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Discurso de Gabriel Boric
Por Ignacio PERALES, para SudAméricaHoy
El Papa fue a Chile, sabía lo que había y actuó como si no le importara. Buena parte de la sociedad y los abusados le boicotearon la visita pero Su Santidad hizo caso omiso de los atropellos aunque ahora le eche la culpa a sus obispos. Francisco continuó con Monseñor Barros, el obispo más señalado, a su lado en las tres misas que dio en Chile, país donde el catolicismo cayó en picado en los últimos años.
Francisco no puede decir que no sabía porque se lo gritaron en la calle y en los medios de comunicación. Bergoglio se coloco por encima del bien y del mal como si los abusos a menores fueran crímenes a los que se puede dar al espalda. Es difícil entender su comportamiento en Chile pero también el de ahora en el Vaticano.
La prudencia suele ser seña de identidad de un Pontífice pero eso es, precisamente, lo que le faltó a Jorge Mario Bergoglio, que siguió e insistió en su error de la Araucanía a Iquique. Los efectos se tradujeron en informes voluminosos y una imagen de la Iglesia en Chile y el resto de Sudamérica (dejaremos Argentina a un lado) lamentable. Parece que sólo cuando el Papa leyó esos papeles decidió dar un paso adelante y convocar y exigir a los obispos chilenos a que pusieran sobre la mesa una renuncia que él debió solicitar muchos antes de cruzar la cordillera de los Andes. Hoy, es tarde aunque las víctimas son generosas y pese a todo, le perdonan.