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Discurso de Gabriel Boric
Venecia. Por Ernesto PÉREZ, para SudAméricaHoy
Este año, el cine latinoamericano está presente en gran forma en Venecia pero sin posibilidad de aspirar a los premios principales que asignará el 9 de septiembre un jurado internacional presidido por la actriz norteamericana Annette Benning, ya que tanto “Zama” de la argentina Lucrecia Martel como el documental sobre su película, “Años luz” de Manuel Abramovich, se exhiben fuera de concurso.
Mejor suerte le cabe al también argentino Pablo Giorgelli con
“Invisible”, incluido en la reseña paralela oficial “Horizontes” con
jurado propio, presidido por el cineasta italiano Gianni Amelio (donde
también se exhiben los cortometrajes “Meninas formicida” del brasileño
Joao Paulo Miranda Maria y “Tierra mojada” del colombiano Juan Sebastián
Mesa Bedoya) o a la también argentina Natalia Garagiola que con “Temporada
de caza” puede aspirar tanto al premio de la Semana de la crítica,
reservado a primeras y segundas obras, como al León del Futuro a la mejor
ópera prima.
Chile y Colombia atraviesan de soslayo el festival, gracias
respectivamente a “Los versos del olvido” del iraní Alireza Khatami,
ambientado en los años de la dictadura de Pinochet y a “Loving Pablo”
del español Fernando León de Aranoa, que cuenta los amores de la periodista
colombiana Virginia Vallejo con el rey de la droga Pablo Escobar,
interpretados por esa gran pareja de actores españoles que se han conquistado
notoriedad internacional y que lo siguen siendo también en la vida real,
Penélope Cruz y Javier Bardem.
¿Qué pasaría si el mundo decidiera miniaturizarse del diez por ciento y disminuir en igual medida sus necesidades fisiológicas y alimentarias y su producción de desechos y de paso duplicando sus recursos económicos?
Esta utopía ecológica es la que propone Alexander Payne (dos veces ganador del Oscar al mejor guión y tres veces candidato al mejor director) en su nuevo film, “Downsizing”, que inauguró, con los mejores auspicios, el 74. Festival de Venecia.
Definida por su autor como “una sátira social de épicas proporciones
protagonizada por personajes de doce centímetros de alto”, “Downsizing”
es la historia de una feliz pareja, Paul y Audrey Safranek
(Matt Damon y Kristen Wiig), que decide incorporarse al creciente número de habitantes miniaturizados que viven en comunidades aisladas del mundo por temor a insectos y aves imposibles de reducir de tamaño.
Todo sería perfecto si a último momento Audrey decidiese no seguir a su
marido, quedándose en el mundo de los “gigantes” y condenando a Paul a
una existencia de single a pesar suyo en una lujosa mansión que carece de
todo sentido para él.
Pasan los años y Paul se habituará a su nueva existencia cuando, gracias
a un ruidoso vecino que se enriquece con el cambio de contrabandear artículos
del mundo exterior (un delicioso Christoph Waltz con divertido e inventado
acento croata), conoce y se enamora de una opositora vietnamita, miniaturizada
contra su voluntad por el gobierno de su país (Hong Chau) y que vive ayudando
a los pobres y los marginados que en esta utópica comunidad existen
todavía.
El film es algo más que una distopía provocadora y absurda. Es
una extraordinaria historia de amor y un llamado a defender a la
Naturaleza de su peor enemigo, el hombre, en un momento en el que los poderes
económicos y político deciden avanzar con sus proyectos destructivos en
nombre de la libertad y de un capitalismo salvaje desprovisto de reglas.
Payne se confirma como un guionista imaginativo y original, mucho mejor que
como director, empeñado solo en contar sin aspavientos una historia que
ostenta un mensaje de enorme actualidad.