sábado, 2 de noviembre de 2013
El país de la carne declara la guerra a la sal

vacas sal

Montevideo. Efe/SudAmericaHoy (SAH)

Uruguay, que año tras año se disputa con Argentina el honor de ser el país con mayor consumo de carne vacuna por habitante del mundo, ha emprendido una campaña contra el consumo excesivo de sal para minimizar el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
Uno de los frentes de batalla escogido ha sido la capital, Montevideo, cuya intendencia (alcaldía) propone retirar de la vista los saleros y otros condimentos con elevado contenido en sodio de las mesas de bares y restaurantes de la urbe.
De esta forma, los clientes tendrán que solicitar expresamente el salero a los camareros, con lo que se pretende «evitar la costumbre automática de añadir sal a las comidas», explicó el director de la División de Salud de la Intendencia de Montevideo, Pablo Anzalone.
Anzalone aseguró que «el agregado de sal es la principal vía de entrada de sodio al organismo», y detalló que «los uruguayos consumen el doble de la cantidad máxima diaria recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS)», fijada en cinco gramos por día.
Además de la propuesta de la Intendencia de Montevideo, a nivel nacional los panaderos uruguayos se han unido voluntariamente a la cruzada con el compromiso de rebajar la cantidad de sal en sus productos, detalló Anzalone.
Todas estas medidas están vinculadas al llamado Compromiso por la Alimentación Saludable, suscrito por ministerios, sociedades médicas, nutricionistas o asociaciones de consumidores vegetarianos, celíacos o diabéticos.
La reducción del consumo de sal, grasas y azúcares es uno de los ejes de este acuerdo, junto con el incentivo de la ingesta de fruta y verdura, la garantía de la inocuidad de los alimentos y la alimentación infantil adecuada.
En este sentido, el Parlamento uruguayo aprobó la pasada semana una ley sobre alimentación saludable, que también prevé retirar los saleros de las cantinas de escuelas y liceos del país, con el fin de «proteger la salud de la población infantil y adolescente a través de la promoción de hábitos alimenticios saludables».
Este consumo excesivo del condimento blanco estaría ligado, según Anzalone, a la hipertensión arterial, causante de que en la pequeña nación sudamericana, de unos 3,3 millones de habitantes, se detecte «el doble de problemas cardiovasculares y cerebrovasculares que en el promedio de toda América Latina».
Uruguay tiene asimismo la más alta tasa de mortalidad femenina por enfermedades cardiovasculares de la región latinoamericana, con 14 mujeres fallecidas a diario por esta causa, según las cifras difundidas por la Intendencia de Montevideo con motivo de la Semana del Corazón celebrada el pasado mes de septiembre.
Además, cada año se registran 5.000 nuevas crisis cerebrovasculares en Uruguay, en una tasa de 180 por cada 100.000 habitantes.
Por todo ello, Anzalone cree que «es necesario elevar la percepción de los riesgos y realizar un cambio en los hábitos de los uruguayos».
Entre estos hábitos se encuentra el de acompañar la cotidiana infusión de yerba mate con una torta frita, elaborada a partir de grasa animal, sal y harina, recubierta a menudo de azúcar y que puede comprarse en las calles de Montevideo a precios asequibles.
Pero sobre todo destaca la costumbre del tradicional asado, que cada fin de semana reúne a familias enteras de uruguayos alrededor de una parrilla en la que humean salchichas, chorizos, morcillas y los distintos tipos de corte de carne vacuna uruguayos.
No en vano el país posee el récord mundial en consumo de carne vacuna per cápita, con 60 kilos por persona y año, y tiene en el sector agropecuario y en la exportación de productos cárnicos una de sus mayores fuentes de ingresos.
La versión de diario rápida y barata de los asados dominicales, los carritos de comidas callejeros que ofrecen los clásicos choripanes (sandwich de chorizo), chivitos (sandwich de lomo), empanadas y milanesas (filete empanado) convivirán pronto con alternativas vegetarianas como las hamburguesas de soja si prosperan los planes de la Intendencia montevideana.
Se trata de «aumentar las posibilidades para los consumidores», argumentó Anzalone.
En cuanto a los bares y restaurantes de la capital, además de retirar los saleros, deberán disponer de condimentos alternativos como la sal dietética, aumentar su oferta de frutas y verduras e incluir en los menús un aviso acerca de que el consumo excesivo de cloruro de sodio es nocivo para la salud.