jueves, 24 de octubre de 2019
«La voz del pueblo», por Alex FERGUSSON

Por Alex FERGUSSON, para SudAméricaHoy

Continúa el debate -en realidad los dimes y diretes- acerca de la legitimidad y trascendencia de los “acuerdos” que se siguen celebrando entre representantes del gobierno y sectores minoritarios de la “oposición” venezolana.

En contraste con las descalificaciones procedentes de sectores de la “oposición dura”, otras organizaciones de la sociedad civil, algunas desde hace tiempo, vienen preguntándose si esa autoexclusión es el camino más conveniente para avanzar en el proceso de cambios que el país requiere y para cumplir con la “Hoja de Ruta” definida por la Asamblea Nacional.

Así, se ha propuesto reiteradas veces la conveniencia de movilizarse a favor de un Referendo Consultivo con carácter vinculante (establecido en la Constitución), para que de una vez por todas se escuche la voz de la gente. Recordemos que la constitución define que … “el poder y la soberanía residen en el pueblo”.

Me pregunto qué ocurriría si los partidos políticos adscritos al grupo opositor mayoritario, decidieran solicitar incorporación a la “mesa de negociación” que promovió el gobierno; y una vez allí, proponer la realización del Referendo citado con preguntas como:

  • ¿Está usted de acuerdo con la convocatoria a un proceso electoral general que incluya la Presidencia de la República?
  • ¿Está usted de acuerdo con que la Asamblea Nacional, siguiendo los procedimientos establecidos en la Constitución y las leyes proceda a designar un nuevo Tribunal Supremo de Justicia, un Nuevo Consejo Nacional Electoral,  un nuevo Fiscal general de la República y un nuevo Defensor del pueblo así como a un nuevo Contralor general?
  • ¿Está usted de acuerdo a que se proceda a aprobar una Amnistía General para todos los ciudadanos detenidos por razones políticas?

Aunque podemos imaginar la respuesta del gobierno a tal situación, me gustaría escuchar los argumentos de los líderes opositores para justificar una negativa a participar en una acción política de ese tipo.

Mientras tanto, seguiremos haciendo la pregunta: ¿Y en este proceso político, donde está el pueblo?

Una primera aproximación a esta pregunta pasa, obligatoriamente, por la puesta al día de la situación del país, en la que el pueblo sufre las consecuencias de:

  1. Ver a la corrupción que sustrajo cerca de 200 mil millones de US $ en los últimos 10 años, y de casi todas nuestra reservas en oro, y que entregó el país al nuevo imperio (me refiero a Cuba, Rusia y China) pavoneándose por las calles
  2. El salario mínimo más bajo del mundo (8 US $ mensuales = 25 cts de dólar por día)
  3.  La escasez de cerca del 70 % en la disponibilidad de los alimentos, medicinas e insumos
  4. El deterioro del Metro y del sistema de transporte público
  5. La restricción del suministro de agua potable a 1 día por semana, en promedio, y a los constantes cortes no programados del suministro eléctrico
  6. La inflación más alta del planeta
  7. El deterioro casi total del sistema hospitalario de salud pública
  8. La falta de tratamiento médico para más de 400.000 personas con enfermedades crónicas
  9. La desnutrición crítica del 35 % de los niños menores de 5 años
  10. La reducción de cerca del 40 % de la matrícula escolar y la pérdida del 30 % de las horas de clase por fallas eléctricas, falta de agua y alimentación, y dificultades de transporte
  11. La emigración de más de 4 millones de ciudadanos y el dolor que causa conocer de los atropellos contra ellos en algunos países
  12. El dolor de los más de 400 presos políticos, de los cerca de 200 jóvenes asesinados por protestar, de las 6.000 detenciones arbitrarias y ajusticiamientos extrajudiciales por parte de los cuerpos policiales, y de las 20.000 muertes violentas (ajustes de cuentas entre pandilleros, robos y sicariáto, violencia de género y sexual), ocurridas cada uno de los últimos 10 años en el país.
  13. La negación del acceso a la información sobre todos los aspectos importantes de la vida social y económica del país 
  14. La presencia de efectivos paramilitares del ELN, las FARC y de las Autodefensas Unidas colombianas, y sus secuelas de ajusticiamientos, expropiaciones y robos, chantaje y cobros por protección, principalmente en los Estados fronterizos (Zulia, Táchira, Apure y Amazonas).
  15. La existencia en nuestro país de más de 1.800 puntos de minería, de los 2.300 identificados en la Amazonía, con el impacto que eso tiene sobre las comunidades indígenas que la habitan y sobre la diversidad biológica en la zona.
  16. Finalmente, nos duele la percepción de que lo que ocurre en los países amigos (Colombia, Ecuador, Perú, Argentina, Chile y también en Cataluña-España) es parte de una gigantesca ofensiva política de la ultraizquierda fascista liderada por Cuba y Rusia, en la que nuestro gobierno actúa como proveedor y peón.

