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Discurso de Gabriel Boric
Buenos Aires. Por Mar MARIN/Efe
Julio César Strassera, fallecido en Buenos Aires a los 81 años, será recordado por su histórica frase «señores jueces: Nunca más», pronunciada en el alegato final del juicio contra las Juntas Militares que marcó un hito en Argentina.
«Me siento orgulloso» de un juicio «único en el mundo» producto de una «decisión política única» que tomó el entonces presidente Raúl Alfonsín (1983-1989), revelaba Strassera en una entrevista en el 25 aniversario del proceso.
Julio César Strassera murió en Buenos Aires tras una larga enfermedad que le mantuvo apartado de la actividad pública en los últimos tiempos.
Nacido en 1933, este abogado tuvo una carrera meteórica en la Justicia que culminó con el Juicio a las Juntas Militares.
En la memoria de los argentinos ha quedado la imagen de este hombre delgado y de apariencia frágil que se enfrentó a los represores en un proceso que hizo Historia.
«Quiero utilizar una frase que no me pertenece porque pertenece ya a todo el pueblo argentino. Señores jueces: Nunca Más», dijo en su alegato final.
El fiscal trabajó en aquel proceso histórico con un equipo de jóvenes porque los funcionarios de carrera no se atrevían a acompañarle en esta aventura y basó su estrategia legal en los casos documentados en el informe «Nunca Más» de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), encabezada por el escritor Ernesto Sábato.
El juicio, entre abril y diciembre de 1985, terminó con penas de prisión perpetua para el dictador Jorge Videla y el almirante Emilio Massera, 18 años de cárcel para el general Roberto Viola, ocho para el almirante Armando Lambruschini y tres años y nueve meses para el brigadier general Orlando Ramón Agosti.
El proceso marcó a Argentina y marcó también la vida de Strassera, quien un año después abandonó el poder judicial para desempeñarse como embajador ante la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
En 1990 renunció en protesta por la decisión del presidente Carlos Menem (1989-1999) de indultar a los represores y volvió a ejercer como abogado y a trabajar para organismos de derechos humanos.
Simpatizante del Partido Radical y abiertamente enfrentado con el Gobierno de Cristina Fernández (peronista), en 2006 defendió al entonces alcalde de Buenos Aires, Aníbal Ibarra, en un juicio político que terminó con su destitución por la muerte de 193 personas en el incendio de una discoteca.
Desde entonces, mantuvo un perfil bajo y rompió su silencio en contadas ocasiones para criticar lo que consideraba una utilización política del tema de los Derechos Humanos por parte de Cristina Fernández.
«Estas causas no son complicadas, pero el Poder Ejecutivo no las quiere tratar. Le conviene prolongarlas ya que las quiere usar como bandera de los derechos humanos, de la que se ha adueñado», denunció en 2008.
En las últimas semanas, Strassera volvió a cobrar protagonismo al manifestar su adhesión a la marcha convocada por un grupo de fiscales en memoria de Alberto Nisman, muerto en circunstancias aún sin aclarar tras denunciar a la presidenta argentina por encubrimiento de sospechosos iraníes del atentado contra una entidad judía.
Metódico y ordenado, Strassera guardaba con celo en los cajones de la mesa de su despacho varios cuadernos manuscritos en los que fue anotando declaraciones, testimonios y detalles del proceso contra la Juntas.
Unos cuadernos que, explicaba, no pensaba sacar a la luz porque no tenía intención de escribir sus memorias: «Es una cosa que me cuesta mucho trabajo. Hay ciertas cosas que mejor no decir y he tenido cosas no muy agradables».
Secretos que Julio César Strassera se ha llevado a la tumba.