lunes, 6 de abril de 2020
«Salud, seguridad, economía y Covid-19», por Federico PONCE ROJAS

Todos los hombres son mortales; pero para todos los hombres la muerte es un accidente y, aún así la conoce y la acepta, es una violencia indebida. Simone de Beauvoir.

Por Federico PONCE ROJAS, para SudAméricaHoy


La OMS establece: «La salud es un estado de bienestar físico, mental y social completo, y no meramente la ausencia del mal o la enfermedad». Por lo tanto, contempla el estado saludable de la persona desde el punto de la calidad de vida y no simplemente desde la manifestación de síntomas o el padecimiento de enfermedades.
De ahí que estar sano, sentirse sano, no se defina por el hecho de no estar enfermo, sino contemplando una visión más amplia que abarca las múltiples facetas del desarrollo humano.

La salud mental abarca una amplia gama de actividades directa o indirectamente relacionadas con el componente de bienestar mental incluido en la definición de salud que da la OMS: «un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades». Es incuestionable que la pandemia provocada por el COVID—19 ha deteriorado de manera desastrosa el concepto integral de Salud, causando a la fecha, la muerte de más de 53 mil de seres humanos.

La Constitución mexicana establece que toda persona tiene derecho a la salud, tal prerrogativa deriva también de una serie de normas jurídicas de la mayor relevancia así como diversos tratados internacionales suscritos por México.
Corresponde al estado promover, respetar, PROTEGER y garantizar el derecho a la salud. A este respecto las respuestas del gobierno han sido tardías, omisas y desordenadas por decir lo menos, omisiones y demoras que han generado daños de difícil e incluso de imposible reparación.
La justicia federal respondió a diversas demandas de amparo, en las que se señala como la primera autoridad responsable al presidente; otorgando la protección solicitada a los particulares, para que las autoridades cumplan con su obligación y ejecuten de INMEDIATO las medidas adecuadas para controlar y evitar la propagación de la pandemia en territorio nacional, controlando las fronteras con las medidas pertinentes, incluso si esto fuera necesario.
Los responsables no entendieron y mucho menos atendieron la experiencia,la alarma que enviaron los países afectados, ventaja temporal que no supo ser aprovechada. La emergencia urgía la importación oportuna de productos y material de la salud; la incompetencia, negligencia e ignorancia de la COFEPRIS (Comisión Federal para la Protección Contra Riesgos Sanitarios) fue manifiesta y entre burocracia y tramitología los bienes no llegan a pesar de las medidas extraordinarias.

Las Fuerzas Armadas atienden una responsabilidad más, se encargan de hospitales e instalaciones de salud con la combinación de civiles incorporados a través de contrataciones temporales y adquiriendo de manera directa los bienes que COFREPIS bloqueo. El IMSS inició hace apenas 5 días la compra de 2,500 ventiladores.


El acuerdo que establece acciones extraordinarias para atender la emergencia sanitaria generada por el virus SARS— CoV2. (publicado en el DOF el 31 de marzo pasado) es un documento oscuro e impreciso, carece de una buena estructura jurídica y solo deja al descubierto a un Secretario de Salud cuasi invisible y a un subsecretario que, a pesar de su empeño, quedó rebasado por la realidad y el autoritarismo del presidente, quien continúa con su displicencia y hasta burla (La crisis del COVID-19 »nos vino como anillo al dedo»)
La seguridad continúa siendo una asignatura pendiente; la población sigue afectada por el aumento de los delitos, la violencia no cede, narcotráfico, bloqueos de ciudades con motivo de los enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y la delincuencia y, ahora el pillaje y saqueó de tiendas departamentales y de conveniencia. La corrupción y la impunidad campean; instituciones de seguridad y Justicia rebasadas.
En economía baste señalar lo referido recientemente por la Secretaria de Hacienda, que prevé para la economía mexicana un estancamiento de 0.1% o una contracción de 3.9%. La réplica del presidente no se hizo esperar al señalar que no coincide con las proyecciones de crecimiento económico que fijó esta Secretaría.