lunes, 25 de septiembre de 2017
Angela, la niña de Helmut Kohl


Por Cecilia PONCE, para SudAméricaHoy
Durante una conferencia de prensa transmitida en vivo por radio y televisión, un reportero pregunta sobre la nueva regulación de viaje a Günter Schabowski, Secretario del Comité Central de la extinta República Democrática Alemana (RDA). Confundido por una nota del aquél entonces Secretario General y Presidente del Consejo de Estado, Egon Krenz, Schabowski anuncia que a partir de ese momento se podrá viajar al extranjero sin necesidad de que medie permiso alguno. La orden, confirma, incluye a la República Federal Alemana y a West Berlín. La noticia se propaga como pólvora en las dos Alemanias. Un par de horas después, una marea de personas, en su mayoría jóvenes, se desborda a ambos lados de la frontera.
De un momento al otro, el muro de Berlín se desmoronaba ante los ojos incrédulos del mundo entero. Tranquila, acaso indiferente a la explosión de alegría que se vestía de fiesta, permanecía una científica doctorada en física por la Universidad Karl-Marx de Leipzig. La joven de de 35 años que aquella noche tomaba en Berlín del Este su acostumbrado baño de sauna semanal era Angela Merkel, la futura canciller de la nueva Alemania.
Angela Dorothea Kasner, nació en la ciudad de Hamburgo en 1954 y emigró con su familia a la RDA con apenas 4 años. Su apellido Merkel, es herencia de su primer matrimonio con el físico Ulrich Merkel, del que se divorció en 1982. Coronada por la revista Time como el personaje del año en 2015 e identificada por los medios con títulos como “la canciller del mundo libre”, o die Eiskönigin (la Reina del Hielo). La mamá de Alemania, die Mutti, como la apodan algunos, no solo es la primera mujer en la historia que ha gobernado Alemania, sino también el primer mandatario proveniente de la RDA y el dirigente más joven que se ha convertido en canciller de aquél país. Prudencia científica o sosiego político, lo cierto es que su estilo de ejercer el poder-carente del dinamismo típico del mundo occidental- la ha colocado a partir de su mediación en la crisis de Crimea e incluso a pesar de su criticada obstinación teutona exhibida en la crisis de los refugiados, al timón de la Unión Europea (UE), llevándola a ser uno de los contrapesos más importantes en el balance de la política mundial.
Pero, ¿Quién realmente es la mujer que habita en un sobrio apartamento en el centro de Berlín al lado de su segundo esposo, el también científico y catedrático, Joachim Sauer?


Además de ser una persona serena a la que le son extraños los impulsos, nada concreto sobre su temperamento, que no sea cierta sensibilidad, nos pueden revelar las pinturas de su artista favorito, Emil Nolde, o su gusto por la música clásica o bien su pasión por la opera. Quizás esta «debilidad» logre explicar el por qué hasta el día de hoy, sea la soprano de origen ruso, Anna Netrebko, la única persona pública que ha sido invitada a cenar por ella y su esposo al sexto piso de la calle am Kupfergraben. Sobre ella, muy poco nos permiten descubrir sus largas caminatas por la naturaleza o su predilección por el té de menta en lugar de alcohol. El hecho de que siempre elija comer fruta en lugar de postre en las cenas oficiales, tampoco dice mucho. Debido al celo con el que protege su esfera privada, intentar esclarecer su personalidad desde una arista superficial, es en sí mismo un esfuerzo absurdo. Para conocerla, es recomendable hacerlo a través del tragaluz que nos proporciona su trayectoria política. En ese sentido, su ascenso es un acertijo descifrable, cuando se le entreteje con la figura legendaria de su padre político y arquitecto de la reunificación alemana, el coloso de la Europa Unida; el apenas fallecido el pasado mes de junio Helmut Kohl.
Es él quien en 1990 al constituir su primer gabinete, ávido por sellar la amalgama entre las dos Alemanias, coloca a Angela Merkel de apenas 36 años al frente del también recién creado Ministerio de Juventud y Familia. Das Mädchen (la chica), como la bautiza el mismo Kohl, en una actitud en si arrogante aunque carente de mala intención,- característica del que se sabe un patriarca poderoso- cumple con los requisitos para convertirse en símbolo manifiesto de la unificación alemana: Angela es mujer, joven y originaria de la extinta Alemania comunista.
Sus capacidades intelectuales así como su conducta disciplinada y rendimiento eficientísimo para cumplir con funciones laborales ya habían quedado probadas anteriormente cuando se desempeñó como vocera del Partido del Despertar Democrático (Demokratischen Aufbruch)– partido del que apenas un año antes, había tocado a la puerta y el cual, posterior a la luz verde de Michail Gorbatschow, se había aliado con el partido de la Unión Democrática Cristiana (“CDU”) en las elecciones federales de la República Federal Alemana.
Por su parte, el jurista Lothar de Maizière, (padre del que fuera ministro de defensa alemán hasta el 2013) nombrado en aquél momento sustituto de Kohl en su calidad de presidente de partido, destaca que fueron la inteligencia y la fiabilidad lo que le permitió a Angela Merkel “hacerse de una reputación, que la llevó a lo más alto”.

