viernes, 1 de septiembre de 2017
Se levanta el telón de la renegociación del TLCAN


Por Cecilia PONCE RIVERA, para SudAméricaHoy

El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), mejor conocido por sus siglas en inglés NAFTA, en vigor a partir del 1. de enero de 1994, se creó con el fin de expandir las posibilidades comerciales de EE.UU, Canadá y México. A la fecha, el TLCAN es una región que alberga a 444.1 millones de personas y genera un volumen de 3.5 mil millones de dólares diarios (Cámara de Comercio EE.UU), equivalente al 16% del comercio global anual.
Convencidos de la necesidad de renovarlo para convertirlo en un tratado comercial a la altura de las necesidades del siglo XXI, los tres socios comerciales, iniciaron en la ciudad de Washington D.C del 16 al 20 de agosto, la primera de lo que se calcula serán siete a nueve rondas de negociaciones. No hubo sorpresas y con excepción de la fecha para la siguiente ronda que tendrá lugar  hasta el 5 de septiembre en la Ciudad de México, no se llegó a ningún otro acuerdo.
En general la principal disyuntiva expuesta por EE.UU es el déficit que tiene con ambos socios, México y Canadá, país para quien según la ministra de Relaciones Exteriores, Chrystia Freeland, dicho tema no constituye una prioridad. Sin embargo, no dejó pasar la oportunidad para subrayar, en rueda de prensa, que el balance que Canadá tiene con los EE.UU, es equitativo y el déficit entre los dos países bilateralmente satisfactorio- dejando claro que será México quien enfrente solo a los EE.UU en esa batalla.
Además del déficit, EE.UU desea agregar disposiciones respecto la manipulación de divisas y comercio electrónico, el mejoramiento de los estándares de las disposiciones laborales y ambientales. También busca abrir nuevas áreas de comercio como lo son los sectores bancario, el de servicios financieros, de telecomunicaciones y el sector agropecuario respecto a productos lácteos y eliminar -sustituyendo a los paneles binacionales por los tribunales nacionales- el para tanto para Canadá como para México, “innegociable” Capítulo XIX del TLCAN, referente a la solución de controversias, argumentando la protección de la soberanía de los EE.UU.
Para los representantes de la administración de Trump, el problema radica en compaginar las realidades que deben ser abordas con la retórica del presidente número 45 de los EE.UU cuyo único objetivo parece ser el de retener a toda costa su base electoral.
El «russian affair», la política proteccionista, las aseveraciones económicas simplistas, la xenofobia instrumentalizada, la retórica incendiaria que en cuestión de segundos pasa de irrisoria a oscura y delicada por su capacidad para desatar una guerra nuclear con Corea del Norte, han provocado que las fisuras dentro del Congreso de EE.UU, en el partido republicano y en el sector empresarial respecto a las posturas del gobierno de Trump sean cada vez más evidentes. Sumado a lo anterior, los innumerables despidos y renuncias de personas del círculo cercano de Trump, como Michael Flynn, Walter Shaub, Michael Dubke, Michael Short, Anthony Scaramucci, Sean Spicer, Reince Priebus y Stephen Bannon – este último a raíz de los enfrentamientos ocurridos en Virginia-, han causado que tanto al interior de los EE.UU (el 60% incluyendo el 34% del electorado republicano de 1.972 votantes estadounidenses registrados según revela la encuesta realizada por Morning Consult a petición de Político a finales del mes de julio), como al exterior de los EE.UU, se perciba que la Casa Blanca está sumida en el caos. Para el TLCAN, la falta de dirección y liderazgo en Washington son malas noticias.
Debido a las elecciones de mitad de periodo del Congreso de EE.UU, a celebrarse en noviembre, las presidenciales en México del próximo  julio y en ese mismo mes el vencimiento del TPA (Trade Promotion Authority), ley que requiere que el poder ejecutivo de aviso al Congreso estadounidense 90 días antes de que se firme algún tratado de comercio y 180 días si se busca hacer cambios a disposiciones respecto a prácticas de comercio desleales- como lo es el caso del Capítulo XIX-, el mayor obstáculo para la renegociación exitosa del TLCAN ya no solamente es la celeridad con la que deben darse las negociaciones, sino aquellos causados por el discurso intransigente del “America first”, plasmado en blanco y negro en el reporte anual de la Oficina del Representante Comercial de los EE.UU (USTR) al Congreso estadounidense y recalcado por Robert Lighthizer, Representante Comercial de los EE.UU.
En cierta forma, EE.UU desea que Canadá y México abran ciertos sectores comerciales y accedan a determinadas exigencias y al mismo tiempo reclama su derecho de continuar aplicando prácticas proteccionista en su industria, sobre todo en el sector agropecuario, uno de los rubros de la economía estadounidense que se ha visto mayormente beneficiado por el TLCAN. Aunque a raíz de los cambios políticos desatados por la administración de Trump, México ha tenido que buscar alternativas de exportación e importación en este sector, es Canadá, quien en definitiva deberá enfrentar un complicado duelo político, dado que ambos lados de la frontera poseen lobistas poderosos en la industria de productos lácteos.

