viernes, 8 de agosto de 2014
El nacimiento de un hombre


Carmen pequeñaPor  Carmen DE CARLOS, para SudAméricaHoy (SAH)

Un hombre, de 36 años, descubrió esta semana quién era. La ciencia permitió que pueda decir en voz alta, sin temor a equivocarse, quiénes fueron su padre y su madre y quiénes son sus abuelos y sus tíos. Ese hombre fue secuestrado a las pocas horas de nacer y entregado, -se desconoce el procedimiento-, a un matrimonio de peones de campo. La noticia, contada así, únicamente puede despertar sentimientos de alegría y felicidad en cualquier persona y país y del mundo.

La noticia puede completarse con más datos que son los que inclinan, en Argentina, la balanza de la solidaridad unánime hacía otro lado. El hombre resultó ser nieto de Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo y militante kirchnerista. Al hombre, cuando era un bebé, le secuestraron miembros de las Fuerzas Armadas durante la última dictadura (1976-83). El padre y la madre biológicos pertenecían a la organización guerrillera Montoneros. Ambos fueron primero atrapados y después asesinados. No fueron detenidos ni juzgados.

Vaya por delante que los comentarios de estos días, a raíz de la noticia, fueron mayoritariamente positivos. En general la gente, independientemente de su pensamiento político, lo primero que celebró fue que Ignacio Hurban, ese hombre, sea quien es. Dicho esto, he leído y oído expresiones diferentes.

En ese abanico de opiniones  sobresalen, especialmente en Facebook, críticas, insultos y ataques a Estela de Carlotto. Hay muros en los que se rescatan vídeos de la Presidenta de Abuelas de Plazo de Mayo con declaraciones en defensa de la guerrilla y otras donde compara la actuación de Montoneros con conductas propias de “héroes” y hasta con “San Martín”. En algunos casos recogieron el audio de frases como ésta con la que Carlotto zanjó abruptamente una entrevista con Ernesto Tenembaum: “Lo malo fue el terrorismo del Estado y lo bueno que hubo una juventud que dejó la vida y nos posibilitó la democracia” .

Diferentes personas optaron por rescatar sus intervenciones sobre los hijos adoptivos de Ernestina Herrera de Noble (Clarín) a los que llego a acusar, equivocadamente, de serlo de desaparecidos: Son parte del ocultamiento de un delito. Las pruebas del delito las llevan en su cuerpo y no las pueden ocultar», aseguró. Más de un argentino tendió un manto de sospecha estos días sobre los exámenes de ADN  y hasta vinculó sus dudas sobre el Banco Nacional de Datos Genéticos, a los puestos que ocupan en la Administración tres hijos de Carlotto. Los ejemplos negativos no fueron pocos aunque, como dije, la mayoría de los comentarios eran conmovedores.

La evolución pública de Estela de Carlotto o su metamorfosis se produjo al mismo ritmo con el que el matrimonio Kirchner fue asentándose en el poder. Antes, esto es, hace una década larga, Carlotto jamás habría hecho declaraciones como las mencionadas ni actuado como lo hizo con Marcela y Felipe Noble. Esas cosas las dejaba para Hebe de Bonafini. Su voz , la de Carlotto, era la de la prudencia, reflexiva, sensible y únicamente se alzaba para defender el objetivo de su agrupación: Buscar a los nietos, a los únicos desaparecidos que quedan con vida y que se hiciera justicia.

Que en la Argentina de hoy, frente a una situación tan tremendamente conmovedora como la de Ignacio/Guido, se imponga –aunque sea en una minoría- el rechazo y la crítica envueltos en el papel del rencor y la desconfianza, da qué pensar. Resulta llamativa la cascada –porque son menos pero son muchos– que prefirió arremeter contra Carlotto antes que celebrar la existencia de su nieto.

Quizás, habría que preguntarse por qué hay gente que frente al trabajo de los médicos que realizaron los exámenes de ADN siente, a estas alturas, dudas de su honestidad. No sería mala idea empezar a buscar respuestas por casa. Me refiero, claro, a la del poder y analizar los efectos que éste genera cuando se concibe y se ejerce como se viene haciendo desde hace una década larga. Entre tanto, sería bueno que el mundo y Argentina con él, brindarán porque un hombre, Ignacio/Guido, o como elija llamarse, ha vuelto a nacer y su abuela, por fin, le pudo abrazar.