Por Baldwin MONTERO PLAZA, para SudAméricaHoy La puntualidad no es precisamente una característica de los bolivianos, pero esta semana un reloj ha concentrado el debate público en el país, compitiendo a la par con las noticias que llegan desde Brasil sobre los incidentes del Mundial de fútbol.
Se trata del denominado “reloj del sur”, un cronógrafo con números invertidos cuyas manecillas giran al revés del convencional que inicia su recorrido por la derecha y que el Gobierno ha decidido promocionar como uno más de sus instrumentos de descolonización. El argumento, según ha dicho el vicepresidente Álvaro García Linera: “convoca a pensar desde el sur”.
La iniciativa ya había sido
puesta en práctica durante la cumbre del G77+China que se realizó entre el 14 y 15 de junio en Santa Cruz, pero nada se sabía sobre ella hasta que el fin de semana los habitantes de La Paz notaron un cambio en el enorme reloj patrimonial del Palacio Legislativo: había sido sustituido por uno del sur.
Los medios de comunicación dedicaron amplios espacios al tema y entonces se conoció que
la iniciativa fue planteada en el gabinete de ministros por el canciller David Choquehuanca, dirigente indígena-campesino que en las redes sociales fue blanco de duras críticas, similares a las que recibió cuando en 2007
habló sobre el sexo de las piedras.Lo propio ocurrió en el ámbito político, donde los opositores lamentaron que hasta los bienes patrimoniales sean utilizados con fines políticos. “Lo que pasa es que quieren retroceder el tiempo para corregir los errores que han cometido”, ironizó el empresario Samuel Doria Medina, líder de Unidad Nacional y rival de Evo Morales en las elecciones generales convocadas para el 12 de octubre.
“Quieren cambiar las leyes universales del tiempo como pretendieron los jacobinos en la Revolución Francesa con el calendario gregoriano”, opinó la diputada opositora Norma Piérola.
Según Choquehuanca, poseedor de un
postgrado en historia y antropología y un diplomado en derechos de los pueblos indígenas, si bien puede interpretarse que la medida tiene un trasfondo político, el objetivo es
“simplemente retomar el orden natural de las cosas”.Argumentó que, a diferencia del norte, los vientos en el sur giran a la izquierda y que, a raíz de ello, las ceremonias andinas ancestrales se realizan con giros a la siniestra. “No es más que eso: volver al orden natural”, insistió. García Linera coincidió con el argumento, aunque puso como ejemplo la sombra.
Para Francisco Zaratti, director del Laboratorio de Física de la Atmósfera del Instituto de Investigaciones Físicas de la Universidad Mayor de San Andrés, el argumento es incorrecto, ya que en ciertas fechas del año la sombra en el sur también gira a la derecha. “Querer apoyar posiciones sociológicas, que pueden ser culturales y legítimas, en hechos científicos, no tiene ningún asidero. Es una impostura lo que está haciendo el señor Choquehuanca”, afirmó.
El presidente de la Cámara de Diputados, Eugenio Rojas, defendió la necesidad de cambiar las imposturas. “Tenemos que cambiar las formas de pensar”, dijo. El oficialista gobernador de La Paz, César Cocarico, también respaldó la idea como “parte del proceso de descolonización”.
Y mientras continúa el debate interno sobre la dirección que deben seguir las manillas y el trasfondo político que oculta el reloj del sur, la iniciativa descolonizadora ha provocado un nuevo roce con Chile.