EL VIDEO
Discurso de Gabriel Boric
Por Carmen DE CARLOS, para SudAméricaHoy
Perú vuelve sobre sus pasos de la inestabilidad. Y cuando esto sucede, en el camino, suelen atravesarse dos protagonistas de la historia, Alan García y Alberto Fujimori. El aprista hizo un primer Gobierno desastroso (1985-90), que corrigió con la mejor letra que Dios le dio (es muy creyente) y que él mismo cultivó, con su obsesivo interés por el conocimiento. El segundo, patriarca del clan que insiste, una y otra vez, en regresar al poder (en una de éstas lo logra) tiene la lucha fratricida en casa y ésta le sirve a García para intentar dar el golpe definitivo a un Pedro Pablo Kuczynski (PPK) que se ilusionó con mantenerse en el poder sin sobresaltos.
Los hermanos Fujimori, cuya existencia resultaría impensable en una democracia desarrollada, se han convertido en la versión nipo peruana de Caín y Abel. La diferencia es que, en rigor, ni Keiko ni Kenji encarnan los valores del bueno y el malo y tampoco están dispuestos a matarse, en sentido literal, entre sí.
Hoy por hoy, el objetivo de ella es sostenerse como la lideresa del movimiento que se opuso al indulto (consumado de aquella manera) de su padre y sacudirse del camino del liderazgo al chico que adoró y una vez hecho hombre, optó por la rebeldía, hacer carrera propia y rescatar a su padre de una cárcel merecida donde, a diferencia de los muertos de su gobierno, al menos, podía airearse en un patio y tener sus plantitas.
El jueves 22 de marzo veremos otra edición, remasterizada, para intentar dejar vacante la Presidencia de la República. PPK soñó que su acuerdo con Kenji bastaría para, a su edad, hacer lo que tiene que hacer: Gobernar Perú para que el país siga la ruta hacia arriba del crecimiento y en la meta final logre entrar en la OCDE.
Tanto si PPK logra sortear de nuevo el obstáculo de algo parecido a un «impeacment» o moción de censura, pero más humillante al tratarse de una destitución por incapacidad moral, como sino, Perú vuelve a sufrir las sacudidas telúricas de una política y de unos políticos que piensan más en sí mismos que en su país.
Cómo es el proceso