EL VIDEO
Discurso de Gabriel Boric
Ha muerto Jaume Mor. Lo escribo y siento que miento al hacerlo. Jaume o Jaime, depende de donde se hubiera presentado, era un hombre diferente. Le conocí cuando estaba al frente de la sección de fotografía de El Periódico de Cataluña. Yo estudiaba COU en Londres que era lo que se llevaba entonces. Por mi 18 cumpleaños me regaló una caja enorme, envuelta con un lazo y él dentro. Me quedé sin palabras. Antes, me enviaba letras de Serrat en sobres de colores como si fueran poemas suyos. Se informaba de mis gustos musicales y lecturas (por entonces Barbra Streisand y Oriana Fallaci) y los colaba en la conversación como si tal cosa. Las coincidencias me parecían cosa del destino y no de su picardía. Nos desencontramos en una estación de “Underground” y ahora no recuerdo ni siquiera por qué. Me invitó a su primera boda y como veía que me resistía me mandó por correo los billetes y la reserva del hotel.
Cada tanto me llamaba por teléfono y yo le adivinaba su ánimo, sus separaciones y su último amor. Se fue a México y yo a Argentina. Nos vimos en algún punto del camino y siempre nos tuvimos al tanto de lo importante. Me contó la devoción por sus hijas y sus proyectos. Siempre había uno o varios nuevos. Tenía la cabeza llena de ideas y todas, como él, eran buenas. Jaume imaginaba y veía el nuevo mundo de la tecnología digital –y el otro- antes de que asomara. No tuvo miedo, era un descubrimiento más que supo infinito de inmediato. Lo miró como miraba a su alrededor, por todos los ángulos y niveles, por fuera y por dentro.
Creo que, pese a la última distancia entre Guadalajara y Buenos Aires, nunca le vi ni sentí que estuviera cansado. Vivía transmitiendo la sensación de que ese minuto que pasaba, como él, era único. Tenía razón.
Londres 1980
La noticia de su muerte en El Periódico