Mauricio Macri y Angela Merkel

Extranjera en su propio país y acostumbrada a las estructuras cuadradas e inamovibles de la Alemania comunista, Merkel acepta el cargo y se dedica a “estudiar” minuciosamente los códigos de comportamiento en la cultura occidental y su resultado a la hora de hacer política. Para la joven ministra, siempre discreta y metódica, la vida fuera de los laboratorios significó un cambio radical e intenso, el cual termina por rendir frutos en 1994 cuando Kohl la nombra ministra del Medio Ambiente y Naturaleza, ministerio creado como respuesta a la catástrofe ocurrida en Chernóbil y su primera oportunidad real para hacer política.
A lo largo de su carrera será precisamente el medio ambiente uno de los temas que dará testimonio de su destreza política, el cual si bien exhibe oportunismo, también denota una capacidad camaleónica para adaptarse a las circunstancias imperantes: en un principio como impulsora férrea de la energía nuclear a través de la promoción de un nuevo tipo de reactor nuclear en acuerdo con el gobierno de Francia y años más tarde, ya siendo canciller, revirtiendo sin pestañear la política energética de Alemania en dirección progresista hacia el desarrollo de la energía renovable como resultado de la catástrofe de Fukushima. Y esto a pesar de que meses antes, miembros de su gabinete habían extendido los contratos de las plantas nucleares por órdenes de la propia canciller. Dicha oscilación, dejó perplejos a todos y significó un altísimo costo económico por la premura y la falta de plan para sustentar el proyecto, sin embargo el beneficio político le vale la pena al hacer suyo el slogan “no a la energía nuclear” mina la base electoral del partido verde, ampliando así la de su propio partido. La jugada, es maestra.
A diferencia de otros políticos, para la científica del este, la apariencia física juega en poco o en casi nada un papel preponderante. Durante su ascenso, su personalidad moderada y su disgusto por el protagonismo, es confundido con la falta de ambición y es precisamente ese error de juicio, el que la catapulta hacia el centro del poder.
Uno de los momentos determinantes de su carrera política, sucede un año antes de que se introdujera el Euro a los mercados financiaros mundiales, cuando se descubre la malversación de fondos no declarados de cuentas en Suiza para la financiación entre el periodo de 1993 a 1998 de campañas de la CDU.
Corría el año 1999 cuando Helmut Kohl, en un acto propio de un líder de su categoría y ya debilitado por la derrota en las elecciones parlamentarias de 1998- contra su opositor, el socialdemócrata Gerhard Schroeder en coalición con el Partido Verde-, asume la responsabilidad del llamado escándalo de las cajas negras, negándose a revelar el nombre de los donadores y ofreciendo como única explicación, el haber dado su palabra. En el partido reina la confusión, sin embargo, sus filas terminan alineándose bajo la sombra del padrino y aún presidente honorario Kohl. No obstante, aquellos cánones impuestos por un sistema jerárquico patriarcal contrastan fuertemente con los inculcados a Merkel por su padre natural, el pastor luterano Horst Kasner. Para Merkel la deliberación es sencilla: la mentira no puede maquillarse de lealtad.
El 22 de diciembre del mismo año, la apenas en 1998 nombrada Secretaria General de la CDU y todavía sopesada como mera figura de transición, publica un artículo de una cuartilla en el diario alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung por medio del cual se deslinda del hombre más fuerte de la política alemana y con las palabras tan afiladas como la punta de una espada “la era de Kohl ha llegado a su fin” ejecuta a su padre político, con no menos dramatismo del que se es testigo en una ópera de Wagner.