Sin embargo, aunque el país está en quiebra, la vida cotidiana parece normal a los ojos de algún visitante desprevenido. Todavía hay alguna actividad comercial, aunque sus transacciones se realizan cada vez más frecuentemente en divisas; algo queda de la vida cultural, especialmente en manos de jóvenes emprendedores, y nos vamos  acostumbrando a la inseguridad reinante. Mientras, dedicamos la mayor parte del tiempo a rebuscarnos algún ingreso extra, a localizar alimentos, medicinas y otros insumos, la mayor parte en el mercado informal, y a perder horas tratando de hacer llenar una bombona de gas natural o surtirnos de gasolina para el vehículo; todo ello aprovechando que desde hace casi un año el horario oficial de trabajo es de 8:00 am a 1:30 pm.

El lector quizás se pregunte ¿con ese salario mínimo, cómo sobrevive la gente?

Un estudio realizado recientemente, sugiere una posible explicación. Esto fue lo que encontraron:

  • El 17 % de la población depende exclusivamente de los aportes del gobierno en forma de cajas de alimentos (CLAP), bonos, pensiones, y pagos extraordinarios, que juntos pueden significar un ingreso entre 50 y 100 US $ al mes por familia de 5 miembros
  • Un 10 % de la población recibe, además de las cajas de alimentos CLAP, por cierto cada vez más menguadas en calidad y cantidad, pequeños aportes de remesas en divisas, equivalentes en conjunto a unos 75 a 100 US % mensuales.
  • Un 15 % de la población depende exclusivamente de las divisas que reciben de sus familiares en el exterior y que aportan entre 100 y 300 US $ mensuales.
  • Un 10 % obtiene ingresos por la vía de trabajo independiente prestando servicios de mantenimiento doméstico, plomería, electricidad, mecánica automotriz y otros, que pueden estar entre 200 y 300 US $ mensuales.
  • Finalmente, un 10 % está viviendo de la repatriación de capitales obtenidos por la corrupción o los negociados con el gobierno  -la diferencia entre ambas fuentes se borró hace tiempo-  en vista de que las sanciones impuestas en el exterior, entorpecen la movilización de sus fondos o lo hacen riesgosa.

Así que, en resumen, suponiendo que estos datos se aproximan a la realidad, un 45-50 % de la gente vive de las remesas o de ingresos en divisas; un 17 % vive del gobierno y el resto vive en la miseria y el rebusque.

Así estamos, en quiebra  financiera, sufriendo, con un gobierno que continúa avanzado en su plan macabro de rompernos  económica, social y moralmente, y con un liderazgo opositor dotado de una estupidez política genética e incapaz de descifrar, comprender o siquiera entender la patología política que nos gobierna.

Mientras tanto seguimos en la lucha contra la barbarie, por la vida y la libertad.

Parece que pasar a la ofensiva, con las mismas metas pero con nuevas tácticas, es lo debemos hacer.