lunes, 12 de abril de 2021
«No tiene la culpa el pulque, sino el briago que lo bebe», por Alfredo BEHRENS

Por Alfredo BEHRENS, para SudAméricaHoy

En Brasil se dice que no hay nada que una más a su gente que un desafío a su selección nacional de fútbol. Ni un enemigo común como el Covid-19 consiguió unirlos tanto. Al contrario, pareciera que la lucha contra el Covid-19 se convirtió en un factor más de separación.

Lamentablemente Brasil no está solo en cuanto al Covid-19. Se vio algo parecido en los EE. UU. bajo Trump. Podríamos citar otros países, pero lo que debiera interesarnos es que parecería que estuviéramos cortos de narrativas aglomerantes; de aquellas que ayudan a construir sociedades.

Me explico, los EE.UU tuvieron la suya durante el siglo 19. Su Destino Manifiesto los impulsó al Oeste uniendo sus costas con el ferrocarril y el telégrafo. Había lugar para que presidentes como John Quincy Adams celebrasen una América movida por un idioma, una religión y un conjunto de valores compartidos. No fue lo único, pero eso les ayudó mucho a constituirse como nación e inclusive a expandirse internacionalmente, no tanto como una potencia imperial sino como una expresión de un soft power que nos llevó a todos a vestirnos con jeans, por ejemplo.

Hoy por hoy solo veo algo semejante en China, con su censura a disidentes, con su expansión económica internacional orientada por el gobierno, como la iniciativa conocida hoy por el Nuevo Camino de la Seda u OBOR, por su sigla en inglés. Por esta iniciativa, una vasta red de ferrocarriles, carreteras y oleoductos y puertos conectarían mejor a China con el mundo, también ampliando el mercado para la moneda China.

En cambio, de este lado del mundo, por así llamarlo, ya ni Benjamin Netanyahu consigue unificar a su gente: el Reino Unido se fue por su cuenta y Cataluña, Escocia y otros quisieran hacer lo mismo. Muy lejos ha quedado la iniciativa de las Cumbres Iberoamericanas, impulsadas por España hace un par de décadas. Mientras nos peleamos entre nosotros nos come el Covid-19, y no es que porque no nos demos cuenta.

Nos falta quienes tengan el coraje de rescatar una narrativa aglutinante. Pareciera que la Inteligencia Artificial hubiera venido a poner patas para arriba lo que antes se entendía por liderazgo. Antes, un líder comunicaba su visión y eventualmente conseguía persuadir a sus gentes. Ahora los que hacen de líderes repiten lo que les dicen sus redes sociales. Por eso no es raro que muchos de estos líderes propugnen ideas de corto plazo muy parecidas, por lo que las elecciones vienen resultando en ganadores casi empatados en el mismo pantanal.