sábado, 25 de marzo de 2017
Soberania en el siglo XXI

Mexicanos: encaminemos ahora todos nuestros esfuerzos a obtener y a consolidar los beneficios de la paz. Bajo sus auspicios, será eficaz la protección de las leyes y de las autoridades para los derechos de todos los habitantes de la República. Que el pueblo y el gobierno respeten los derechos de todos. Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz.
Confiemos en que todos los mexicanos, aleccionados por la prolongada y dolorosa experiencia de las comunidades de la guerra, cooperaremos en el bienestar y la prosperidad de la nación que sólo pueden conseguirse con un inviolable respeto a las leyes, y con la obediencia a las autoridades elegidas por el pueblo…
Benito Juárez
15 de julio de 1867

Por Federico PONCE ROJAS

El embajador mexicano en Washington, Gerónimo Gutiérrez, señaló recientemente que México y EU viven su peor conflicto desde el TLCAN y confió que ambos países podrán superar este “fuerte desacuerdo” y forjar una “relación más madura” entre los dos gobiernos.

Las relaciones con el vecino del norte, de suyas complicadas, son una verdad evidente. Hay momentos históricos tan críticos como la agresión y belicosidad que hemos sufrido, con la perdida incluso de gran parte del territorio nacional.

Se han suscrito centenares de Tratados, Acuerdos, Convenciones, Conferencias y pactos de todo tipo, la interdependencia económica cada vez es mayor; la complejidad de las relaciones entre ambos países sumada a la carga histórica ampliamente conocida y documentada pareciera ser que vuelve a situarse en terrenos sumamente álgidos. El deterioro sufrido en casi dos meses de la administración “Trump” necesita dar un giro y reconciliarse con las relaciones de una buena vecindad que tanto trabajo ha costado a los pueblos de ambas naciones.

En efecto, si consideramos que la soberanía reside esencial y originalmente en el pueblo, serán los pueblos los que conduzcan a sus gobiernos al rescate de una vecindad armónica y respetuosa sin detrimento de sus principios soberanos.

Este espectro de complejidades de dos pueblos tan distintos y tan cercanos, unidos por la vida cotidiana, exige una atención especializada coherente planeada y no improvisada. Cito al Doctor Manuel Díaz Infante: “Se pierde el concepto de soberanía como omnipotencia, ya que cada una de estas entidades entra en coexistencia con otras entidades semejantes, pues ninguna de ellas puede tener supremacía sobre las demás”

Los diferentes tópicos entre los que resaltan de manera distinta los relativos a la soberanía nacional, el terrorismo y sus manifestaciones, la comunidad internacional y, por supuesto, las acciones de esta última contra este complejo flagelo. El reciente atentado en Londres con un saldo de 5 muertos y 40 heridos es una muestra de esta sinrazón brutalidad.

En este contexto, en 1810, el líder del movimiento independentista mexicano, Miguel Hidalgo y Costilla viendo la extensión que había cobrado la lucha en favor de la independencia, pensó en estructurar la vida política del país y, a tal fin, nombró dos Ministros y esbozó una misión diplomática muy delicada que puso en manos de Don Pascasio Ortiz de Letona a quién nombra “Mariscal de Campo, plenipotenciario y embajador de nuestro cuerpo, cerca del Supremo Congreso de los Estados Unidos”, misión abortada por los realistas.

A mediados del siglo XIX, México enfrentaba un inquieto problema político al tratar de consolidarse como nación soberana e independiente. Las pugnas por el control del gobierno entre los grupos de conservadores y liberales impedían la construcción de instituciones sólidas y permanentes, que desembocaron en juntas constantes de abogados empeñados en el derecho de gentes, sin embargo no alcanzan buenos logros, sus recomendaciones se desoyen para decidir por el poder político. En 1853, el General Antonio López de Santa Ana, apoyado por el grupo conservador asumió la Presidencia de la República por enésima ocasión y actuó con poder sin límite, con facultades omnímodas, vulnerando las libertades públicas y centralizando el poder en su sola persona.

Una gran manifestación popular llevada a cabo el 1º de marzo de 1854 expresó el descontento nacional contra la dictadura de Santa Ana. Se proclama el Plan de Ayutla, con la participación de Juan Álvarez, Ignacio Comonfort, Trinidad Gómez y otros de tendencia liberal.

