domingo, 10 de noviembre de 2013
Shirley y las «celebridades instantáneas» de Perú

Hugo-CoyaPor Hugo COYA, para SudAmericaHoy (SAH)

“Shirley echa a peloteros”, “Que fea realidad: A Manco le resbalan las revelaciones de Shirley Arica” o “Shirley Arica ya fue”, fueron los titulares de algunos de los diarios peruanos del sábado 9 de noviembre. Si nos llevamos por la lógica de la producción y el consumo, podemos estar seguros que los lectores de estos matutinos no están tan interesados en visitar alguna biblioteca, centro cultural o portales dedicados a difundir la obra de Mario Vargas Llosa.

Desde que los diarios «chicha» se convirtieron en un instrumento de manipulación política durante el régimen de Alberto Fujimori hasta los tiempos actuales en que Internet ha irrumpido en nuestras vidas, permanece la interrogante ¿Se publica este contenido porque es aquel que la gente prefiere? o ¿La gente lo prefiere porque se publica? Si hablamos términos de las redes sociales, ¿El contenido más sórdido es aquel que tiene más clic?  Es decir, se hace clic en un determinado contenido porque es cruel  o el contenido es cruel porque hay mucho clic.

Es muy difícil entender que hay detrás de las motivaciones de las personas que consumen este tipo de noticias que no les aportan nada a su vida diaria o quizás sea apenas la simple constatación de su fracaso personal y el consuelo al descubrir que no se está solo en esta vida cruel y despiadada.

Para aquellos que pretenden pasar por el mundo sin dejar una línea para la posteridad, no debe haber ejercicio más emocionante que ver a la nueva musa de la televisión y la prensa «chicha» Shirley Arica atacar a su ahora archienemiga Kathy García o a los futbolistas Reimond Manco y Diego Chávarry, mostrando la quiebra moral y física de personas tan dignas de convertirse en portadas de los diarios nacionales.

No cabe duda que siempre es un placer saber que la idiotez forma parte del patrimonio de la humanidad, pero lo que quizás más duela sea constatar que también somos parte de ella. Así que tenemos que, para salvar nuestra dignidad, las personas consumen la falta de dignidad de las demás.

Y si el contenido resulta exitoso, las redes sociales nos los dicen, mostrando los numerosos «memes» – nacidos y alimentados en Internet- para que “entiendan” completamente la ironía o la gracia de aquellas almas desfavorecidas que contribuyeron a convertir dicho tema en un «trendic topic» e insertarse así en el «mainstream» de la banalidad que moldea las mentes de estas personas.

El tono de burla marcado por los «memes» vuelve difícil imaginar que la persona es real, mostrando la inutilidad de sus frases, de sus gestos o actos de estas celebridades instantáneas recompensadas por los miles de curiosos que hacen clic en su «feis», «tuiter» o Instagram.  Así gastamos horas en cuestionar sus conductas para dejar constancia que somos mejores seres humanos que aquellas mujeres que se agarran a golpes en los baños de las discotecas por un futbolista y eso nos alivia, nos alegra, nos conmueve, nos entretiene.

No son mensajes brillantes, pero encauzan tan bien con nuestra propia hostilidad y ayudan a engordar la campaña hacia el consumo de determinados medios. Es la comercialización de la materia prima o mejor dicha bruta, casi básica de nuestros cerebros, para bien o para mal.

Se trata del mismo morbo que envilece y que, en realidad, es el resultado de un solo sistema: lo pongo en televisión, luego lo colocó en «tuiter» para someter el escrutinio de la  basura para incitar al clic, lo convierto en “trendic” y así tendré asegurado el titular de mañana o pasado mañana. Lo que importa en la vida es simplemente diferenciarse de la multitud, ayudando a que el sábado por la noche elimine el aburrimiento de la tarde del domingo.

La modelo que se sienta a contar sus penurias o hacer picadillo a sus rivales es la única que se cree que ha conquistado la fama y no sabe que es efímera. La celebridad instantánea durará tanto como los medios tarden en encontrar a otra persona que supere el escándalo de su antecesora, puesto que siempre es necesaria carne fresca para atraer a los buitres y colocarlas en esta área VIP imaginaria donde habita la miseria y el mito de ganador.