jueves, 13 de febrero de 2020
«La fuerza de la razón», por Federico PONCE ROJAS

“Ante las atrocidades tenemos que tomar partido. El silencio estimula al verdugo” Elie Wiesel.

Por Federico PONCE ROJAS, para SudAméricaHoy

La violencia en la que está inmerso el país, resultado de la impunidad, cobra vidas de manera atroz, vulnera instituciones, mina la democracia y tiene sumida a la población en el terror que, sin embargo, rechaza aceptar este fenómeno como algo ordinario
La sola lectura de atrocidades diarias cometidas en agravio de todos y de todo, nos mantiene en estado de alerta, con miedo de ser víctima de éstas al ser parte de una sociedad permeada por la violencia.
El año pasado fue atroz, el número de homicidios dolosos fue escandaloso y a ello hay que tomar en cuenta la forma en que son cometidos, la saña y la crueldad son el común denominador.
Este año no se augura mejor, la masacre sucedida en Uruapan de niños y jóvenes que se encontraban en un salón de videojuegos o la ejecutada en un jaripeo en Iguala, heridos y muertos, (dos de los cadaveres mutilados), destrozos en la caseta de cobro en Tlalpan por normalistas de Ayotzinapa, autobuses de pasajeros y choferes secuestrados; ayer la muerte de una familia con 5 miembros en Guanajuato y 6 personas asesinadas en un baile en Durango.


Solo en el mes de enero pasado se cometieron más de 2300 asesinatos, la lista es interminable, hechos que dan cuenta del clima de terror que se ha adueñado de la paz, la tranquilidad y la seguridad de nuestro país.
En este clima de zozobra no se escapan los órganos constitucionales autónomos de la violencia política que busca socavarlos, contrapesos necesarios en una democracia republicana como la nuestra.
Su creación obedece entre otros factores, para que sus facultades se ejerzan libremente sin influencias o presiones y de acuerdo a sus propias normas, en periodos ciertos distintos a los del ejecutivo.
La violencia política en contra del INE, BANXICO, COFETEL, INEGI, IFETEL son del dominio público.
La Fiscalía General de la Republica (FGR), objeto también de la violencia política, defiende su autonomía cabalmente por su titular, violencia que se extiende con limitaciones presupuéstales, restringiendo sus capacidades institucionales de investigación y persecución de los delitos ante este inédito crecimiento de la incidencia delictiva; recursos necesarios para orquestar planes y acciones que logren “desarticular las organizaciones criminales” y poder cumplir su encomienda constitucional en la lucha contra el delito.
Caso muy lamentable la reciente designación espuria de la titular de la CNDH. Esta fórmula es también violencia política.
¿Como combatir las Violaciones a los derechos humanos desde la ilegalidad? Expresiones execrables de violencia física brutal y política son los embates inaceptables en contra de la UNAM que con aviesas intenciones pretenden anular su autonomía.
Planteles en paro, intentos de tomas de rectoría y otras instalaciones para aumentar el número de planteles que hoy suman 16, que con extrema violencia lesionan personas y destruyen instalaciones, bajo pretexto de legítimos reclamos, la violencia los hace ilegítimos e ilegales.
La violencia de género, el acoso sexual y la inseguridad, son sin duda exigencias que deben atenderse con inmediatez y que requieren del concurso de todos, pero particularmente de las autoridades responsables de investigar y actuar en consecuencia contra estos grupúsculos, “no basta con lamparearlos (sic)o denunciar la mano negra” ; se requiere una indagatoria profunda de todo lo que rodea esta violencia brutal, la autoría intelectual, financiamiento y ejecución, para proceder con la fuerza de la razón y la ley, para eliminar estos agravios a la educación y cultura que tanto ha dado a Mexico, la máxima casa de estudios
Sensata y conciliadora la actitud tomada en estos eventos por el Rector Graue y el director de la Facultad de Derecho Raul Contreras, que en unión de respetables docentes resistieron valientemente los agravios y la extremada violencia de embozados, que al amparo del anonimato, pretendían tomar la Rectoría y la Facultad dedicada a transmitir el conocimiento del derecho, el respeto y obediencia de las leyes que todo estado civilizado requiere.