sábado, 24 de julio de 2021
«Anatomía de este instante en Venezuela», por Alex FERGUSSON

Por Alex FERGUSSON, para SudAméricaHoy

Sin dudas, Venezuela vive hoy un momento político caracterizado por la incertidumbre, en medio de una crisis económica y social sin precedentes, de un ambiente de inseguridad personal y jurídica, del recrudecimiento del autoritarismo militarista, y del auge de la corrupción, todo ello bajo la mirada atenta del mundo.

Acabamos de romper el record de hiperinflación griego y avanzamos para arrancarle a Nicaragua el suyo; el gobierno cubano, el principal apoyo político, mentor y aliado del gobierno, se tambalea ante los actos de rebelión popular y, mientras tanto, esperamos ansiosos la decisión de la Corte Penal Internacional (CPI) sobre el caso de la investigación al gobierno venezolano por crímenes de lesa humanidad, y también: las decisiones sobre el oro depositado en Londres, sobre la extradición del Sr. Alex Saab detenido en Cabo verde y sobre la extradición de Rafael Ramírez, expresidente y desfalcador de PDVSA, solo para citar los casos que ocupan espacio a los medios de comunicación.

A lo interno, el debate sobre la participación o no en el proceso electoral de gobernadores y alcaldes que se ha anunciado para el próximo mes de noviembre, no solo se ha vuelto álgido, sino que sigue debilitando al liderazgo opositor y polarizando las opiniones políticas. Agreguemos ahora las idas y venidas del gobierno respecto a la negociación con la oposición en México y el endurecimiento de la represión contra la disidencia.

Eso sería suficiente para provocar un colapso nervioso a cualquiera que este ocupado en algo más que sobrevivir o, en el otro extremo social, en ponerle la mano a la caja fuerte más cercana. Pero, en todo caso, puede servir para aproximarnos al describir el contexto en que se desarrolla el momento político.

Hoy, el país enfrenta varios problemas relevantes, que tienen que ver con las posibilidades de detener el autoritarismo y avanzar hacia la democracia, cualquiera que sea la forma en que se conciba:

  1. Desconfianza generalizada en los políticos y en la capacidad de representación de los partidos. Esto ha conducido a la fragmentación del liderazgo y generado los atascos para la concertación y los acuerdos, para no hablar de consensos.
  2. Aumento de la polarización, y la aparición de posturas hipercríticas en el seno de los sectores prodemocráticos, cuyo resultado es la parálisis, pues las peleas internas consumen demasiada energía y recursos.
  3. La preponderancia de los discursos de ruptura. Los opositores radicales promueven la ruptura definitiva con lo que denominan “el chavismo”, y el gobierno parece decidido a dar el “salto al abismo” con su versión radical de modelo social del Estado Comunitario.
  4. El dominio del autoritarismo militarista lo cual amenaza con liquidar lo que queda de la sociedad civil prodemocrática
  5. El creciente desprestigio de los movimientos populares y de las izquierdas, con lo cual solo quedan vivos los movimientos pro autoritarios y se estimula la desmemoria del aprendizaje pro democrático
  6. La ausencia de sectores prodemocráticos en el seno del gobierno y las Fuerzas Armadas lo cual limita notablemente las posibilidades de llegar a acuerdos negociados a favor del cambio.

Un buen ejemplo, donde estos problemas confluyen, es el proceso electoral que se avecina. En contra de la opinión de la gente, recogida en las encuestas, y que apuntan a una intención de participación entre el 60 y el 80 %, el liderazgo opositor todavía discute si participa o no. Olvidan un principio de oro según el cual, los espacios políticos se pierden o se ganan luchando, pero no se ceden”. Además, olvidan que ya esto ocurrió cuando la organización SUMATE convenció a los partidos de la conveniencia de abstenerse en las elecciones de la Asamblea Nacional, como consecuencia de lo cual el partido de gobierno copó todos los escaños y la AN pasó cinco años legislando a sus anchas y creando las bases jurídicas del estado de cosas que hoy padecemos.

Insisto, los espacios políticos no se abandonan, y aunque las condiciones electorales no son para nada confiables, siempre hay opciones por las que vale el esfuerzo:

  1. El objetivo no son las elecciones, sino la recuperación de la democracia y la posibilidad de seguir luchando para recuperar al país.
  2. La abstención, por teoría y práctica, solo favorece al gobierno
  3. Las elecciones son un espacio para organizarse; para motivar a la gente y aumentar la participación política activa, prodemocrática y libertaria, para la protesta.
  4. Es posible lograr algunos triunfos en sitios políticamente claves, si se va unidos y se participa masivamente.
  5. Es una oportunidad para renovar y fortalecer el liderazgo opositor local y regional
  6. Es una oportunidad para promover el Referendum Revocatorio, y más aún si se tropieza con elementos fraudulentos durante las elecciones o abusos de poder oficial.

De lo contrario, si ambas partes, Oposición y Gobierno, se anotan en el juego de “todo o nada”, el único destino posible es la confrontación o la guerra.