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Gonzalo Domínguez Loeda
Medellín (Colombia), 15 jul (EFE).- La tradición oral pasa de padres a hijos en las culturas indígenas de Colombia, lo que ha permitido el nacimiento de una generación de poetas que muestran su compromiso por la paz en un país que busca la salida negociada al conflicto armado que lo azota hace más de medio siglo.
«Es como seguir viendo la luz a partir de ese tejido ancestral», explicó a Efe Lindantonella Solano, del pueblo Wayúu, sobre el tipo de poesía que hacen, fuertemente entroncado en la tradición de sus pueblos.
Para ella, su obra es como el «oleaje que es el de mar poética de la península» de La Guajira, situada en el norte de Colombia y en la que vive su pueblo.
De esas narraciones, «de esos cuentos que venían de los abuelos y que contaban todo lo que sucedía y pasaba en donde ella nació», proviene una tradición en la que Solano ha plasmado la situación de su pueblo, en el que la mortalidad infantil es muy alta y que sufre de lleno el conflicto armado.
Todo ello hizo que siguiera «el torrente de la poética» con el que transmite el dolor que sufrido por su pueblo y expresa la necesidad de «hace autopistas para el Postconflicto», período que debe iniciarse si el Gobierno y las FARC llegan a un acuerdo definitivo en las negociaciones que se llevan a cabo en Cuba.
Su labor se multiplica con el trabajo en varias escuelas, que son «semilleros donde la siembra de una mentalidad en las nuevas generaciones».
La voz de Solano sonó con fuerza durante el Festival Internacional de Poesía de Medellín, que celebra durante esta semana, y en la que también han tenido presencia otros poetas indígenas como Fredy Chikangana, del pueblo Yanacona.
Chikangana destacó que su pueblo está compuesto por «gente para los que el centro de nuestra vida ha sido la lucha por la tierra» y que han caminado a partir de muchas situaciones de violencia hacia unas reivindicaciones que prolongan su resistencia.
Eso les ha llevado a una lucha por su subsistencia cultural en la que la poesía «ha venido llegando en la medida en que desde muy niños nos acostumbramos a ver esa magia poética de los abuelos».
De sus antepasados recuerda como «los espíritus nos hablaban», una tradición que se transmitía por vía oral y que ahora se proyecta en su obra.
«En todas las culturas eso nos llama mucho, en la medida en que vamos caminando vamos observando esas situaciones, como nos llevaban», detalló.
Para el poeta yanacona se va creando unas imágenes, «primero desde el mundo de lo oral» lo que permite que quede un «hilo de la memoria».
«Luego las luchas de nuestra gente se lo va llevando en el corazón y uno va haciendo el ejercicio de mirar que las lenguas son como ese rico baúl donde uno va mirando los elementos que han mantenido esa historia», concluyó.
El Festival de Poesía de Medellín se inició el pasado 11 de julio y ha dado un espacio notable a poetas de diferentes pueblos originarios del mundo.