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Discurso de Gabriel Boric
El domingo 5 de junio se enfrentaron en segunda vuelta electoral, Keiko Fujimori y Pedro Pablo Kuczynski, este último resultó vencedor con 50,12% de los sufragios mientras que Keiko alcanzó 49,88%. La tendencia que otorgó la victoria a PPK -por muy estrecho margen- se mantuvo desde el domingo aunque hubo mucha cautela hasta que el jueves la ONPE (Organización Nacional de Procesos Electorales) confirmó que el resultado era irreversible. La campaña estuvo signada por los ataques. Alertas por el retorno de la corrupción fujimorista, el nepotismo y un eventual indulto a Alberto Fujimori se cruzaron con las acusaciones a ese candidato de la élite que “gobernará para los ricos”, le reprochaban. El populismo de derecha se enfrentó a la (centro) derecha liberal que en el último tramo logró el respaldo de la izquierda.
El fujimorismo está vivo y vivirá por largo tiempo. Keiko tardó una semana en reconocer públicamente el resultado, anunció una oposición responsable y denunció la campaña que desde el gobierno, los medios, las élites políticas y económicas se hizo en su contra y a favor de PPK. La derrota ha sido un duro golpe para ella. Con Humala perdió la presidencia por 3% y con PPK por 0,3%. Keiko, que obtuvo 40% en la primera vuelta frente al 20% de PPK, lideró los sondeos y la intención de voto de los peruanos. Todo parecía indicar que esta vez sí le darían la victoria. En los días previos el sentir popular expresaba incertidumbre y la idea de que cualquier cosa podía pasar. Y pasó.
Afloraron algunos escándalos en el seno del fujimorismo y la distancia entre los candidatos se hizo más corta. El secretario general de Fuerza Popular y financista de la campaña de Keiko fue vinculado con operaciones de lavado de dinero y su fórmula vicepresidencial editó y manipuló un audio con el que pretendía disminuir el escándalo, haciéndolo llegar a los medios para desprestigiar la denuncia periodística, causó el efecto contrario.
Los incidentes recordaron épocas de Fujimori y Montesinos. Se incrementaron las dudas sobre la transparencia de la candidata. Su familia más que contención mostró ferocidad y hubo quienes advirtieron del “canibalismo” del clan. Kenji, su hermano, más alineado al sector “albertista”, no votó por ella y anunció que sí Keiko perdía, él se lanzaría en 2020. Mientras todo esto sucedía, PPK abandonó el estado de letargo en el que parecía estar sumido.
Mario Vargas Llosa afirmó en su columna que la izquierda actuó de manera responsable y “salvó” la democracia en Perú. El escritor interpretó la victoria de PPK como la forma de evitar el retroceso y dar continuidad a un modelo que ha permitido mejoras ostensibles en lo político, económico e institucional. Habrá, sin embargo, quienes disientan de la apreciación del nobel de literatura y ex candidato presidencial respecto al fujimorismo. Él considera que ese no es un partido con ideas, ni programas y que solo tiene en su haber credenciales golpistas y delictuosas.
La izquierda fue resolutiva pero…
La izquierda fue decisiva al convocar la movilización social en contra de Keiko y definitiva con su llamado a votar a PPK para evitar el retorno del fujimorismo. Kuczynski debe estar agradecido. De todas formas, ese fue un apoyo coyuntural por las elecciones, Verónika Mendoza que lidera el Frente Amplio (20 congresistas), ya anunció que harán oposición democrática a PPK (18), que su ideario no los representa y que no harán parte del gobierno.
Mucho se habla en estos días del giro a la derecha en la región, pero mientras en unos países la izquierda va rumbo al abismo por sus errores, ineficiencia y corrupción, en Perú hay un renacer de la izquierda aunque todavía está por comprobar sí su lideresa logrará moderarse al punto de convertirse en una opción viable para el país. De hecho, Keiko no supuso una amenaza al modelo económico -ese no era el tema que definiría la elección- los mercados permanecieron tranquilos con su candidatura. La única que representó una amenaza real fue Verónika Mendoza que tan cerca estuvo de pasar a la segunda vuelta.
En el frágil sistema político de ese país –sin partidos políticos sólidos- hoy existe uno y es, justamente, la colectividad que lidera Keiko Fujimori, sostienen analistas y expertos. A Keiko se le ha reconocido respeto por la democracia y un trabajo intenso y de larga duración con sus bases en las regiones. La comparación con su padre es parcialmente injusta, tampoco dio señales de que -en caso de gobernar- llegase a instaurar una dictadura. La mayor preocupación tuvo que ver con la institucionalidad del país y la concentración de poderes, si se tiene en cuenta que el fujimorismo ya alcanzó la mayoría absoluta en el Legislativo con 73 congresistas -de los cuales hay 11 investigados por presunto lavado de dinero- de un total de 130. A la carga que supone su apellido se sumó el desprestigio de los integrantes de su movimiento -vinculados con su padre- y la indiferencia de ella a la hora de enfrentar la situación.
Un voto de protesta no significa ganar en gobernabilidad. El presidente electo hizo pactos con diferentes sectores que no le son afines y asumió compromisos que deberá cumplir. Su bandera de campaña apuntó a reducir la informalidad laboral (70%) y de lograrlo redundará en un mayor bienestar para los sectores menos favorecidos. Se han sugerido algunas cuestiones que precisan una pronta resolución: por un lado, la reforma electoral que evite la repetición de circunstancias como las de este proceso; y, por el otro, que el Congreso legisle para lograr mayor transparencia en las instituciones y un combate efectivo contra la corrupción; asimismo, que ese poder permita avanzar a la justicia de forma independiente en las investigaciones por corrupción.
PPK manejó la victoria con serenidad pues deberá buscar alianzas, probablemente con el partido de Keiko con el que no mantiene diferencias irreconciliables en lo ideológico o en lo programático como si sucede con el de Mendoza. Del presidente electo destaca su formación académica e intelectual, le critican la poca destreza política y su avanzada edad. Tal vez Kuczynski pueda transformar esas aparentes debilidades en fortalezas a la hora de conformar un equipo de alto nivel para gobernar con todo lo que esto implica -negociar, consensuar, dialogar-. Del éxito de su gestión -y de la valoración que de ésta haga la ciudadanía- dependerá el futuro próximo del Perú. El desencanto ciudadano puede dar lugar a una contienda entre un populismo de derecha y un populismo de izquierda. ¿Keiko dejará la vía libre siendo tan joven? Ella prometió seguir en la lucha. ¿Kenji Fujimori y Verónika Mendoza pueden llegar a disputarse la presidencia? El tiempo lo dirá.