Por Stella MONTORO

Sin duda fue Juan Manuel Santos. El presidente de Colombia se ganó a pulso la distinción de personaje de Latinoamérica 2016. El recorrido fue un sendero que intentaron recorrer otros hace tiempo pero él fue el único capaz de llegar al final del camino. Le esperaba un acuerdo de paz con la cúpula de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). Lo celebró antes de tiempo y puso en una posición incómoda a los presidentes y jefes de Estado que, radiantes y vestidos de blanco, habían respondido a su invitación a Cartagena de Indias. El fracaso del plebiscito le obligó a cambiar de ruta y atender las demandas de los que, como Álvaro Uribe, Andres Pastrana y prácticamente la mitad de la población, pensó que se entregaba demasiado a cambio de poco. Limadas las aristas y corregidos los renglones torcidos del documento de La Habana, Colombia selló, de verdad, la paz con las FARC. La última peripecia de Santos fue no volver a abrir las urnas para escuchar la voz del pueblo. La de las FARC fue alta y clara y quizás, se dijo, sería mejor no correr más riesgos. Parece que acertó.