EL VIDEO
Discurso de Gabriel Boric
El resultado más viable -y menos malo- en las elecciones de Estados Unidos es que gane la demócrata Hillary Rodham Clinton. En ese caso, viviremos en México un escenario menos adverso. Serán dos años en los que la imprudente visita de Donald Trump a México habrá de tener consecuencias para nuestro país.
Clinton buscará el cumplimiento de sus promesas de campaña con un giro político más hacia la derecha para tratar de nivelar lo que los estadounidenses han etiquetado como la política de izquierda seguida por Barak Obama.
La demócrata se ha mostrado crítica del Estado mexicano en los temas de derechos humanos, corrupción e impunidad. En su condición de Secretaria de Estado recomendó recortar fondos de la Iniciativa Mérida (Tratado Internacional de seguridad entre Mexico, E.U.A. y Centroamérica para combatir el narcotráfico y el crimen organizado ) para destinarlos al sistema judicial.
Clinton no se ha mostrado favorable a los Tratados de Libre Comercio. Como senadora votó en contra de estos con Centroamérica y podría intentar renegociar con Canadá y México el TLC. Es una posibilidad probable. En sus tiempos de senadora el argumento fue que se le privaba de empleos a los menos calificados en su país.
Ahora bien, la propuesta del paquete económico resulta más positivo. Se apoya en mayor gasto y sumado a un ordenado proyecto que permita la inmigración extranjera, beneficiaría al tema migratorio mexicano aunque con ciertos candados.
Hillary Diane Rodham Clinton reiteradamente ha expresado su rechazo a separar familias de inmigrantes y propone una «reforma migratoria incluyente, comprensiva, que tenga como objetivo final la ciudadanía completa y equitativa ( bastión de voto)
De los males, Donal John Trump es el peor escenario. Ni duda cabe. Su llegada a la presidencia provocaría un golpe mayúsculo, a la economía de los dos países, la recesión no se haría esperar y el primer afectado sería México.
La relación económica es quizá la más fuerte entre los dos países de América y las consecuencias macroeconómicas serían para ambos.
El Republicano asegura que, de ganar, renegociaría el TLC de inmediato, imponiendo un impuesto de, al menos, el 35% a las importaciones de México. Desde luego, el sector más afectado sería el automotriz, integrado totalmente en México a la red de producción. Pero el consumidor en EU se resentiría severamente de este impuesto de igual manera.
El empresariado mexicano tiene «temor fundado” de que más de quinientas empresas se verían afectadas, como resultado de las medidas anunciadas por Trump de llegar éste a la presidencia.
La amenaza de embargar las remesas que los mexicanos envían a nuestro país y que suman cerca de los veinticuatro mil millones de dólares al año, para pagar los gastos del tan anunciado muro, dejarían un vacío económico irreparable (nadie sabe a ciencia cierta cuanto costaría la mentada construcción). En otras palabras, las medidas anunciadas absorberían más del 3.5 % del PIB, según el Banco de México (Banco Central)
La relación peso dólar ha sido el mejor termómetro en esta campaña. Cada vez que Trump aumenta su ventaja, la moneda mexicana pierde su valor. Se calcula que la paridad hoy de $19.00 pesos por dólar caería hasta $25.00 pesos o más de ganar la carrera presidencial el republicano.
Está claro que los inmigrantes no tendrán respeto a sus derechos humanos y su intención de expulsar a más de once millones de mexicanos no solo afectaría a México aumentando la economía informal. Haría cara, mala y hasta escasa la productividad de muchos sectores estadounidenses.
México ha anunciado, a través del Banco de México y la Secretaria de Hacienda, que ha estructurado un plan de contingencia (sin dar detalles) ante la eventualidad de que ganara Trump. El Director del Banco de México se refirió a la posibilidad de una victoria del republicano como una catástrofe de tal magnitud que equivaldría a un «poderoso huracán mayor a categoría cinco» y que la nación «estaría mejor con Clinton».
Ante este panorama desalentador, no podemos soslayar que dentro del complejo sistema político estadounidense, el Congreso es la fuerza que esta particular democracia necesita para equilibrar, e incluso disminuir, el poder presidencial.
En el caso del Senado de los EU, está compuesto por cien miembros con mandatos de seis años y posibilidad de reelección. La cámara se renueva por tercios cada dos años, por lo que el 8 de noviembre también se votará para renovar un tercio de la misma.
Este cuerpo legislativo aprueba o rechaza a las personas designadas por el presidente para puestos en el poder Ejecutivo y Judicial. En el caso de los Tratados deben ser ratificados por esta Cámara.
A lo anterior habrá que sumar las facultades de la Cámara de representantes (435 miembros que sirven por un bienio) contenidas en el Artículo primero de la Constitución de Estados Unidos, lo cual representa un verdadero dique de contención para el poder del Presidente.
Al momento de escribir estas lineas, los mexicanos rezan por Hillary Clinton que alcanza 265 votos electorales frente a 206 de Donald Trump. Hay en juego 65. La demócrata parece estar dando el último estirón en la recta final de las urnas y acaricia la Presidencia.
Dicho esto, no es un dato menor que, en simultáneo, los pronósticos de las elecciones en el Senado anticipen que los demócratas alcanzarán el 60 % de los escaños y que Chuck Schumer por NY será el líder de este partido.