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Discurso de Gabriel Boric
Avanzamos, no al ritmo deseado, pero hoy tenemos una mejor sociedad. En lo político, se fortaleció nuestra democracia con fenómenos electorales inéditos como las candidaturas independientes que llevaron al primer “ciudadano” a la gubernatura de Nuevo León. Asimismo, se fortaleció la alternancia en los estados y congresos locales y se vigorizó el plurisistema partidista con la renovación de las dirigencias de cuatro organizaciones políticas, donde destaca el arribo a la presidencia de su partido del experimentado Manlio Fabio Beltrones.
En el ámbito económico, las reformas implementadas por el Presidente han iniciado un proceso de recuperación que acelera nuestro desarrollo. Fue el año con menor inflación en mucho tiempo, se lograron las más altas reservas monetarias, hubo una mayor inversión extranjera directa y menos dependencia de los recursos petroleros, se logró la estabilidad en el precio de la gasolina y una tendencia a la baja. México recobró en 2015 el liderazgo en los foros internacionales y abrió nuevos mercados en Asia y el Norte de África. A pesar de la fuerte crisis económica y recesión en Europa y la desaceleración de la economía estadunidense, nuestro país pudo sortear las consecuencias de ese crackfinanciero y mantuvo la estabilidad.
La Reforma Educativa avanza. El gobierno federal, en especial la labor del secretario de Educación, Aurelio Nuño, acabó con el mito de la CNTE (Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación) y su aparente impunidad. No sólo desfondaron su bastión en Oaxaca, sino también desarticularon su brazo financiero que les permitía las movilizaciones masivas en la Ciudad de México. Las evaluaciones se llevaron a cabo a pesar de los boicots, pero, sobre todo, hubo la voluntad política de recuperar la educación para millones de niños y jóvenes mexicanos que eran rehenes de seudomaestros que mantenían en el oscurantismo medieval al futuro de México.
En materia de seguridad, hay que destacar la estrategia del gobierno federal para abatir al crimen organizado, reducir la incidencia delictiva de alto impacto, recuperar los espacios públicos y regresar a la tranquilidad y paz social que nos fue arrebatada en los últimos doce años.
Las Fuerzas Armadas han jugado un papel fundamental en esta batalla, donde tuvieron que suplir las carencias de las autoridades civiles locales que abandonaron su responsabilidad gubernamental de brindar seguridad y protección a sus gobernados. La política de “dejar hacer, dejar pasar”, en el mejor de los casos, si no es que la cínica y abierta complicidad de las autoridades estatales y municipales incrementó los niveles de inseguridad e inestabilidad en varias regiones del país. Por ello tuvo que intervenir la Federación, a través del Ejército, para recuperar la función primordial de todo Estado, garantizar la tranquilidad y paz pública, así como defender la vida y patrimonio de los ciudadanos.
Los resultados están a la vista. En la administración del presidente Peña Nieto la incidencia delictiva se redujo en 12%, el índice de homicidios bajó en 22%, incluso, en la franja fronteriza norte en 45%, el robo con violencia de vehículos y el robo en carretera disminuyó más de 24%, el secuestro en 27% y las extorsiones han caído 30%. No es cosa menor el dato que 96 de los 122 delincuentes más buscados por la justicia, es decir 80%, han sido capturados o abatidos y ya no representan peligro para la sociedad.
Es alentador el anuncio del secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos, quien ordenó el retiro de los soldados en Tamaulipas y serán ahora las autoridades civiles quienes cumplan con la función de brindar la seguridad pública.
Para el resto de la gestión del Presidente de la República el reto será reducir aún más la incidencia delictiva y abatir al crimen organizado; para ello acelerará la profesionalización de los cuerpos de seguridad, concretará un sistema de respuesta inmediata a través del 911 en todo el país, se fortalecerá el nuevos Sistema de Justicia Penal, se garantizará el respeto y protección a los derechos humanos y se alentará la participación ciudadana en el diseño, implementación y evaluación de la política de Estado en materia de seguridad y justicia.
Hemos hecho a vuelo de pájaro un análisis de los que desde nuestro punto de vista sucedió en el 2015. Falta mucho por hacer, pero se inicia un nuevo año y los mexicanos tenemos la oportunidad de definir nuestro futuro, un futuro venturoso y promisorio que no puede depender, exclusivamente, de las políticas públicas de un gobierno, sino de cada uno de los ciudadanos. Debemos aportar nuestro mejor esfuerzo para avanzar en sociedad. Feliz 2016.