domingo, 20 de septiembre de 2015
Angustias y esperanzas se mezclan en nueva etapa del juicio Cóndor en Italia

Patrícia Álvares
Montevideo, 20 sep (EFE).- «Pisando el fuego»: así dijo sentirse la italiana radicada en Uruguay María Bellizzi, madre de uno de los desaparecidos durante las dictaduras del Cono Sur, entre 1970 y 1980, y cuyo testimonio está previsto esta semana en el reinicio de audiencias del juicio en Roma del llamado Plan Cóndor.
El proceso analiza el paradero de una veintena de suramericanos con ciudadanía italiana en el marco de dicho programa de represión política en América del Sur, en las décadas de 1970 y 1980.
«Estábamos siempre en esa angustia de ir para un lado y para el otro. Yo, en los primeros tiempos, lo que sentía… el suelo donde ponía los pies… Ardor, como si estuviera pisando el fuego, lo que sentía era eso, una impotencia, un desgarre tremendo», contó a Efe Bellizzi sobre los intentos de encontrar a su hijo.
En abril de 1977, a dos días de cumplir 25 años, el publicista ítalo-uruguayo Andrés Bellizzi desapareció en Buenos Aires, en donde entonces vivía, y nunca más fue encontrado.
Entre todos los organismos en donde buscó información sobre lo sucedido a su hijo, como jefaturas policiales y las Cancillerías de Uruguay y Argentina, María finalmente se enteró «extraoficialmente», a través de la embajada italiana, de que Andrés estaba detenido porque «se le acusaba de asistir a un acto no autorizado».
Ya habían pasado tres meses desde aquel abril de 1977 y no le dijeron nada más.
Retratos del joven, una colección de sus trabajos estudiantiles y otros recuerdos mantienen viva su memoria en la casa de su familia en Montevideo.
«Con este juicio internacional está saliendo a la luz todo lo que más o menos ya sabíamos. Entonces quedan establecidas cosas dentro de un juicio internacional, tiene su peso», consideró a Efe la hermana de Andrés, Silvia Bellizzi.
Madre e hija embarcan hacia Roma el próximo martes para aportar sus testimonios en la reinicio de las audiencias que empezaron el pasado marzo y fueron interrumpidas durante un receso en verano.
Están imputados en el juicio italiano 32 antiguos miembros y civiles vinculados a las Juntas Militares de Bolivia (1), Chile (11), Perú (4) y Uruguay (16), además del exdictador boliviano Luis García Meza (1980-1981), sumado posteriormente al proceso.
El llamado Plan Cóndor fue ideado por el general chileno Augusto Pinochet para que los regímenes dictatoriales en la región orquestaran de forma coordinada la represión a la oposición política en los años 1970 y 1980.
En Uruguay hay gran expectativa de que ese litigio logre condenar, especialmente, al exmilitar Jorge Néstor Troccoli, quien escapó de la Justicia local justo cuando iba a ser detenido en 2007 y viajó a Italia, país del que también tiene ciudadanía y donde ahora vive en libertad.
«(Troccoli) es, digamos, la estrella de la película que queda ahora. (…) No solamente por los casos de los ítalo-descendientes, sino que como él es italiano hay todo un grupo de uruguayos que se sienten afectados frente a Italia. Al tener la doble ciudadanía, también es un italiano que delinquió contra extranjeros», explicó Silvia.
Una posible condena de Troccoli y para los demás imputados puede significar justicia para los familiares de algunas víctimas, pero no necesariamente aclarar lo sucedido y ayudar a encontrar los cuerpos, ya que eso depende de que los acusados revelen informaciones que, pasados casi 40 años, siguen ocultas.
Solo en el caso de Uruguay, 192 ciudadanos siguen desaparecidos.
«Vamos a ser claros, ya hace 40 años, han muerto familiares, han muerto testigos y han muerto acusados. Se van terminando tanto las víctimas como los victimarios. En el caso de mi hermano aparecen acusados que hoy ya están muertos», lamenta Silvia.
«Nunca se va a saber. Pondrán a algún acusado ahí de cabeza, pero las personas que estuvieron trabajando, que hicieron el trabajo ese de hacerlos desaparecer, (es) muy difícil que se sepa. Los archivos están, pero si los archivos no aparecen, ¿cómo se puede saber? La verdad, ¿dónde está?», cuestiona su madre angustiada, a los 91 años de edad.