viernes, 22 de septiembre de 2017
Los rostros del desastre

Vivimos, como el resto del planeta, una coyuntura decisiva y mortal, huérfanos de pasado y con un futuro por inventar. La Historia universal es ya tarea común. Y nuestro laberinto, el de todos los hombres.
El Laberinto de la Soledad
Octavio Paz.

Por Federico PONCE ROJAS, para SudAméricaHoy

Un México enlutado que no se rinde y que lucha cobijado por una enorme solidaridad ante el brutal embate de una naturaleza enfurecida, que se duele del daño constante que sufre a manos de «la «civilización «.
Días recientes que han ensombrecido al mundo, desastres naturales que no dan tregua y que se suman a la inquina humana en guerras insensatas, terrorismo bestial, delincuencia imparable, mezquindad humana ataviada de política corrupta e impune.
En junio pasado Trump se mofaba del calentamiento global (en 2009 llamaba a su combate) y sacaba del Acuerdo de París a EE.UU.
El 24 de agosto el Huracán Harvey azotaba las costas texanas y devastaba Houston (más de 40.000 casas dañadas) poco después Irma ( la tormenta más poderosa del Atlántico de los últimos años que dejó daños billonarios en la Florida ) y ahora María con su trayectoria de destrucción en el Caribe, destrozó Dominica, Antigua y Barbuda, al tiempo que Trump declara un enorme desastre en el Estado Libre Asociado a EE.UU. Puerto Rico y ordena fondos federales para su recuperación este ya enfilaba a Rep Dominicana y Bahamas.
México no terminaba de hacer recuento de pérdidas humanas y materiales ocasionadas por el terremoto de 8,2 grados Richter, el más poderoso registrado en los últimos cien años, el pasado día 7 en Chiapas, Tabasco y Oaxaca,
A la dolorosa perdida de vidas humanas y daños materiales se sumó la ignominia de millones de mexicanos que viven en situaciones precarias que habiendo perdido esa miseria callada y lacerante, perdían todo y la nada se adueñaba de su futuro.
Con la pesadumbre de la muerte y la devastación, México tímidamente celebraba sus fiestas de independencia, ensimismados con la máscara de la sonrisa (escribiría Paz) celebración parca que no podía omitirse, más bien recuerdo de héroes que nos dieron «Patria y Libertad» mientras tantos otros héroes anónimos, volcados con el corazón apasionado rescataban vidas de los escombros, curaban heridos o alimentaban a los hambrientos no sólo de alimento también de seguridad, sedientos de agua y de justicia, en este México nuestro de laberintos, ese del «laberinto de la soledad» que muchísimos mexicanos estamos empeñados en abandonar.

El juego trágico de los dioses, de aquellos que llegaron del Aztlan, no se hizo esperar y el 19 de septiembre pasado, como maldita profecía la tierra rugía en cruento recuerdo de lo que ya había cobrado hace 32 años.
Con más furia, desdeñando la cultura de la prevención, (un par de horas más tarde de haberse realizado un simulacro) asienta el golpe mortal de un México que ya se dolía intensamente con la pérdida de sus niños, de sus viejos, de sus mujeres, de su gente, de sus esperanzas e ilusiones.
La respuesta fue la solidaridad de la gran mayoría de mexicanos que se volcaron en muestras de apoyo hasta la extenuación. «El Laberinto de la soledad» quedaba atrás y daba paso a la ayuda de tantas naciones amigas.
El lado oscuro, muy menor por cierto, lo fueron aquellos sujetos que se aferran a su orfandad moral y afrentan la noción más elemental del humano. No dejaron pasar la oportunidad de aprovecharse del miedo colectivo, de la incertidumbre, vamos de la pesadumbre de la muerte y dejaron correr su miseria de alma, cometiendo delitos con clara traición a la solidaridad que se vive en estos momentos de dolor indescriptible.
La sociedad entera los repudia, tanto como a aquellos «luchadores sociales» que en tiempos de tranquilidad bloquean las calles y destruyen comercios, que agreden a las fuerzas del orden y se esconden en el anonimato, injuriándolos sin razón.

Hoy vemos a mexicanos cargar piedras mano a mano.La sociedad, dolida, reconoce que sin su esfuerzo y entrega muchos más habrían muerto.
¿Donde estaban los que protestan contra un mejor sistema de educación, cuando Oaxaca se desgarraba en el pánico y el dolor, cuando poblaciones enteras dormían a pie de calle junto a sus destruidas viviendas, modestas si pero había que cuidarlas del pillaje y él despojo?  Así como hacen mítines, mitos y mitotes (Vasconcelos) pudieron haber ayudado a este enorme pueblo. ¡Cuántas vidas más se hubieran salvado!
«Mientras -según ellos- los represores soldados ayudan a la población ¿ Dónde han estado ustedes, bola de sin vergüenzas de la Sección 22 de la CNTE que no se han molestado ni siquiera en levantar un escombro? (Fragmento de la carta dirigida a la Sec 22 del CNTE por carlos Alazraky.
La gran lección de estos desastres es que somos en mayoría un pueblo unido, con un espíritu y moral de fortaleza que no permite y no deja que sus hermanos sufran y mueran, sin antes entregar todo.