lunes, 1 de julio de 2019
Policía Migratoria y derechos humanos

La ignorancia, el olvido o el desprecio de los derechos del hombre, son las causas de los males públicos y de la corrupción de los gobiernos»

Asamblea Nacional Constituyente Francesa 1789.

Por Federico PONCE ROJAS, para SudAméricaHoy

El flamante titular del Instituto Nacional de Migración (SEGOB), Francisco Garduño, Dr. en Derecho por la Universidad del DF, Maestro en Derechos Humanos y lic. en optometría, con “corta visión”, ofende a la Policía Federal llamándoles “fifís” y otras sandeces en una explosión temperamental que se antoja servil. Su diatriba además de violatoria de la dignidad humana, la propina a los que hoy atienden la urgencia migratoria, conducta absolutamente reprobable.

La ofensa y la burla son violatorias de los DH que también corresponden a todos y cada uno de los que hoy sirven con su entrega al combate contra la inseguridad y al control de nuestras fronteras.

La atención al problema de la inseguridad que tiene sumida a la población en general en el temor fundado, el miedo grave y la desesperación, exige que se destinen los mayores y mejores esfuerzos de las fuerzas del orden para combatir el fenómeno criminal.

En contraprestación dichas fuerzas requieren el respeto a sus derechos y necesidades básicas y a que se les proporcione los instrumentos idóneos para atender la magnitud del problema.

El fenómeno de la migración es una de las mayores preocupaciones internacionales, que ha afectado severamente la soberanía de los países y la cooperación armónica entre ellos; el precio ha sido muy alto: la integridad física y la vida de las personas.  Ningún ser humano debe morir en la búsqueda de mejores condiciones.

Recientemente, fue aprobado en Marruecos, el Pacto para reforzar la cooperación internacional “para una migración segura, ordenada y regulada” en la conferencia intergubernamental que reunió a casi 160 países, México fue uno de los participantes.

La ONU custodia permanente esta exigencia, ha declarado a través de su Secretario General, “a no sucumbir al miedo a la migración. La justicia contra abusos sexuales y en general contra todo género de violaciones, debe prevalecer, el nacionalismo exacerbado y los partidarios del cierre de fronteras es un actitud inadmisible en el mundo de hoy.

La migración segura, ordenada y regulada tiene que abrigar todos los derechos que corresponden al ser humano, particularmente los de los niños y, el reconocimiento de la soberanía nacional de los países”.

Son muchas las medidas que se tienen que tomar para mitigar este fenómeno: el arresto, la contención, el uso de la fuerza, la reclusión son algunas que exigen un control riguroso, considerando como última instancia el arresto.

La ayuda humanitaria, los derechos laborales, servicios básicos (como la alimentación y lugares dignos y salubres para la retención) lejos de ser una incitación al aumento del flujo migratorio son principios básicos al respeto del ser humano (este es otro renglón descuidado de los gobiernos involucrados).

El respeto a los DDHH desde luego incluye y más en este momento de transición a los policías federales, militares y navales y en general a todos los que integrarán la guardia nacional sin soslayar que en este esfuerzo para el combate de la delincuencia y ahora, el control migratorio de las fronteras quedan muchas asignaturas pendientes como lo son: leyes secundarias que delimiten con precisión la jurisdicción militar, la operación administrativa, el control y supervisión, la observancia de la Ley General de armas de fuego y explosivos que corresponden al ámbito administrativo hoy a la SDN y otras materias que no pueden quedar a la deriva, toda ley debe ser precisa y clara, mayormente en materia penal ya que esta no admite interpretaciones, analogías o mayoría de razón o sentido común <sic>, la ley debe ser exacta como lo previene nuestra constitución.

Lamentablemente el giro de la Guardia Nacional para combatir la inseguridad, para combatir los flujos migratorios, posterga la necesidad de atender la seguridad pública.

El reproche a la violación de los derechos de los migrantes por las autoridades mexicanas es también lamentable.

Defendamos en nuestro país lo que reprochamos a otros; eso es congruencia.