domingo, 1 de julio de 2012
Cuestión de cultura: Patrimonio, legado y política

Antes de ser inaugurada, Ultimas Tendencias II salió del cauce del arte para ingresar en el de la política signada por el conflicto. Un viejo tema, el de las políticas de adquisiciones, que de mal crónico se convirtió en crisis aguda. Casi podría definirse con el refrán que dice que «segundas partes nunca fueron buenas». Obviamente, en alusión a la primera edición de Ultimas Tendencias, en 2002, cuando el país se desmoronaba tras la peor de las crisis de la que se tenga memoria. Entonces muchas puertas se cerraban y la escena del arte contemporáneo se transformaba de manera radical. Basta pensar en la edición 2002 de arteBA. Ultimas Tendencias I fue un éxito no opacado por ningún manifiesto, todo lo contrario, las obras donadas por los artistas contribuyeron a cubrir baches de la colección.

Laura Buccellatto, directora del Mamba, enriqueció con esa iniciativa el guión museológico, al tiempo que le daba visibilidad a un grupo de artistas a los que había apoyado desde muchas trincheras.Lo hizo desde su gestión en el ICI, cuando el sótano de la calle Florida era un espacio legitimador por excelencia, como lo fueron el Rojas, la beca Kuitca y Currículum 0, impulsado por Orly Benzacar. En estos años, se consolidó arteBA como feria de arte contemporáneo, se multiplicaron las clínicas, las publicaciones, se amplió la red de museos públicos y privados en todo el país y la «demanda» de arte se extendió a nuevos públicos. Quienes organizaron Ultimas Tendencias II, y esto es clave, se enfrentaban a otro escenario. Ni el museo ni el gobierno ni las expectativas eran las mismas. Tras años de marchas y contramarchas, el Mamba había inaugurado las salas de una ampliación demorada más de la cuenta, y no era tema de debate la política de compras. En materia de «adquisiciones» estaba fresca la acción de Fernando Farina al frente de Macro, de Rosario, que formó una colección con el pago simbólico de $ 500 pesos (unos 90 dólares). Una experiencia que no volverá a repetirse.

Por su naturaleza, el Mamba debía sintonizar con su tiempo y actualizar su patrimonio. Si se mira lo que pasa en el mundo, no fue otra la razón que determinó la ampliación del MoMa de Nueva York. Su director, Glenn Lowry, necesitaba incorporar los nuevos lenguajes para ser en el siglo XXI lo que había sido en el XX: un faro de tendencias. La piedra angular de las colecciones del Mamba, creado por iniciativa de Rafael Squirru, que fue por años un museo fantasma y sin sede, es la colección de Ignacio Pirovano. Fue invalorable el aporte de Antonio Seguí con la donación de sus grabados y otro tanto puede decirse de la colección de fotografía, cuya génesis fueron las donaciones de los artistas. Ultimas Tendencias 2002 le permitió al museo completar, al menos en parte, una línea de tiempo. Diez años después, la misma idea desata una polémica de final abierto. Que el reclamo genuino de los artistas no opaque esta edición. Una muestra ejemplar, que, más allá de las ausencias, brinda un panorama de la producción de los artistas en la Argentina contemporánea

Alicia de Arteaga (La Nación)