viernes, 26 de septiembre de 2014
Dilma Rousseff, el desafío es mantener el poder del PT
Dilma Rousseff

Dilma Rousseff, presidenta de Brasil

Sao Paulo. Por W.GARCÍA MONTOYA/I. PERALES/Efe/SAH

Con un perfil más técnico y de administradora -pese a sus fracasos- la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, busca este domingo su reelección. El desafío no es poca cosa, incluye mantener al Partido de los Trabajadores (PT) en el Gobierno tras 12 años.

Esta economista aparece como favorita para obtener la mayoría de los votos en la primera vuelta pero sin la ventaja suficiente para garantizar la elección y por ello deberá disputar una segunda ronda electoral.

Las encuestas para la segunda vuelta señalan también una ventaja para Rousseff sobre la ecologista Marina Silva, del Partido Socialista Brasileño (PSB). Esa diferencia se amplia si, finalmente, hay una sorpresa y Aécio Neves pasa al segundo «turno».

Economista de 66 años, con fama de antipática y sin una carrera política en cargos electivos, Rousseff consiguió en su primer mandato vencer gran parte del obstáculo surgido por su falta de carisma al lograr edificar un perfil propio lejosa de la sombra de su padrino político, Luiz Inacio Lula Da Silva.

El ex presidente apostó todas sus cartas a esta mujer hace cuatro años. Lo hico, incluso, con detractores dentro del propio PT. Fue suficiente para imponer su voluntad y designar a su elegida. Dilma Vana Rousseff Linhares asumió la candidatura después de haber ocupado los ministerios de Minas y Energía y de la Presidencia durante los ocho años de Gobierno de su mentor.

Hija de un inmigrante búlgaro y de una docente brasileña, Rousseff se convirtió, después de 35 hombres que la precedieron en el cargo, en la primera mujer en gobernar el mayor país latinoamericano.

Llamada también «Dama de Hierro» por su carácter, a veces frío y seco, alejado de la formalidad de la política tradicional, Rousseff pudo convivir con el peso político dejado por su antecesor, para muchos el líder más carismático de la historia reciente del país.

Su asunción al cargo más importante agradó entonces a los mercados -hoy no la quieren-, por sus antecedentes como ministra y su perfil profesional de orientación económica. Como jefa de Estado Rousseff demostró habilidad para conducir los intereses políticos dentro del Gobierno, particularmente a través de alianzas partidarias.
En su gestión, la seguidora del club Atlético Mineiro de Belo Horizonte -su ciudad natal- y del Internacional de Porto Alegre -su cuna política- encontró retos económicos como la desaceleración del crecimiento, que pasó del 7,5 % en 2010, el año anterior al inicio de su mandato, a una tasa inferior al 1 %, por no decir cero, proyectada para 2014.
Para mantener el control inflacionario dentro del límite máximo fijado por el Gobierno, Rousseff tuvo que invertir la trayectoria de descenso de los intereses en su primer año de Gobierno, que llegaron con diez reducciones consecutivas al histórico mínimo del 7,25 % anual, y elevarlos al actual 11 %.

Otro de los desafíos de Rousseff fue afrontar una ola de denuncias de corrupción que salpicó a miembros del Gobierno y en su discurso fue dura en defender las investigaciones que la llevaron a pedir la dimisión de siete de sus ministros.
Ante la serie de protestas multitudinarias que se desató en junio de 2013, motivadas por el alza de los pasajes de autobuses en Sao Paulo y luego multiplicadas por otras reivindicaciones, Rousseff hizo frente y dio la cara ante la situación, con propuestas para una serie de pactos como la reforma política, que no salió del papel.
Ese gesto de encarar las manifestaciones hizo rápidamente que su popularidad, que bajó del 70 % al 30 %, pudiera recuperarse y situarse cerca del actual 40 %.

El pasado día 12 de junio, durante la apertura del Mundial de fútbol Brasil 2014, cuya organización defendió a capa y espada, mostró otra vez su temple al soportar estoicamente los insultos de miles de personas que, en el estadio, corearon groserías contra ella.
Un día después respondió con elegancia y carácter: «No serán los insultos los que me van a intimidar» y recordó que en su vida enfrentó «situaciones que llegaron al límite físico», como sus tres años en prisión, con 22 días consecutivos de torturas, por sus vínculos con grupos guerrilleros alzados contra la dictadura. esa expriencia, de la que antes no quería hablar, ahora la utiliza como baza de campaña.

Pero detrás de esa gobernante «dura» hay también una abuela dulce cuando está con su único nieto, Gabriel, de cuatro años, jugando en los jardines del Palacio de la Alvorada o en Porto Alegre, donde vive su hija.
No todos saben que, en su corazón, vive una mujer con espíritu de aventura que se «libera» sobre una Harley-Davidson, se escapa de sus escoltas y aprieta el acelerador en las calles de Brasilia. Algunos le reprochan que, esa misma velocidad, no haya sido capaz de aplicarla para la economía de Brasil.