El “parricidio” es calificado como traición por los viejos bastiones del juego político pero la emancipación causa sensación en la opinión pública. Si bien fue la brújula moral de Merkel o si se trató de un frio y despiadado cálculo ventajista, lo que no podrá negarse es lo que afirma el politólogo Gian Enrico Rusconi, que “Angela Merkel había servido diligentemente y con mérito” y que el haber enfrentado a aquél Goliat fue sin duda una prueba que requirió “valor extremo”.
Posteriormente en el año 2000, después de sustituir como presidente del partido a Friedrich Merz, desgastado por las pugnas internas, Merkel expone otra de sus valiosas cualidades: la paciencia. A sabiendas que una derrota frente a la popularidad de Schroeder era inminente en las elecciones parlamentarias, deja que sean las hordas del partido quienes elijan al candidato. El recién coronado Edmund Stoiber, presidente de la Unión Social Cristiana (CSU)- partido hermano de la CDU-, recibe a Merkel en su casa de Baviera y ella en un acto conciliatorio le otorga su bendición. Tras perder Stoiber las elecciones, Angela Merkel es reelegida en 2002 y sucesivamente en 2004 como presidenta de la CDU, asegurando con ello, la candidatura para las siguientes elecciones parlamentarias, mismas que gana un año después por tan solo un punto porcentual, quedando obligada a gobernar en coalición con el partido Socialdemócrata (SPD).
Durante un programa de televisión posterior a las elecciones, la actitud excedida, prepotente e incluso altanera (reprobable en la cultura alemana) de un Schroeder derrotado, lo exhibe en contraste con el elegante mutis de Merkel, el cual le vale la simpatía del público televidente, quien a partir de ese momento y a pesar de su desplome de popularidad producido por las medidas fiscales anunciadas en su campaña, comienza a identificarse con la mujer que desde 2005 hasta la fecha habría de gobernar la República Federal Alemana.
La canciller de las crisis, comienza su mandato en un andante moderato, que vive de la estabilidad de las reformas implementadas por Schroeder y que ni las circunstancias del desequilibrio económico del 2008 son capaces de tornarlo en un presto marcato. Durante las semanas que acompañaron la cadena de sucesos del desplome financiero provocado por la burbuja inmobiliaria creada por los créditos desordenadamente otorgados por los bancos en los EE.UU, el ex presidente francés Sarkozy, que apenas había asegurado la presidencia del Consejo de la Unión Europea, daba muestras de nerviosismo y activismo irritables. Ni Sarkozy, ni el presidente del Banco Central Europeo, Jean Claude Trichet, ni el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, o el aquél entonces ministro británico Gordon Brown procuraban respuestas concretas al problema. Frente a la amenaza del efecto dominó en los bancos europeos la canciller toma su tiempo para reflexionar. Finalmente accede a una reunión en Paris, posterior a la cual en rueda de prensa al lado de su Ministro de Finanzas Peer Steinbrück, declara en absoluta serenidad: “Me alegra informar que en los próximos meses seremos capaces de cambiar las normas de contabilidad para dar mayor seguridad a los bancos” además, anuncia que habrá consecuencias para aquellos que hubiesen realizado operaciones irresponsables- y las hubo. De frente a las cámaras garantiza a los ahorradores que sus depósitos están seguros y pone al gobierno federal alemán como aval.
Con esta mentira “pragmática”, Merkel evita la fuga de capitales a la par que conseguía de manera expedita la promulgación de una ley elaborada para rescatar a los bancos alemanes y protegerlos del debacle económico. La primera crisis quedó superada y con esto Merkel asegura su reelección en 2009.

