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Discurso de Gabriel Boric
Se acercan las fiestas de fin de año y los seres humanos aprovechamos estas fechas para hacer un balance del año vivido y una lista de deseos y pedidos para el próximo año.
Producto de la más pura tradición europea y luego sazonada con algo de marketing norteamericano, existe una costumbre de pedirle a Papá Noel una lista de regalos y deseos para el próximo año.
A modo de reafirmar nuestra profunda raíz latinoamericana y nuestra pertenencia a una cultura hija en primer orden de nuestros padres Incas, señores y gobernantes del Tahuantinsuyo, quiero elevar mi plegaria de deseos y pedidos al dios padre Wiraqocha, al fin de cuentas el Dios más antiguo de toda América.
A Wiraqocha quiero pedirle que al pie del obelisco (el gran árbol de navidad de la Argentina) el 24 a las doce nos deje de regalo a todos los argentinos altas dosis de intolerancia, un baño completo de antiimperialismo y kilos y kilos de irresponsabilidad.
Intolerancia en altas dosis para despertarnos a todos de la pasividad casi cómplice ante la corrupción tanto de gobernantes como gobernados, porque hoy somos tolerantes no solo con los funcionarios corruptos sino también con aquellos ciudadanos que de una forma u otra siempre han vivido como parásitos del poder de turno, sin importar la ideología gobernante, sin importar si eran gobiernos democráticos o dictatoriales. Ellos han sabido hacer sus negociados a la sombra del poder y en las penumbras de lo ilegal, para luego llevarse sus dólares a países que han sabido construir sus imperios abrazando las ganancias de los corruptos del mundo.
A Wiraqocha le pido que nos inunde de intolerancia para explotar en un grito de rabia que transforme la complacencia actual en denuncia futura que desate una búsqueda irrefrenable de Verdad y Justicia.
El baño completo de antiimperialismo, para que el mismo penetre por nuestros poros, se mezcle con nuestra sangre y nos permita levantarnos contra el imperialismo, contra el peor imperialismo que puede azotar a una nación y es el imperialismo de la mediocridad, de la hipocresía y la codicia de sus dirigentes políticos, sindicales y empresarios.
A Wiraqocha le ruego que nos permita empaparnos de un rabioso antiimperialismo que sacuda y haga temblar los vicios de nuestra sociedad.
Mi último pedido al Dios creador de todo lo que vive en nuestra Latinoamérica, es que alimente a sus hijos con kilos y kilos de irresponsabilidad que nos vuelvan ciudadanos absolutamente dispuestos a romper con el pasado, rebeldes y profundamente revolucionarios.
Wiraqocha, tu que le diste vida a todo lo que existía en el Tahuantinsuyo, tu que viste crecer a nuestros padres Incas, te pido que vuelvas a hacer que nos hierva la sangre, como lo hiciste con Tupac Amarú y sus hermanos, y podamos entre todos construir una nación más Justa, más equitativa, menos hipócrita, mas solidaria y en una búsqueda permanente de la libertad.
Wiraqocha en vos confiamos.