viernes, 7 de agosto de 2020
«Maduro se corona con el Covid», por Ludmila VINOGRADOFF

Por Ludmila VINOGRADOFF, para SudAméricaHoy

El coronavirus es la excusa perfecta para desmovilizar a la gente y mantenerla encerrada sin protestar cuando una dictadura como la chavista no está en capacidad de garantizar el más mínimo servicio sanitario, alimentos, medicinas, gasolina, gas, educación y seguridad. Quedarse así en casa, indefinidamente, en esas condiciones es el peor castigo que se pueda experimentar.  

Esta pandemia ha causado estragos en el mundo entero, es cierto, pero para Nicolás Maduro ha sido la coronación del salvavidas que le ha permitido ganar tiempo para aferrarse al poder en medio de la peor tragedia que haya vivido Venezuela.

Si en algo se ha destacado el usurpador de la Presidencia es en convertir la desgracia y la adversidad en algo a su favor como la cuarentena indefinida. Sabe que más del 86% de los venezolanos no lo quiere pero hace lo imposible y lo indecible para no soltar el poder y continuar mandando contra la voluntad de la mayoría nacional e internacional, que le pide su renuncia y deje el cargo.

Ahora que se han disparado los contagios de manera masiva y alarmante (van cerca de 16.000 infectados y 180 fallecidos) desde que se declaró el estado de alerta el 13 de marzo, Maduro ha radicalizado la cuarentena absoluta. Se siente a sus anchas imponiendo un encierro total. Si pudiera extendería la cuarentena hasta abril del próximo año como ha trascendido en informes publicados en las redes.

 Desde hace cinco meses los venezolanos no pueden movilizarse. El régimen solo les permite salir para hacer mercado y comprar medicina dos días a la semana de acuerdo al número terminal del carnet de identidad.

La pandemia ha profundizado la crisis económica y de servicios públicos. No hay gasolina, ni gas, ni alimentos ni medicinas con una inflación de más de 3.000%. La economía decrecerá este año 26% del PIB según la CEPAL, la mayor caída de América Latina.

Maduro ha engañado con las cifras de la pandemia. Nadie le cree. Cualquier cifra oficial esconde ocho veces menos de la realidad, dicen los epidemiólogos. Ha centralizado los test y pruebas rápidas en dos laboratorios que dan resultados 9 días después de recibidas. Muchos infectados se mueren antes de recibir los resultados positivos.

Ahora los 45 hospitales públicos han colapsado. No tienen camas disponibles ni material sanitario para atender a los pacientes. Las 20.000 camas ofrecidas son una quimera.  Las clínicas privadas también están al tope de pacientes asegurados.

Y mientras la tiranía  prepara un total de 1.200 camas de un hospital de campaña militar que está instalando en el Poliedro para atender a los asintomáticos les pide a los curas y monjas que presten las iglesias y los conventos para alojar a los infectados. Igual a los hoteles y residencias estudiantiles.

Alarmados los religiosos le respondieron que no podían alojar a los contagiados porque las iglesias no tienen baño ni agua ni jabón ni condiciones sanitarias para convertirse en hospitales de urgencia.

Mientras la población se enferma y agoniza de mengua Maduro se aferra más al poder. El Covid-19 le permite reprimir a los venezolanos que salgan a la calle, los maltrata y estigmatiza a los emigrantes retornados, llamándolos “bioterroristas” a los que los ayudan a cruzar las fronteras terrestres.

También cierra los vuelos humanitarios como si bloqueando las fronteras aéreas, terrestres y marítimas pudiera impedir la entrada del coronavirus.

A la tiranía no le importa la agonía de la población (96% de pobreza) ni que coma basura. Lo único que le importa es usufructuar, saquear la riqueza y mandar sobre la ruina y los escombros que va dejando la destrucción. En los siete años que lleva su desgobierno la economía acumula un decrecimiento de 82% en el país que era el más rico de la región.