EL VIDEO
Discurso de Gabriel Boric
Por Alfredo BEHRENS, para SudAméricaHoy
Hace pocos días, en un seminario sobre Violencia, auspiciado por la Universidad Fernando Pessoa, Portugal, tuve el gusto de escuchar a la profesora Beatriz Romero, de la Universidad de La Rioja, España. La profesora Romero discursó sobre el crimen organizado y enfatizó la tendencia de estos a organizarse a través de redes de parentesco.
Pues bien, yo argumento que, para el crimen o no, la familia es nuestra forma preferida de organizarnos para trabajar. No solo entre latinos; las familias Ford y Porsche son algunas de las que triunfaron en el sector del automóvil, en el mundo de la religión protestante. Pero, en general los latinos tenemos más dificultad que los protestantes en transponer los límites de la familia al crecer nuestras empresas. Confiamos tanto en nuestras familias que, para expandir las empresas, reclutamos entre los casi familia.
Se dice que esa forma de organizarse seria menos eficaz porque, próxima del nepotismo, limitaría la incorporación de talentos y llevaría a que en nuestras empresas los grupos pensasen todos igual, limitando como en la Mafia, la disensión y la innovación.
Algo de eso es verdad, pero cuando hay interés en innovar, el obstáculo no es la familia. Vea sino el caso de los exploradores españoles de los siglos 15 y 16. No eran tan buenos navegantes, por eso incorporaron extranjeros a sus emprendimientos, por ejemplo, al genovés Cristóbal Colón. Pero, como la familia es fuente de confianza y lealtad, los Reyes Católicos le pusieron de cola a Colón a los hermanos Pinzón. Ni cortos ni perezosos, al portugués Fernão de Magalhães los españoles le pusieron de cola a Sebastián El Cano, que fue quien completó la primera circunnavegación del planeta.
O sea, no solo la organización de producción familiar va más allá del crimen organizado, sino que, además, a esa forma de organización puede atribuírsele la gran razón de su eficacia, innovación y longevidad. Inclusive, en una y otra latitud, la empresa familiar puede ser fuente de gran riqueza y satisfacción, aunque las escuelas de negocios se obstinen en ignorarlo.