Frase histórica de Angela Merkel: «Si cae el euro, cae Europa»

Mientras la economía alemana se desarrollaba satisfactoriamente, en 2010 Grecia estaba a punto del colapso, extendiéndose la crisis a Irlanda, Portugal, España e Italia y colocando al bloque europeo en riesgo. En un papel cada vez más protagónico, y dado que las contribuciones más fuertes vendrían de Alemania, la canciller alemana declara: “Grecia no está sola”, ofreciendo ayuda económica a cambio de imponer un plan de rescate basado en principios de austeridad y ahorro. En el parlamento europeo, se discute la vía del Eurobono, un sistema que permite a países con economías débiles contraer deuda a tasas de interés sostenibles -del cuál Martin Schulz, candidato de la SPD en las pasadas elecciones del 24 de septiembre de 2017 es partidario- pero Merkel hace patente su dominio pronunciando la frase histórica: “Si cae el Euro, cae Europa” y con esto logra imponerse. A pesar de todo y en gran parte porque la economía alemana seguía creciendo, Angela Merkel es reelegida por tercera vez en 2013. Empero, lo que en años pasados hubiese sido arriesgado para la estabilidad de la Unión Europea (UE), hoy en términos económicos posterior al Brexit, podría ser devastador. Por ello, después de una reunión con Merkel el pasado mes de febrero, Christine Lagarde, directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), declaró que respecto al último y cuarto paquete de ayuda de 8,5 mil millones de euros, sería el FMI y no Merkel quien dicte las reglas del juego.
Así pues, si Grecia continua siendo una piedra en el zapato de la canciller, el conflicto de los refugiados de los estados árabes, constituye el gran desafío de su mandato y su punto más vulnerable, contra el que actores políticos internos y externos como Trump, tiran a matar. Tras la implementación de la política humanista de fronteras abiertas de Merkel para dar asilo a los refugiados principalmente provenientes de Siria, el norte de Irak y Afganistán, en el periodo 2015-2016, 974,551 personas han recibido asilo respecto a los dos millones que lo solicitaron (Oficina Federal de Estadística Alemana 30.06.2017). Simultáneamente y de acuerdo a las cifras de la Policía Federal Alemana, en 2016 fueron cometidos 142,500 crímenes por migrantes, el equivalente a un aumento de más del 30% respecto al 2015 (Focus 4.11.2016).

Las cifras van en aumento, provocando como reacción el acrecimiento en popularidad del partido de derecha, el cual se presenta como la “alternativa” para Alemania, el AFD (Alternative für Deutschland), alcanzando en algunos estados como Baden-Württemberg hasta el 15% en la preferencia del electorado.
En la actualidad, fuera de la cuestionable estrategia en Libia para retener migrantes provenientes de África que no tengan posibilidad de asilo en la UE, el viejo continente carece de un plan de seguridad y de medidas administrativas eficaces para registrar y reubicar a los refugiados en los distintos países europeos.
Europa vive un ambiente de alerta constante, agravado por actos terroristas, el surgimiento de partidos de derecha y la falta de políticas de integración efectiva respecto a un gran número de los acogidos. Además, la situación ha empeorado por la tensa relación que se vive con la Turquía de Erdogan y con la caída del dictador libio Muammar el-Gadafi- en el pasado, ambos muros de contención contra las olas de migrantes provenientes por las vías balcánica y del mediterráneo, correspondientemente.
No obstante, la llegada de Emmanuel Macron al Palacio del Elíseo, abre nuevas posibilidades de modernización para una UE confrontada con nuevos retos y así lo valora Merkel. Contrario a los rumores sobre una rivalidad entre ambos mandatarios – propagada ejercida principalmente por el Kremlin- la mancuerna “Mecron” planea una reforma económica en la Eurozona y el establecimiento de nuevas medidas de seguridad cibernética y militar mediante la utilización de drones e incluso la construcción de un nuevo avión de combate. Al interior de Francia Macron deberá probar que sus reformas lograrán una mejora en la economía francesa (su popularidad en julio alcanzó solo el 35% ), por su parte Merkel deberá realizar ajustes y reformas en diversos ámbitos como en la industria automotriz y la energética pero sobre todo respecto al número de asilados y su integración en Alemania.
El AFD ha logrado su ingreso y de manera contundente en el parlamento alemán. La respuesta a la pregunta ¿Con quién-y qué coalición- gobernará Angela Merkel? la conoceremos en los próximos días. Por lo pronto, la joven que hace 28 años daba signos de serenidad en medio de la euforia que arrebataba a una Alemania dividida desde hacía 41 años, continuará haciendo historia. Sí, ella es la líder germana docta en ciencias, das Mädchen, hija de la maestra Herlind Kasner, la pequeñita que creció en las calles de Templin, la mujer de vestir modesto. La cuatro veces canciller. Angela, la más poderosa del planeta, la que alguna vez llamaron la niña de Helmut Kohl.