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Discurso de Gabriel Boric
Por Adolfo Athos AGUIAR, para SudAméricaHoy
Se intenta ponderar el impacto de las últimas iniciativas del Gobierno argentino, en la Justicia Federal, con la invención de nuevas Cámaras, asignación de jueces subrogantes, designación de acólitos y facultades desproporcionadas a la Procuradora General de la Nación.
Es problemático presentarla como el último asalto a la “Independencia Judicial”, sin recordar la parábola hindú de los seis ciegos y el elefante: cada intérprete la presenta como cree o le conviene percibir. Para el gremialismo judicial los dogmas de la independencia judicial son la jubilación diferenciada, la excepción al impuesto a las ganancias y la inmunidad por el contenido de las sentencias (Este último precepto ha recibido un shock en la Provincia de Buenos Aires, con el empujón a los Jueces de Casación).
Esta independencia ha sido más un pretexto que un principio. Conforme a la tradición institucional la independencia debería respetar tres niveles: la de cada Juez como individuo, la del Poder Judicial como sistema, y la de la Corte Suprema como organismo.
Roberto Gargarella identificaba hace casi veinte años (“La Justicia frente al gobierno”) un considerable número de factores de dependencia propios de nuestro país. A la burocracia, la jerarquía, el gobierno y el clamor popular podemos sumar las salas de profesores, las reuniones de padres, los barrios cerrados, las editoriales jurídicas, los congresos internacionales, las agrupaciones políticas, los clubes y una serie de nuevos grupos de pertenencia facilitados por el status medrante de la profesión judicial.
El oficialismo finaliza a los bifes * lo que antes disfrazaba de consenso, un proceso de concentración en el que tanto jueces como opositores han colaborado. Los jueces la iniciaron cuando se redujo la participación de los abogados en el gobierno del Poder Judicial. Los radicales cuando se eliminó la participación de la segunda minoría parlamentaria. Para quienes ahora se disfrazan de Héroes de la Independencia, baste examinar los votos y argumentos del Diputado Aguad (hoy referente opositor) y sus seguidores, en una serie que incluye el inexplicable Archivo del Poder Judicial o la manipulación de ternas para la Cámara Nacional Civil y Comercial. Operaron un mecanismo de relaciones de poder y tráfico de influencias en un clearing de favores, olvidando que la Independencia no se negocia, se gana.
Ese conjunto llevó a construir una pirámide, priorizando el “Poder” sobre la “Independencia” y concentrándolo ”por consensos”. Un mínimo de perspicacia debió alertarnos cuando las máximas autoridades judiciales acataron sin chistar la orden presidencial del decreto 191/2011, que los distraía de sus funciones superiores para redactar a plazo fijo un proyecto de Código Civil (Un elefante mayúsculo que va a pisotear una multitud de ciegos).
Intentamos proyectar el futuro de un Poder Republicano que viene a los tumbos y sus alternativas. Algunos doctrinarios y parlamentarios proponen una Emergencia Judicial que revise todo lo actuado en una década, que genera dificultades constitucionales mayores y una problemática legitimación parlamentaria.
El proceso seguido por todo nuestro sistema se realizó a contrapelo de un principio esencial común a la Democracia y a la República, el de Dispersión del Poder. La Democracia implica la dispersión del poder en cada ciudadano. La República, la de cada esfera de actuación del Estado en organismos diferentes, balanceados e inconfundibles. Quienes debían conservarla se consagraron a la tarea inversa. Si el Gobierno Nacional fue el beneficiario de ese proceso, ahora parece no alcanzarle y exige nuevas herramientas. No es que necesite impunidad, que el judicial argentino siempre ha garantizado, salvo que intuyan la necesidad de un escudo local contra una novedosa onda internacional contra el lavado de dinero.
El oficialismo enfrenta dos problemas: si pierde el Gobierno y su volumen parlamentario (nada le garantiza la lealtad de sus validos). Si lo conserva, el actual Poder Judicial es un artefacto de difícil operatividad, que ha perdido la diferencia entre los componentes y sus roles.
La oposición enfrentaría una solución planificada e integral para el sistema judicial, que requiere un respaldo político y –sobre todo- intelectual que hasta hoy no ha demostrado.
Surge una tenue hipótesis, sino esperanza:
La génesis de las instituciones no es estatal sino comunitaria. Las comunidades con excesiva homogeneidad -como es hoy la forense- no la toleran indefinidamente. Los individuos inician procesos evolutivos que las instituciones no pueden contener. Ejemplo obvio es el caso Siri (origen en nuestro medio de la acción de Amparo) impulsado por un abogado ante el Juzgado de Mercedes, esgrimiendo una norma provincial en plena Revolución Libertadora. Un conflicto menor se cuela por los intersticios de un sistema compacto y autoritario, produciendo un accidente afortunado. Por contrapartida, los continuadores de la Corte más prestigiosa y de mayor continuidad institucional de la Historia legitimaron el golpe de 1930.
Un sistema excesivamente homogéneo y rígido es más vulnerable a las irregularidades que un sistema disperso. El Poder Judicial no tiene herramientas para distinguir los Jueces valiosos que permanecen acantonados. Los Foros profesionales son sistemas abiertos más perceptivos que toleran mejor los exotismos. Cada vez que dos ejemplares se combinen pueden producir el accidente afortunado que inicie un micro proceso virtuoso. Paradójicamente, cuanto mayor sea la concentración de poder, mayor será la posibilidad que aparezcan los eventos de ruptura.
Juan Martín Guidi (Abogado de Siri) citaba a Ihering: “Sólo la voluntad puede dar al derecho lo que constituye su esencia: la realidad. Por eminentes que sean las cualidades intelectuales de un pueblo, si la fuerza moral, la energía, la perseverancia le faltan, en ese pueblo jamás podrá prosperar el derecho”.
*A los bifes, expresión argentina que significa a los golpes, a bofetadas.