sábado, 27 de enero de 2018
«México y el voto limpio», por Federico PONCE ROJAS

“Se puede engañar a parte del pueblo parte del tiempo, pero no se puede engañar a todo el pueblo todo el tiempo”.
Abraham Lincoln

México.Por Federico PONCE ROJAS, para SudAméricaHoy

En el panorama electoral parece más lejana la posibilidad de que los aspirantes a la presidencia de la República obtengan un voto limpio. La oferta no ha podido concretarse en planteamientos serios y de fondo para la obtención del bien común, fin último del Estado.
Retomo el tema de la seguridad o mejor dicho de la “inseguridad”. Las expresiones de todos y cada uno de los aspirantes hasta hoy para combatir este fenómeno resultan políticamente alarmantes e imposibles de llevar a cabo en los plazos ofrecidos (amnistías, perdones, indultos, guardia nacional, etc.). En otros, de resolución tortuosa y prolongada debido al procedimiento legislativo en la que cada una de las fracciones políticas lleva su propia agenda, tiempos e intereses y finalmente el arribo al poder judicial como en este momento ha sucedido con la Ley de Seguridad Interior.
La SCJN (Suprema Corte de Justicia de la Nación) recientemente ha determinado inconstitucional la facultad de procuradurías y/o fiscalías para acceder a cuentas bancarias sin la autorización previa de un juez determinando por unanimidad que la Ley de Instituciones de Crédito viola el derecho humano a la vida privada justo en el momento en que uno de los precandidatos establece golpear a la delincuencia en su capacidad económica.

El nuevo sistema de justicia penal no ha dado respuesta al grave problema de la inseguridad.Éste merece una revisión a fondo y en su caso reestructuración. La promesa de terminar con este flagelo en un periodo de tres años es inadmisible e insostenible, los mecanismos legales que hoy se tienen para su combate deben ser revisados integralmente desde el marco constitucional hasta leyes secundarias. Los bienes jurídicamente tutelados en muy pocos casos hoy merecen que sus transgresores alcancen penas privativas de la libertad. El fomento a la corrupción es simplemente la impunidad y los principios generales del derecho penal universal cada vez más lejanos a una política criminal que dista mucho de proteger a la población en su totalidad.

Medios y redes sociales hacen de la manipulación lo cotidiano. El uso clandestino o subrepticio en todo el mundo, para inclinar ciertas preferencias, es una clara evidencia de que lo que se afirma es un fenómeno de la mayor trascendencia que invade y vulnera la libertad de pensamiento de los individuos. Es momento de prestar mucha atención a este fenómeno para que el resultado electoral de México en este año no sea el resultado de una voluntad viciada. Se encumbran por un lado falsas virtudes y promesas y por el otro el bien común es ignorado o simplemente depositado en el bote de basura.

No podemos aspirar a un estado de derecho pleno y socialmente sano si el origen de la democracia radica en un voto que no es libre, limpio como expresión soberana del individuo.

El uso continuado por gobernantes autoritarios y sus comparsas han hecho de las redes sociales que la democracia sea un espejismo cada día más lejano para la población en general. Cada voto expresado en urnas tiene exacta y expresamente el mismo valor por lo que, su emisión no puede estar condicionada al ataque masivo e incontrolado del insulto, del uso ilícito de recursos públicos, guerras sucias, odio sembrado largamente y cosechado en tiempos electorales y fomento de ideas totalitarias en medio de una corrupción generalizada.

La división no solo en los partidos sino en la sociedad en general es la divisa de estas guerras sucias. Algunos aspirantes anuncian la paz y son intolerantes, la civilidad y son belicosos. Otros tantos prometen lo tantas veces prometido y jamás cumplido. Es precisa la unidad nacional sin vulnerar los principios republicanos, la inseguridad que tanto daño hace a nuestro país internamente y en el exterior.

Nuevamente las propuestas sobre el control de recursos económicos y de armas de fuego, de la capacitación de los cuerpos policiales y salarios decorosos, el castigo proporcionado al respeto a los derechos humanos previsto por un sistema penal incomprendido, inacatado y desadaptado al momento actual, se hace presente en el discurso preelectoral. Se habla también de la prevención del delito y del acotamiento, reducción o en su caso extinción de espacios de criminalidad, puntos que de si, ofrecen más que las alternativas absurdas de fomento a la impunidad como indultos o perdones.

Las acciones que tome finalmente el vencedor de la contienda electoral tiene que ser acorde a un principio de legalidad, civilidad y entendimiento político que armonice este combate con la urgente necesidad de alcanzar el bien común. Los tiempos nunca son suficientes para concluir estos programas que tantas veces hemos escuchado por lo que, una reflexión profunda en el cumplimiento de una política criminal efectiva es considerar los tiempos de los tres poderes de la unión como es una verdadera unión, acompañada integralmente de las soberanías estatales. El riesgo del incumplimiento es enorme pero, también es del mismo tamaño un logro que se hace demanda popular y garantiza la fortaleza de una república democrática.