirar a dónde», por Federico PONCE


«Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, ciegos que ven, ciegos que, viendo, no ven», José Saramago

Por Federico PONCE, para SudaméricaHoy

Empezamos un año complejo, retos inéditos en un terreno político distinto y diverso en escenarios poco o nada explorados.

Las precampañas políticas están rubricadas por el desaseo, el insulto, la difamación y el agravio. No sólo no han permeado sino que han hartado a la ciudadanía generando un rechazo generalizado de estas celadas de política barata y vulgar.

En este oscuro escenario, las hipótesis propagandistas de AMLO (Andrés Manuel López Obrador) han creado el “espejismo” de ser las únicas propuestas surgidas de esta suciedad, viejas ideas, muchas de ellas arrastradas desde hace años de campaña en las que ha aprendido las trampas que hoy aplica con maestría.

El ya seguro (una vez más) candidato presidencial de Morena AMLO, es el puntero en esta carrera electoral, situación que provoca mucha inquietud entre inversionistas mexicanos y extranjeros, los proyectos de inversión se retrasan en temas tan importantes como el turismo, en espera de los resultados de la elección.

Ofertas electoreras como la venta del avión presidencial, la cancelación, ya en marcha del nuevo aeropuerto de la CDMX, cambios en la reforma energética, la reforma educativa, construcción de refinerías y de universidades, etc. inquietudes también en la ciudadanía consiente y responsable sobre la gran problemática que nos aflige a todos los mexicanos, nos mueven seriamente a la reflexión sobre el destino del voto.

El espejismo planteado por López Obrador en torno a la seguridad pública, interior e incluso nacional, no sólo suena irrealizable (tema tratado magistralmente por el ex PGR, Ignacio Morales Lechuga en su reciente artículo) sino que exacerban la realidad de una situación gravísima que hoy lacera al país: La inseguridad.

Cuando AMLO se refiere a la “amnistía”, a la “Guardia Nacional” o a la temporalidad, tres años para resolver el problema, no calcula o, si, la imposibilidad de su realización.

Me refiero a que cuando espeta estas ocurrencias o puntadas como han sido calificadas popularmente, no calcula que estas promesas no son unilaterales y que el Congreso de la Unión, las legislaturas y en su caso la Suprema Corte, son los equilibrios que impone la democracia a la legalidad.

En el caso de la Guardia Nacional, la propuesta viola el pacto federal y atenta contra los orígenes y razón de las Fuerzas Armadas, entre otras muchas cosas y no resolvería el problema, mucho menos, en los plazos por él ofertados.

En nuestra nación encontramos desde 1812 y así sucesivamente hasta 1917, los principios innegables de la naturaleza constitucional de la Guardia Nacional: Fuerza temporal, formada por ciudadanos para enfrentar eventualidades, reservando a la ciudadanía que la formen jefes oficiales y a los Estados la facultad de instruirla. La reglamentación quedaría, en todo caso, a la Federación.

Hay varios ejemplos de tipo de Guardia Nacional. Desde EEUU, toda un área de vasta experiencia, funcional y organizacional, hasta las Guardias Nacionales en el continente.  La raíz filosófica de estos cuerpos es que su propósito político estratégico es la Seguridad Interior y deja la Defensa Nacional a los ejércitos de potencias con capacidad de despliegue operacional regional o global; en nuestro caso y mi personal opinión, dicha “ocurrencia” solo beneficiaría, si fuera posible a los vecinos del norte que por supuesto, no ven a las FFAA mexicanas a la altura sin considerar que son las mejor preparadas hoy por hoy y que han sido un eficiente muro de contención a la inseguridad.

La reforma constitucional de diversos artículos de nuestra Carta Magna (incluido el art. 13 que se refiere a la Jurisdicción Militar) implica desde luego que sea aprobada por el Constituyente Permanente. Es decir, la suma del Congreso de la Unión con el voto de las dos terceras partes de los individuos presentes y con la mayoría de las legislaturas de los Estados. Estas mayorías no las podrá alcanzar MORENA, simplemente por razones numéricas. Luego, en todo caso, si se lograra una reforma monstruosa como ésta, ¿Cuánto tiempo tomaría y más aún cuanto tiempo llevaría implementarla? Hay que agregar también las leyes secundarias, trabajo legislativo y operativo que desde luego toma mucho más de tres años para alcanzar los primeros resultados.

Peor panorama para la amnistía, aunado a los obstáculos ya mencionados, en esta hipótesis el dolor, la desconfianza y el resentimiento social de las víctimas sería inimaginable e irreparable. Los victimarios disfrutarían de impunidad absoluta y enfrentaríamos el temor de la reincidencia aún más grave de delitos imperdonables.

La seguridad que exige nuestro país es ingente y debe actuarse con responsabilidad, decisión y en acatamiento estricto del marco jurídico, sin olvidar que en esta materia México tiene compromisos internacionales estipulados en Tratados sancionados por el Senado de la República y que le dan el nivel de norma suprema.