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Discurso de Gabriel Boric
Caracas. Planeta Joy
La capital de Venezuela se alza sobre cuatro siglos de historia que se filtran entre sus altas torres de concreto y cristal. Una ciudad de contrastes con paradisíacas playas cercanas y una interesante oferta gastronómica.
Venezuela es una tierra de apasionante variedad, con paisajes que rivalizan en cantidad y belleza con los de las regiones más importantes del continente. Y en ningún otro lugar del país como en Caracas se encuentra un despliegue semejante de actividad cultural, museos de clase mundial y variopinta gastronomía, desde los bares de arepas del boulevard Sabana Grande (famoso por sus cafés y tiendas de lujo) hasta la haute cuisine de zonas como Las Mercedes o El Rosal.
La capital venezolana, fundada en 1567 por Diego De Losada, se alza a unos 900 metros sobre el nivel del mar, en un largo valle que se estrecha de este a oeste. En un lado están las indómitas laderas color verde esmeralda del monte Ávila; del otro, el manto de los suburbios sureños. La altura y la proximidad del océano (unos 15 kilómetros más al norte) le dan a la ciudad su agradable temperatura.
En épocas pasadas, en especial durante los booms petroleros de los años ‘70 y ‘80, Caracas fue testigo de un crecimiento sin precedentes. Muchos de los edificios coloniales cedieron su lugar a relucientes rascacielos, aunque desde luego sobreviven joyas históricas entre las modernas sombras. Es una ciudad sofisticada y cosmopolita, de población multiétnica en constante aumento, que a pesar de los cambios mantiene su encanto singular, imán para visitantes de todo el globo.
SHOPPING, MUSEOS Y PLAYAS
La vida nocturna es activa y ofrece amplias opciones de diversión, desde bares hasta discotecas. El comercio marca el pulso y las compras son una pasión para muchos caraqueños, que pululan por distintos shoppings (como el Ciudad Tamanaco o el Paseo Las Mercedes) y mercados típicos, como el Guiacaipuro o el Chino. Caracas posee un clima agradable y soleado que muchos describen como “el verano eterno” y una exhuberancia natural que contrasta con el panorama urbano: hay flores de colores deslumbrantes a la salida del metro y ranitas que discurren por los árboles callejeros. Y la ciudad no es indiferente al turista, con mil encantos.
El norte caraqueño linda con El Ávila, monte de 2600 metros que alberga al parque Avíla Mágica y el Hotel Humboldt, al cual se llega por un teleférico; una gran atracción, al igual que el parque Los Chorros, o los zoológicos Del Pinar o Caricuao. Otros puntos imperdibles son la Catedral y el Palacio de Gobierno, rodeando la Plaza Bolívar en el centro, pleno de rascacielos y oficinas. Entre los museos (la mayoría en la zona de Los Caobos) se destacan el De Los Niños y el de Arte Contemporáneo. Como bonus, están las cercanas playas caribeñas, como la ineludible Chichiriviche, a 280 kilómetros, ideal para una escapada de un par de días. La célebre Isla Margarita, otro paradisíaco y obligado destino, está un poco más lejos y hay que acceder tomando un ferry desde Puerto La Cruz (a 300 kilómetros).
CARACAS GASTRONOMICA
Caracas tiene una vasta cultura gastronómica influida por la inmigración; hay de todo y para todos los gustos (y bolsillos). Los desayunos tienden a ser magros, al igual que las cenas; los platos fuertes se reservan para el almuerzo.
Entre los manjares locales, además de las conocidas arepas (hechas a base de harina de maíz, asadas o fritas, rellenas de queso, carne, jaleas u otros ingredientes), se destacan el pabellón criollo (arroz blanco, frijoles negros, tajadas de plátano frito y carne desmechada), las empanadas fritas con distintos rellenos y la ensalada de gallina. Son muy populares los frijoles negros (llamados “caraotas negras”), como guarnición o sopa. Otra delicia es la cachapa, panqueque de harina de maíz relleno con queso guayanés. Las bebidas clásicas son la chicha, la tizana (a base de jugo de frutas) y el guarapo de papelón con limón.
Si bien cada región tiene su especialidad, el denominador común es la hallaca, pastel navideño relleno con carne guisada y condimentado con aceitunas, alcaparras, encurtidos y pasas, todo dentro de una masa de maíz envuelta en hojas de plátano. Entre los postres se luce el famoso bienmesabe, torta de coco saborizada con marsala, tanto como los dulces de leche abrillantados de los Andes y las conservas, como por ejemplo el plátano, la batata y la guayaba.