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Discurso de Gabriel Boric
Por Alfredo BEHRENS, para SudAméricaHoy
No hay vuelta que darle. El grueso del comercio internacional, durante la mayor parte de los últimos tres siglos, se dio en el Atlántico Norte. Quien estuviera cerca de ese eje tenía más oportunidades de que “se le pegara un dólar en la mano”, como una vez le escuché a un taxista en Panamá. Si no era un dólar sería una libra, pero no había que hacer mucho esfuerzo para que se le pegara una u otra moneda, si uno estaba cerca.
Argentina nunca estuvo muy cerca del Atlántico Norte. En una época Argentina se benefició en algo porque en el posible competidor en latitudes semejantes, África del Sur, los boer estaban en guerra con los británicos desde 1880. Pero la verdad, es que desde la apertura del Canal de Suez (1869) el Atlántico Sur quedaba cada vez más lejos del principal eje de comercio. Cada vez sería más difícil que a alguien se le pegase un dólar estando tan lejos. Más lejos aún cuando los americanos abrieron el Canal de Panamá en 1914, firmando el fin de la atractividad del Canal de Magallanes.
O sea, el auge argentino, aquel que dio lugar a la Belle Époque argentina, financiada con capitales británicos, era un accidente político-geográfico facilitado por la invención del navío frigorífico, que viabilizó la exportación de carnes. Ese fue el vuelco que transformó a los argentinos, uruguayos, paraguayos y gaúchos brasileños en lo que un presidente brasileño denominó “gigolos de vacas”, o sea en gente que vive de otros. Como aquel chofer de taxi panameño. El tipo era un genio. Cuando le pregunté qué cuanto hacía por día me dijo que$10. ¿Y en un día bueno? $10 también. ¿Y en un día malo? $10. ¡Y agregó, es que cuando se me pegan $10 me vuelvo para casa!
Y así vamos, en la medida que el sur de América más se aleja de los ejes comerciales, más horas tendrán que trabajar los que trabajan. Pero hay un montón de gente, de esos que pululan en los tres poderes, que descubrió cómo hacer para que se le peguen los dólares sin mucho trabajo. Pero los dólares van mermando y las reyertas palaciegas serán más frecuentes.