EL VIDEO
Discurso de Gabriel Boric
Por Hugo COYA, para SudAméricaHoy (SAH)
Han transcurrido 25 años y mi memoria sobre aquellos días es tan fresca, como si se tratarán de acontecimientos recientes. La noche del 9 de noviembre de 1989 estaba comenzando cuando llegué a Berlín para cubrir aquellas históricas jornadas como enviado especial de la agencia de noticias United Press International (UPI).
Desde el aeropuerto, nos trasladamos inmediatamente hacia el epicentro de las manifestaciones. No había tiempo que perder ya que todo sucedía vertiginosamente y, cualquier demora, podía ser la diferencia entre ser o no testigo de aquellas noticias que trascienden hacia la posteridad.
A pesar de las bajas temperaturas, el clima era de fiesta, turbas — cerveza en mano — bailaban y cantaban del Muro de Berlín, la puerta de Brandenburgo y otros lugares de la ciudad. Numerosas personas con picos y combas iban y venían por las calles con pedazos de muro, como si fueran trofeos de guerra.
Al observar la credencial de prensa que colgaba sobre mi pecho, una anciana, con los ojos enrojecidos, se me acercó, tomó mi mano y me dijo algo en alemán, lo cual sólo conseguí entender con la ayuda de un traductor. “Dios es grande. Él me está permitiendo ver esto. Ahora puedo morir tranquila”, me dijo y siguió su camino con una expresión de felicidad en su rostro que aún, a pesar del tiempo transcurrido, recuerdo con emoción.
El Muro de Berlín había caído, transformándose en una multitudinaria celebración de la vida sobre la muerte, en una victoria de la libertad sobre la opresión.
Generaciones enteras de alemanes habían crecido divididos económica e ideológicamente. Pero la división alemana era también algo mucho mayor: la división del mundo, un mundo bipolar creado durante la Guerra Fría, donde pendía la amenaza nuclear, los espías y la disputa hegemónica de los modelos comunista y capitalista.
Casi 200 personas habían fallecido por disparos en la espalda al intentar cruzar a Berlín occidental desde el lado oriental, pero unas 5.000 lo consiguieron desde su construcción en 1961.
25 años de este episodio, 25 años para que los seres humanos recordemos la importancia de la libertad. El mundo se hizo más abierto, más globalizado.
Pero ¿Realmente cambió? El fin de ese bipolarismo no fue suficiente para derrumbar otros muros que aún mantienen a la humanidad dividida como el hambre, la pobreza, la desigualdad, otras guerras, las violaciones a los derechos humanos, otras catástrofes. Los seres humanos parecemos predestinados a derrumbar algunos cercos para construir otros que nos sigan dividiendo y exterminando.
Esperemos que, algún día, esos muros también sean derrumbados y que la caída del Muro de Berlín haya sido apenas el instante precursor de nuevos tiempos para la humanidad.