jueves, 21 de noviembre de 2013
Humala y la basura política, por Hugo COYA


Hugo CoyaPor Hugo COYA, para SudAmericaHoy (SAH)

Numerosos peruanos experimentan en estos días una sensación extraña, similar a la nausea, como si estuvieran cerca de un alimento en mal estado o frente a animales considerados repugnantes.

La sensación comenzó a expandirse hace una semana cuando quedó en evidencia que un tramo del vergonzoso pasado político de Perú, no había desaparecido sino que permanecía oculto, al igual que aquella basura debajo de la alfombra que se delata por su mal olor cuando ya está podrida.

Y es que la prensa reveló que Óscar López Meneses – considerado uno de los hombres de confianza del cabecilla de la mayor red de corrupción en la historia del país- gozaba de una serie de privilegios en materia de seguridad que ni siquiera poseía el propio presidente Ollanta Humala en su residencia.

Imágenes recolectadas por Google Street View indican que el mandatario cuenta apenas con dos policías y un vehículo de seguridad apostado frente a su casa. Sin embargo, López Meneses tenía en la puerta de su mansión ocho automóviles patrulleros, 20 policías, un camión portratropas y hasta dos empleados municipales con sus respectivos vehículos, en un esquema de seguridad que demandaría una convención de dignatarios extranjeros.

La revelación ha provocado el mayor número de cambios simultáneos en las Fuerzas Armadas y policiales desde que Humala asumió la conducción del país en julio de 2011.

El ministro del Interior, Wilfredo Pedraza, renunció y tuvo que ser reemplazado por el ex Defensor del Pueblo y representante del Perú ante la OEA, Walter Albán. El consejero presidencial, el coronel Adrián Villafuerte, tuvo que dimitir al tiempo que tres jefes policiales fueron destituidos; un coronel del ejército fue pasado al retiro y se esperan otros importantes cambios en las más altas esferas de las Fuerzas Armadas.

Humala negó que su Gobierno tenga algún vínculo con López Meneses. “Deslindamos totalmente con esa basura, con ese delincuente, no podemos aceptar que se quiera vincular a un Gobierno que está haciendo el esfuerzo de consolidar la democracia, de ser transparente, con ese tipo de basuras”, dijo Humala. El mandatario atribuyó el caso a la corrupción de policías que trafican con el servicio de resguardo.

López Meneses se mostró ofendido con las palabras del mandatario, lo amenazó con demandarlo por el calificativo de “basura” y aseguró que la seguridad que estaba frente a su casa no era para él sino para la escuela donde asiste el pequeño hijo del Jefe de Estado, la cual, coincidentemente, queda a escasos metros.

Pero ¿Por qué un caso como la asignación irregular de resguardo ha provocado esta gran turbulencia política?

López Meneses es sindicado por la prensa como figura clave en la mayor red de corrupción que los peruanos hayan conocido, creada por el ex asesor Vladimiro Montesinos a la sombra del régimen que encabezó Alberto Fujimori durante 1990 y el 2000. Montesinos se encuentra recluido en la Base Naval del Callao y Fujimori en otro cuartel.

Para algunos analistas políticos, la exagerada seguridad a López Meneses es, apenas, la punta del iceberg de una trama más complicada y siniestra que delata la permanencia e influencias en diferentes esferas del Estado peruano de abiertos o solapados colaboradores de Montesinos, los cuales continuarían operando tras bambalinas.

Sin embargo, la ínsula — aquella pieza del cerebro responsable de la sensación de asco – parece haberse activado de tal manera entre la opinión pública nacional, a juzgar por la indignación generalizada, que ha provocado este caso.

Es prematuro saber hasta donde conducirá la actual crisis política, aunque lo que sí es seguro es que, después de este escándalo, la población estará más sensibilizada ante aquellas cosas que huelen mal y que pueden seguir corroyendo la propia democracia peruana.

Ahora, Humala se encuentra ante la encrucijada de identificar plenamente las redes «montesinistas» a fin de eliminarlas y así aspirar definitivamente la alfombra del poder por encima y por abajo, dando un aroma distinto a la actual política nacional.