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Discurso de Gabriel Boric
Santiago de Chile. Libio PÉREZ, para SudAmericaHoy (SAH)
Entre los centenares de globos azules y amarillos, la blanca sonrisa de Laurence Golborne era fiel reflejo del decisivo paso que dio este ingeniero el sábado pasado, cuando casi mil dirigentes y militantes de la conservadora Unión Demócrata Independiente (UDI), le proclamaron su candidato presidencial. Un rito que representa el disparo formal de salida de una carrera hacia las primarias de junio que espera ganarle a Andrés Allamand. Después, estará en la papeleta de la primera vuelta de las elecciones de octubre, donde competirán todos los candidatos que quieren suceder a Sebastián Piñera por un periodo de cuatro años.
La carrera desatada por el sillón a La Moneda tiene dos postulantes en el oficialismo. Aunque ninguno de los dos, según todas las encuestas, tiene posibilidades de ganar en octubre a la incombustible ex presidenta Michelle Bachelet. Pero ambos, ya se han embarcado en una frenética competencia donde no faltan los empujones y codazos.
Golborne y Allamand abandonaron el Gabinete de Piñera hace cuatro meses. Desde entonces, han sido proclamados una y otra vez. Golborne por la UDI, el partido mayoritario que le da sustento al Gobierno de Piñera y Allamand por el liberal partido Renovación Nacional, donde milita el actual gobernante. La procedencia del Gabinete ministerial es casi el único punto en común que tienen ambos postulantes al sillón presidencial por el que, cada semana, intentan mostrar sus habilidades y no ahorran oportunidad para darse de “golpes bajo el cinturón”.
Las diferencias entre ambos son notorias. Por lo pronto, en sus historias políticas. Allamand (abogado, 56 años) dió sus primeras batallas en la calle contra el Gobierno de Salvador Allende, cuando era un imberbe dirigente estudiantil. Golborne (ingeniero de 50 años) despegó con una meteórica carrera mediática recién en octubre del 2010, cuando se convirtió en el rostro gubernamental más publicitado del rescate de los famosos 33 mineros atrapados en una mina del norte. El primero carga con la pesada mochila de ser el prototipo de “político” que ha sido dirigente partidario, diputado, senador y ministro, mientras el segundo es catapultado por la prensa por su “simpatía”, su experiencia empresarial e independencia.
Las encuestas ratifican esa percepción. Golborne marca una intención de voto de 15 puntos contra su competidor, que solo llega a siete. Pero lejos de ambos destaca Bachelet, la más probable candidata opositora, que se eleva sobre los 54 puntos de intención de voto.
De Maipú a Vitacura
Golborne, lo recordó el sábado y cada vez que puede, procede de una familia que vivía en Maipú, una comuna de Santiago típica de clase media. En ese lugar su padre tenía una ferretería, donde ganaba lo suficiente como para dar una buena educación a sus hijos. Laurence, el menor de seis hijos, estudió en un colegio fiscal para luego continuar estudios de ingeniería en la Universidad Católica. Allí tejió las redes que lo llevaron al mundo de las empresas privadas, donde ocupó cargos de gerente en empresas de energía, en supermercados y finanzas.
Ya no vive en Maipú, sino en la pudiente comuna de Vitacura. Por eso es un convencido de que la vida “da oportunidades” y que el “espíritu emprendedor” todo lo puede. Su identificación con el “chileno medio” la refuerza con ejemplos de la diversidad política de su propia familia: una hermana comunista y un hermano partidario de la extrema derecha. Pero él se declara independiente.
Su escasa carrera política busca compensarla con los éxitos empresariales, al punto que confesó que días antes de ser llamado a ocupar el Ministerio de Minería cuando asumió Piñera, le habían ofrecido la Gerencia General del proyecto energético de HidroAysén, uno de los más resistidos por los chilenos. Antes, fue gerente general de Cencosud, un conglomerado del empresario Horts Paullman –la cuarta mayor fortuna de Chile-, donde enfrentó una demanda colectiva de consumidores por el aumento unilateral de intereses en las tarjetas de crédito. La empresa tuvo que pagar más de 30 millones de dólares, luego de un fallo judicial.
Aunque hoy lo niegan, los asesores de Golborne, cuando asumió como ministro, le recomendaron cambiar legalmente su nombre Laurence por “Lorenzo” para poder “marquetearlo” mejor y con mayor facilidad. Estaban en eso cuando el accidente de los 33 mineros lo puso en el pináculo de la fama. Desde entonces, todos vieron en Golborne un candidato que podía llegar lejos. “Es posible”, dice su recién estrenado eslogan de campaña, aunque nadie se ha detenido a explicarlo. ¿Suceder a Piñera, ganarle a Allamand, vencer a Bachelet? Golborne cree que es posible todo eso.
De la dictadura a la democracia
Pese a su encarnizada oposición al gobierno socialista de Salvador Allende –derrocado en 1973 por el general Augusto Pinochet– Andrés Allamand nunca ocupó algún cargo en la dictadura. Forjado en el temple de los jugadores de rugby, reapareció como fundador del Movimiento de Unidad Nacional, cuando percibió que la derecha podía ser arrastrada a un barranco por Pinochet. Desde esa plataforma promovió el diálogo con el centro político y en 1985 participó en el “Acuerdo Nacional para la democracia plena”, instancia que alentó la idea de realizar elecciones libres. El proyecto no fructificó y cuando Pinochet decidió realizar el plebiscito de 1988 no dudó en apoyarlo, pero antes fundó el partido Renovación Nacional, con sectores de la derecha liberal.
Terminada la dictadura logró elegirse como diputado mientras presidía su partido. En su intento por transformarse en senador por Santiago, fue derrotado por la UDI y decidió partir a Estados Unidos. De ese periodo es su libro “La travesía por el desierto”. Innato animal político, se rearmó y logró hacerse elegir senador en el 2006 por un periodo de ocho años. No alcanzó a terminar su mandato cuando Piñera le llamó para integrarse al Gabinete como ministro de Defensa. El Presidente necesitaba dirigentes políticos con trayectoria para darle peso a su Gobierno, luego del fracaso de un diseño que privilegiaba un “equipo de excelencia” formado por tecnócratas llegados de la empresa privada. El mundo de donde salió Golborne.
Si el candidato de la UDI saltó a la fama por el accidente de los mineros, una tragedia aeronaútica en septiembre de 2011 facilitó la carrera de Allamand. Un avión que llevaba a destacadas figuras de la televisión y a su propio cuñado, capotó y no hubo sobrevivientes. Allamand como ministro de Defensa se puso a la cabeza de la búsqueda de los restos del aparato y las víctimas.
“Espero que esta sea una carrera donde valgan las trayectorias y no sea una competencia de simpatías”, dijo Allamand en uno de los momentos más tensos de la aún incipiente campaña por la nominación presidencial de la derecha. Aunque tanto él como Golborne, saben que el verdadero hueso duro de roer, al que deberán meterle el diente después de junio, será Bachelet. Cuarenta puntos de ventaja son muchos en la pista electoral.