EL VIDEO
Discurso de Gabriel Boric
Por Alfredo BEHRENS, para SudAméricaHoy
Hace pocos días la hinchada del cuadro de fútbol de Porto celebró haber arrebatado el campeonato portugués al Benfica. Hubo cohetes, caravanas de coches bocinando y más. Ahora, su tradicional adversario, el derrotado Benfica, se trae a Portugal a Jesús, no al mesías sino al entrenador portugués del Flamengo, ganador del campeonato del otro lado del océano.
Mientras, en Bolivia, ningún alumno perderá el año. Cada uno celebra lo que puede. No es para menos en un año escaso de buenas noticias. Solo íbamos por la mitad del éste cuando un prestigioso semanario inglés flemáticamente avisa que la cosa empeorará. La cosa, por si el distinguido lector acabara de llegar de Marte, es la pandemia que nos visita desde enero. Quienes estábamos del lado oriental del océano la vimos llegar como agachada. Cosa de chinos, nos dijimos en enero, hasta que en febrero mordió a Italia y luego después a España. A esa altura, todos corrían atrás de máscaras, túnicas, guantes y respiradores. Después de décadas de recortes presupuestales de la salud pública no había para nadie. Solo quedaban sanitarios desnudos para enfrentar el virus. Las gentes salían a aplaudirlos a los balcones. Tal vez, muchos arrepentidos de haberles recortado sus remuneraciones durante años. Pero el reconocimiento, aunque tardío, era sincero.
Menos honesta fue la disputa por equipos de salud. Hubo manotazos por todas partes, cargas enteras de equipos médicos en curso fueron desviadas para clientes más poderosos. Inclusive se las robaron a los vecinos. Otros vendían equipos falsificados. Fue cada uno por sí.
Pero como bien dijo el semanario inglés, la cosa no terminó. Ahora viene la disputa por las vacunas. Parece que con suerte se llegará algo, pero no habrá para todos. ¿Quiénes se llevarán las vacunas primero? Me huele a que será como si estuviéramos todos en un mismo avión perdiendo presión en la cabina y las máscaras de oxígeno cayesen solo en la primera clase, mientras la tripulación cierra la puerta al resto de los pasajeros.
Tal vez el Benfica tenga razón, deberíamos llamar a Jesús, al verdadero, porque aparecerán hasta vendedores de milagros inyectables. Los habrá. Por ejemplo, el Serum Institute de la India acaba de invertir 500 millones de dólares en la producción de la vacuna en desarrollo de la Universidad de Oxford. Si al completar las pruebas de la vacuna se comprobara que esta no funciona al 100%, ¿adivina a quienes se la inyectarán? Por un precio módico, claro está, porque los 500 millones hay que recuperarlos de alguna forma.