A la cabeza los Generales Juan Álvarez e Ignacio Comonfort, se inicia la revuelta final que derrota a los gobiernistas y hace renunciar al Presidente Sana Ana a mediados de 1856, no sin antes, el General Ignacio Comonfort, como un virtual Embajador obtiene, en una visita a los Estados Unidos, recursos económicos y armamento que le ayuda al triunfo de sus tropas.

Con la proclamación del Plan de Ayala se inició el período que culminaría con la organización del Congreso Constituyente de 1856 y con la promulgación de la Constitución Política de 1857, texto constitucional que estableció los principios políticos fundamentales que rigen la vida ciudadana del país. Al amparo de esta ley fundamental crece la necesidad del estudio avanzado del derecho internacional que fortaleciera la presencia de México en el extranjero.

Benito Juárez es electo Presidente de la República, 1861-1865 La Republica se consolida bajo su mandato y el Derecho Internacional cobra una especial relevancia como instrumento de la defensa de nuestra soberanía.

El General Porfirio Díaz, Presidente de la República en varias etapas (1876-1911), da un trato especial a las relaciones exteriores de México y en especial con Estados Unidos. Paga la deuda externa, fomenta la inversión extranjera, sin embargo la frase » Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos» eran reflejo de su real sentir.

La idea de Soberanía, es un concepto bastante complejo, con profundas raíces históricas que ha servido para conformar al Estado moderno, sin ella resultaría difícil entender la consolidación y desarrollo de las naciones, mismas que cuentan con una capacidad absoluta de decisión en cuanto a su vida interior por una parte, y un límite de los demás países que conforman la comunidad internacional, por la otra.

El concepto de Soberanía, en términos muy precisos, es la instancia última de decisión. La soberanía es la libre determinación del orden jurídico. Es, de acuerdo con Hermann Heller, “la capacidad tanto jurídica como real de decidir de manera definitiva y eficaz en todo conflicto que altere la unidad de la cooperación social-territorial, en caso necesario incluso contra el derecho positivo, y además, de imponer la decisión a todos los habitantes del territorio”.

La definición de Soberanía, tal y como la han señalado diversos autores, no tan solo tiene una importancia histórica o jurídica, sino que representa un concepto dinámico y definitorio en la forma de ejercer el poder, ya que en un sentido amplio, el concepto jurídico político de Soberanía, se refiere al poder de mando de una sociedad política, un poder exclusivo, es una racionalización jurídica del poder.

Por lo tanto, el concepto de Soberanía, apreciado en su más amplio sentido y dimensión, aparece en el texto constitucional de 1917, como la piedra angular y fundamento de la estructura y organización del Estado mexicano.

La soberanía siempre ha mantenido su esencia, pero a la vez se ha desarrollado y evolucionado, expresándose hoy en día de una manera muy diferente, ya que si bien es cierto, su validez y fuerza han permitido la existencia de Estados libres e independientes, no es posible dejar a un lado que gracias al desarrollo tecnológico, comercial y cultural, se han derribado fronteras para formar una auténtica comunidad internacional, integrada por unidades cada vez más interdependientes entre sí, permitiendo un intercambio de artículos, información y personas, transformando al mundo moderno.

Es por ello que resulta importante el estudio y comprensión de conceptos como el de Soberanía, para que, sin rechazar su esencia y razón histórica de su nacimiento, se redefina, adecuándola a las nuevas reglas de convivencia entre los países, así como haciéndola valedera para regular las relaciones de los pueblos por lo que respecta a su propia vida interna, por lo que permanecer en un concepto tradicional e inamovible de soberanía, renunciaríamos a la tarea de crear conceptos e instituciones jurídicas modernos de aplicación multilateral. La realidad no da claros ejemplos de cómo los países y los individuos han superado las barreras geográficas e ideológicas para crear una cultura universal, prueba más clara de ello, es la integración de los países europeos en una comunidad o bloque, tendencia que han seguido algunas otras regiones del mundo, como lo es Norteamérica, integrándose bajo un tratado de comercio conformado por Canadá, Estados Unidos y México, en estos momentos sujeto a una renegociación.