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Discurso de Gabriel Boric
Venecia. Por Ernesto PÉREZ, para SudAméricaHoy
América Latina habló a dos voces en el 74
Festival de Venecia, la del mexicano Guillermo del Toro, que consiguió el aplauso más nutrido escuchado hasta el momento en el Lido con su conmovedora versión de “La bella y la bestia” en “The Shape of Water”, y la de la
argentina, Lucrecia Martel, que en “Zama” cuenta la triste historia, con pena y sin gloria, de la dominación española del subcontinente.
“Hay dos maneras de contar la vieja fábula de la Bella y la Bestia: una
es la clásica y puritana donde ambos hacen el amor platónico, y otro donde
hacen de todo pero yo quería un sexo natural y orgánico, algo que se
pareciese a la vida real, que es más compleja, pero sin perder de vista el
mundo de la fábula que es el lenguaje que elegí para el film”, aclara el
director, por primera vez invitado a concurso en Venecia, si bien el
seleccionador Alberto Barbera hubiera querido que “Crimson Peak”
inaugurara el festival en el 2015 pero los productores se opusieron.
“Mi película preconiza el triunfo del amor sobre el miedo y el cinismo
en un momento de la historia norteamericana donde con Kennedy parecía que se abría un futuro promisorio pero que se desvaneció con su asesinato,
volviéndose a hundirse en el racismo, el sexismo y el clasismo, los mismos
que hoy a quejan a la nueva América de Donald Trump” afirma del Toro.
“Yo soy mexicano y sé lo que es sentirse el otro, el extranjero, el
diferente y por eso todos los personajes positivos del film son diferentes,
una es muda y pobre, otra es negra, un tercero es homosexual y un cuarto es un monstruo”, enumera el director.
“Con Guillermo experimenté una extraña sincronía que podría calificar
como mágica – cuenta la protagonista Sally Hawkins – yo estaba escribiendo un
cuento sobre una sirena cuando mi agente me dijo que del Toro me estaba
buscando para el rol de una mujer que se enamora de un anfibio”.
“Yo busco en cine más imágenes y emociones que palabras” declara del
Toro, que no ha desistido de su sueño de filmar Pinocho.
“Cuando lo dije por primera vez hace 10 años, todos querían producirlo
pero como yo soy mi peor enemigo, cuando dije que quería hacer un Pinocho
antifascista en tiempos de Benito Mussolini, se borraron todos. Si alguno de
Uds. tiene 35 millones de dólares y quiere hacer feliz a un pobre mexicano
hablamos después de la conferencia de prensa”, declaró el cineasta con su
habitual sentido del humor.
Más seria será Lucrecia Martel, también ella debutante en Venecia, con
un film que sorprendió e intrigó al festival.
“Para que un libro pueda ser considerado un clásico debe intoxicar al
lector como lo hizo conmigo ‘Zama’ de Antonio de Benedetto y la única
manera de desintoxicarme era hacer una película”, confiesa la autora, muy
popular en Italia donde se ha visto toda su filmografía.
“Zama es un personaje prisionero de la propia identidad que se ha
inventado, como la mayor parte de la gente, una condición que favorece solo a
los psicoanalistas” declara la directora.
Autora de apenas cuatro largometrajes desde su “La ciénaga”, premiada
en Berlín en 2001 que la lanzó internacionalmente, Martel no comprende que
algunos periodistas se extrañen de lo que consideran una escasa producción.
“Yo creo que hacer poco, lento y bien es ecológico” asegura.
“Llevar al cine una novela como ‘Zama’, que esencialmente es un
soliloquio del protagonista, trae sus problemas porque necesariamente una
película debe concentrarse en lo esencial pero a la trama yo le agregué como
personaje a la naturaleza, cuya belleza a veces escapa a la atención del
común de los mortales pero que resiste a la acción destructiva del hombre”,
agrega.
Martel arrancó un aplauso convencido de parte de los periodistas
presentes cuando dijo que, “cada vez es más difícil hacer una película
ambiciosa, no solo artística sino también comercialmente, que no sea hablada
en inglés. No se piense que estoy en contra del inglés, que considero un idioma bellísimo, o del cine de Hollywood que ha hecho grandes cosas pero que también invade nuestras pantallas con películas de escaso interés. Solo que -matizó- parece como si los demás idiomas del mundo tengan que acogerse a un programa de protección de derechos humanos para poder sobrevivir en el mundo del cine”.
Para finalizar, añadió:“Mi película es un esfuerzo productivo considerable entre Argentina, Brasil y México con la ayuda de España, Francia, Holanda, Portugal y hasta de Estados Unidos pero no tenía sentido filmarla en inglés”, agrega.