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Discurso de Gabriel Boric
Había recibido varias amenazas y sabía que la muerte le podía sobrevenir en cualquier momento. Muchos no le creyeron o prefirieron ignorarlas, pero nacer en medio de la selva amazónica te enseña que los truenos siempre llegan antes de que se desate la tormenta… y él ya había convulsionado suficientemente la tierra para desatar la peor de las tempestades.
Entonces se preparó para lo inevitable. Reunió a sus familiares, amigos y sus compañeros caucheros del poblado brasileño de Xapuri, en el estado de Acre, cerca de las fronteras con Bolivia y Perú.
“Si bajara un enviado del cielo y me garantizase que mi muerte fortalecería nuestra lucha, diría que hasta valdría la pena”, les dijo, poco antes que dos sicarios contratados por los hacendados Darly y Darcy Alves da Silva irrumpieran en su casa y lo acribillaran ante su esposa e hijos el 22 de diciembre de 1988.
El trabajador cauchero Francisco Alves Mendes Filho, mejor conocido como Chico Mendes, había luchado contra la tala ilegal, defendido la Amazonía en foros internacionales y moría para convertirse en un símbolo mundial de la lucha pacífica contra la destrucción del ambiente.
Su muerte, efectivamente, se transformó en uno de los grandes hitos que precedieron a las cumbres internacionales contra la devastación ambiental del planeta a manos de los hombres.
Danielle, la esposa del entonces presidente francés François Mitterrand, convocó en diciembre de 1991 a una conferencia internacional en París, denominada Racines De L´Avenir (Raíces del futuro), predecesora de la mayor cumbre mundial sobre el ambiente realizada en la década de 1990, la Cumbre de la Tierra o Río´92, la cual abrió paso al Protocolo de Kioto en 1997 sobre el Cambio Climático y las Conferencias de las Partes o COP, cuya versión número 20 se realiza en Lima.
Ha sido un largo camino en la lucha que emprendieron personas como Chico Mendes y otros que sucumbieron por buscar que los propios seres humanos no sigamos destruyendo la Tierra.
Muchos encuentros internacionales, muchas marchas, muchas protestas, muchos estudios científicos, muchas advertencias, muchas muertes, pero, salvo los tímidos ofrecimientos de los países de reducir la emisión de los gases que provocan el calentamiento global y el cambio climático, poco se ha avanzado concretamente en esta materia.
Sin embargo, aún queda la esperanza que el terreno que está siendo abonado en Lima sea lo suficientemente fértil para que el próximo año en la capital francesa, en la COP´21, los gobiernos de todo el mundo se comprometan a hacer, realmente, lo posible para evitar que nuestros nietos no conozcan cómo era nuestro planeta apenas por los libros de historia y que la muerte de Chico Mendes ni de ningún otro ecologista no haya sido en vano.