Trump sigue su camino…

 

Por parte de EE.UU está el Estado de Wisconsin (importantísimo para la base de Trump), que ocupa el segundo lugar en el número de vacas lecheras, y por parte de Canadá, la influyente Organización de Ganaderos Vacunos de Canadá (Dairy Farmers of Canada) con sede en Ottawa, fundada en 1934. Para que Canadá acceda a abrir este mercado, EE.UU tendría que sacrificar el Buy American Act y los derechos compensatorios en industrias como la del acero y la maderera.
Sin embargo, como bien apunta el Prof. Ian Lee de la escuela de negocios Sprott de la Universidad de Carleton en Ottawa, el proceso de renegociación del TLCAN se trata más de México que de Canadá, debido al éxito que México ha logrado en el sector automotriz . Al respecto, EE.UU busca combatir el déficit, mediante dos mecanismos. El primero sería la imposición de las llamadas normas de origen a través de las cuales se le exigiría a México y a Canadá que en un período de ocho años, el 60% al 62.5% (dependiendo el tipo de vehículo) de los componentes de cada auto que ingresara para su venta en los EE.UU proveniente de estos dos países fuera de producción estadounidense (Departamento de Aduanas y Protección de Fronteras). El segundo, sería el aumento de los salarios en México- que desde la entrada en vigor del TLCAN se han visto disminuidos en un 22% . En relación a lo anterior, el ex embajador de México en los EE.UU, hoy consultor y experto en el tema, Arturo Sarukhán, explica que debido a la efectividad con la que se hayan compuestas las cadenas de producción, principalmente en el sector automotriz, de cada dólar que México exporta a los EE.UU, 40 centavos de dólar es de contenido estadounidense.

El presidente de México, Enrique Peña Nieto. Foto. Presidencia.

Además, argumenta que la pérdida de empleos en los EE.UU, no es consecuencia directa del TLCAN sino, en primer lugar, de las políticas aplicadas por los tres gobiernos, quienes dijo, han sido incapaces de crear redes de contención social para los trabajadores o bien sistemas que permitan desplazar a personas que se hayan quedado sin trabajo en cierta área (porque esta se vuelva obsoleta) hacia áreas emergentes, mediante su capacitación y posterior inserción en dicho mercado laboral. Adicionalmente, deben de tomarse en cuenta, dice, la introducción de los robots en las fábricas estadounidenses y los cambios experimentados en la producción. Lo ideal, concluye, sería hacer crecer la clase media en los tres países, un reto que más que comercial se refiere al tipo de políticas laborales que se aplica en los tres países norteamericanos.
El sector automotriz, en donde las autopartes cruzan de cinco a ocho veces las fronteras hasta que se conforma el producto final, así como en la industria ganadera- EE.UU importa el 70% de la carne canadiense mientras que el mercado entre México y los EE.UU, alcanzó casi los 43.000 millones de dólares en 2016-, donde el ganado cruza la frontera una y otra vez para su crianza, para pastar etc., son símbolos de la sinergia comercial que se ha logrado con el TLCAN y que ha permitido consolidar a los tres socios comerciales como parte de un bloque competitivo, capaz de contrarrestar la fuerza de Asia (especialmente respecto a la industria manufacturera).
El resultado de aplicar políticas proteccionistas, según el Prof. Ian Lee, podría acabar con el “juego” de las negociaciones, donde el TLCAN sería el gran perdedor.
La renovación del TLCAN es una carrera contra reloj. El reto consiste en fortalecer el bloque de América del Norte para hacerlo aún más competitivo, más allá de los bajos costos de producción, a partir del principio de la especialización, sin dejar de atender y de inmediato, los retos ambientales.  Por ejemplo, los generados por la industria de extracción  y los laborales, a través del aumento de salarios, sí, pero también lo que significaría un triunfo histórico de justicia social: la emisión de las visas temporales para trabajadores migrantes.
Como dijo Henry Ford, pionero de la industria automotriz, “Llegar juntos es el principio. Mantenerse juntos, es el progreso. Trabajar juntos es el éxito”. Juntos somos más fuertes.