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Discurso de Gabriel Boric
Sevilla (España). SAH/Efe
El escritor hispano-peruano Fernando Iwasaki considera que «los libreros de viejo sobrevivirán a la hecatombe digital» y que, «a diferencia del libro impreso, un Kindle de segunda o tercera mano siempre será un cachivache«.
Como cada año, la Universidad de Sevilla, en complicidad con los libreros de viejo de la ciudad andaluza, publicó un volumen que es una suerte de homenaje a los libros de lance y a la educación sentimental de lectores y escritores. El de esta edición, titulado «Somos libros, seámoslo siempre», le correspondió a Iwasaki, historiador de formación y escritor de vocación.
El autor piensa que un libro como el suyo, «dedicado a los libreros de viejo, las librerías de lance y la papelería de los ropavejeros puede permitirse el lujo de ser talibán en la defensa del libro impreso».
«Cada vez que alguien anuncia el fin del libro impreso y de las pequeñas librerías, sospecho que se refiere en realidad a esa parte de la industria editorial que nada tiene que ver con la literatura, como las memorias de los políticos, los recetarios de los periodistas, las novelas de los cocineros o los manuales de autoayuda», enumeró el autor.
Con la supervivencia de los libreros de viejo, que Iwasaki cree garantizada, saldrán ganando «los lectores de clásicos, de autores minoritarios y de todos esos títulos expectorados del supermercado digital por no haber vendido lo suficiente».
«Contra lo que algunos piensan, el libro impreso no es incompatible con los libros electrónicos», afirmó el autor de la novela de aires cervantinos «Neguijón», quien consideró con humor que «más bien, las incompatibilidades se dan en el propio mundo informático y digital», y puso como ejemplo que su «Word 2003 es incapaz de abrir un archivo docx» y Microsoft dejó «tirados a los usuarios de Windows XP».
Por ese cúmulo de circunstancias adversas, citó a Umberto Eco: «Yo no soy apocalíptico, sino solo un integrado que no está actualizado».
«Somos libros, seámoslo siempre», añadió, es «un homenaje literario a la letra del himno nacional de Perú, cuya estrofa comienza con la frase ‘Somos libres, seámoslo siempre'».
Él mismo diseñó la cubierta del libro con rótulos alusivos a librerías de viejo de Lima y de Sevilla, en una suerte de «‘collage’ de esquelas mortuorias de librerías», porque ninguna de ellas existe ya, «ni siquiera la limeña librería ‘El Virrey’ continúa en la calle Miguel Dasso».
«‘Somos libros, seámoslo siempre’ es lo más parecido a un desván o cuarto trastero, porque las librerías de viejo comparten un aire de familia con las casas de antigüedades, las tiendas de ultramarinos, los mercadillos de pulgas, las necrológicas de escritores y los trastos de escribir…», añadió el autor.
Iwasaki recordó que hace dos años, en uno de sus habituales artículos de prensa, ofreció un intercambio: Le daría un Kindle a quien le entregara un ejemplar de la edición de «Ocnos» que publicó la extinta Fundación Luis Cernuda en 1992, «pero el generoso lector que me la obsequió le tenía más espanto que yo al aparato: ‘¡No se lo deseo ni a mi nieto!’, me confesó horrorizado».