domingo, 30 de noviembre de 2014
Tabaré Vázquez, volver a empezar en la Presidencia de Uruguay


Ignacio PeralesPor Ignacio PERALES, para SudAméricaHoy

A Tabaré Vázquez (Frente Amplio), presidente electo de 74 años, no le hizo falta esperar los resultados oficiales. A su adversario, Luis Lacalle Pou (Paertido Nacional), tampoco. Uruguaya es así. El espíritu democrático y la credibilidad de los sondeos no están en duda. Las estimaciones aseguran que la victoria del oncólogo que vuelve al poder será en torno al 42 por ciento y con esa cifra, el Frente Amplio, la alianza que representa, seguirá trazando las líneas maestras de Uruguay. Pero ni los tiempos son los mismos ni el país que dejó Vázquez en el 2010 es idéntico.

Con esta certeza, en su primera intervención pública tras cerrarse las urnas, Tabaré invocó a la “unidad” y “al diálogo”. Celebró un proceso electoral transparente y limpio, como es costumbre en su país y saludó a LaCalle Pou, rápido para reconocer la derrota que aún no es oficial.

Los uruguayos tiene por delante cinco años –a partir de marzo- para descubrir al nuevo Tabaré, un hombre cuya formación cuenta con mayoría en la Cámara de Diputados. Recibirá la banda presidencia de su correligionario y presidente en ejercicio, José Mujica. Con el no comparte las formas y tampoco el fondo 100 por cién pero se entienden bien.

La “equidad” y poner fin a los “desequilibrios” de la población son sus obsesiones a las que suma, como médico oncólogo en ejercicio, la lucha contra el cáncer y el tabaquismo.

En 2004 -informa Efe- se convirtió en el primer mandatario de izquierdas en la historia de Uruguay. El doctor devenido en figura de la política uruguaya, se convertirá el próximo 1 de marzo en una de las tres únicas personas en la historia del país en haber sido elegida presidente en dos ocasiones, un éxito no menor para el primer médico salido del humilde barrio montevideano de la Teja.

Tabaré Vázquez y José Mujica

Tabaré Vázquez y José Mujica

Su éxito, sin embargo, es cualquier cosa menos una sorpresa, particularmente después del resonante triunfo obtenido por el Frente Amplio, en la primera ronda electoral el pasado 26 de octubre.
Allí, Vázquez obtuvo casi el 48 % de los sufragios y liquidó de un golpe prematuro las esperanzas de los opositores y los pronósticos de las encuestas, que esperaban un resultado mucho más bajo.
Esos datos hicieron en la práctica que sus rivales en el balotaje, los nacionalistas de Luis Lacalle Pou, no tuvieran opciones reales en la segunda vuelta, algo de lo que Vázquez era muy consciente.
Así, calmo, tranquilo y sin variar su plan de campaña lo más mínimo, Vázquez se limitó a no cometer errores y, ocasionalmente y con gran astucia política, limar las pocas opciones de sus rivales para captar votos con reuniones con dirigentes opositores.
Durante toda la campaña se centró en recordar los éxitos de los los últimos años de Gobierno del FA y en el miedo que un triunfo de la oposición de derechas podría suponer para los proyectos en los que está embarcado el país, bajo el lema «Uruguay no se detiene».
Su promesa es continuidad, crecimiento, y alguna tenue reforma en políticas educativas, de sanidad y seguridad, las principales crítica de la oposición al FA y las mayores preocupaciones de los ciudadanos según las encuestas.
Considerado como un candidato imbatible por el FA tras haber dejado la presidencia del país en 2010 con una popularidad del 80 %, una cifra sin precedentes desde que existen estudios estadísticos, ni él ni su entorno prestaron mucha atención al crecimiento de la oposición, a quienes las encuestas ubicaban con posibilidades de arrebatarle la primera magistratura del país en una segunda vuelta.
Impasible a las críticas, fue el único que pareció no sorprenderse en todo el país por su éxito en la primera ronda, y por eso tampoco se regodeó en su victoria.
Vázquez no pudo presentarse en 2010 a una reelección inmediata debido a la prohibición expresa de la Constitución uruguaya a los mandatos consecutivos y dedicó sus primeros meses fuera de la presidencia a descansar y a trabajar en una de sus obsesiones personales, la lucha contra el cáncer y el tabaquismo.
En 2011, tras unas polémicas declaraciones sobre la relación de Uruguay con Argentina bajo su mandato, en las que reconoció haber pedido ayuda a EE.UU por si el conflicto que mantenía con Buenos Aires por la instalación de una planta papelera en la frontera común iba a mayores, Vázquez decidió llamarse a silencio y desaparecer de la vida política.
Sin embargo, nadie creyó este retiro y pronto sus compañeros del FA comenzaron a postularlo como candidato «natural» para sustituir a José Mujica al frente del país.
Así, en noviembre de 2013 su partido lo postuló formalmente como candidato a la presidencia en las internas, en donde se midió a Constanza Moreira.
El político ganó por una abrumadora mayoría, aunque su actitud, calificada de soberbia y distante con su rival de entonces, le valió algunas críticas internas.
Cuarto hijo de un obrero y de una ama de casa, está casado hace 50 años con María Auxiliadora Delgado y tiene cuatro hijos, uno de ellos adoptado.
Catedrático en Oncología Radioterápica, creó un centro terapéutico especializado en el que sigue trabajando y en la Teja fundó una policlínica y un comedor social que funcionan hasta hoy.
Fanático del fútbol, fue presidente del club Progreso y logró que el equipo pasase de tercera división a campeón nacional en 1989.
Este hecho le valió la fama de buen gerente y le abrió el camino para su postulación como intendente (alcalde) de Montevideo, cargo que ocupó de 1989 a 1995, y que le convirtió en el primer edil de izquierda de la capital, que reúne a más de la mitad de los 3,2 millones de uruguayos.
Vázquez fue candidato presidencial en 1994 y en 1999, cuando fue el aspirante más votado aunque no alcanzó la presidencia debido a la alianza entre los partidos Nacional y Colorado.
Con un perfil más reservado, cauto y concienzudo que el actual presidente, sus mayores críticos lo acusan de ser intransigente y personalista.