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Discurso de Gabriel Boric
Caracas. Inés GUZMÁN/Efe/ SudAmericaHoy
Comprar un automóvil es una tarea poco menos que imposible en Venezuela, un país donde un vehículo usado es más caro que uno nuevo. La producción cae entre acusaciones de falta de acceso a divisas y el Gobierno trata de resolver el problema con una ley polémica ya antes de nacer.
Los motivos pueden encontrarse, según operadores de la industria, en la baja oferta y en la alta demanda, que han hecho que para miles de venezolanos el sueño de comprar un vehículo se convierta en una pesadilla que incluye un peregrinar por concesionarios, meses de espera y hasta encuentros con la «mafia».
La alta demanda se explica en parte por la fuerte inflación, que el año pasado llegó al 20,1 por ciento y en lo que va de 2013 acumula el 19,4 por ciento, lo que provoca la insólita situación de que la compra de un automóvil sea una inversión y un refugio para preservar los ahorros. Sin embargo, en un país donde es posible llenar el tanque de gasolina con menos de un dólar, las vitrinas de los concesionarios están vacías, en medio de una escasez crónica de divisas producto de un rígido control de cambios al que los empresarios acusan de la escasez del país.
Ante esta situación, venezolanos como Gabriela Argüello deben someterse a largas esperas para poder conseguir un vehículo.
«En enero fui a un concesionario y cuando me fui a inscribir había doscientas personas adelante. El tema es que no hay carros. Pensé en comprar uno usado pero sale más caro que uno nuevo», dijo Argüello.
Otros, directamente, optan por pagar una «comisión» al dueño del concesionario para poder conseguir el carro en tiempo récord.Un transportista de 33 años, que pidió no dar su nombre, aceptó recientemente esta modalidad, pese a ser ilegal. «Uno va a una agencia y te ponen en una lista de hasta dos años porque no hay carros. Pero después te dicen que si aceptas pagar una comisión te lo pueden dar en diez o quince días», indicó a Efe el transportista, al señalar: «es como una mafia, te dicen ‘me das tanto y yo te doy el carro'».
El Gobierno culpa de la situación a la «especulación» de los concesionarios y está dispuesto a perseguir a los dueños de las ensambladoras e importadoras de vehículos con una ley que espera su aprobación en el Parlamento y que prevé fijar, además, los precios para los automóviles. El presidente venezolano, Nicolás Maduro, se refirió al tema en plena campaña para las pasadas elecciones presidenciales, cuando prometió acabar con lo que llamó las «mafias de vehículos». «¿Cómo puede ser que si tenemos un Estado revolucionario, a nuestro pueblo lo estén robando con la especulación de los vehículos?», se preguntó.
Para la industria, se trata de un asunto que simplemente refleja el juego entre la oferta y la demanda. «La demanda supera la oferta y cuando hay mayor demanda que oferta, indudablemente el precio tiende a subir. La demanda anual de vehículos está estimada en más de medio millón y se están ofreciendo apenas entre 80.000 y 100.000», dijo el vicepresidente de la Cámara Nacional de Comercio de Autopartes, José Cirinella.
Cirinella sostuvo que las ensambladoras locales tienen como meta producir este año 120.000 vehículos, pero que no cree que el objetivo «se vaya a cumplir por los problemas para acceder a las divisas», en un país donde el Estado monopoliza el acceso a la moneda extranjera desde 2003. De acuerdo con cifras de la Cámara Automotriz de Venezuela (Cavenez), en los primeros cinco meses del año se produjeron en Venezuela 31.153 vehículos, un 34,3 por ciento menos que en el mismo período del ejercicio anterior.
Cirinella alertó de que el proyecto impulsado en el Parlamento por la mayoría chavista para controlar los precios de los autos podría dar lugar a un «mercado negro».
Para el presidente ejecutivo de Cavenez, Enrique González, la solución pasa «fundamentalmente» por aumentar la oferta y el ensamblaje. «Tenemos una capacidad productiva de 254.000 vehículos al año. Es posible en el corto y mediano plazo poder expandir la producción a niveles de años cercanos», dijo González, recordando que en 2006 Venezuela llegó incluso a exportar 22.000 autos.
Esta combinación de una fuerte demanda con una baja oferta impulsa además los precios de los autos. Un Chevrolet Aveo del año 2008 se ofrece en Venezuela a 225.000 bolívares (35.700 dólares al tipo de cambio oficial, pero 7.500 dólares al precio del dólar paralelo ilegal), mientras que en otros países de la región como Chile es posible conseguir el mismo modelo por unos 8.700 dólares.
El Gobierno creó este mes una página de internet donde los venezolanos pueden registrarse «para la adquisición de vehículos a precios justos eliminando intermediarios». En el primer día de funcionamiento de la página, más de 19.000 personas se registraron y el sitio terminó por bloquearse.