EL VIDEO
Discurso de Gabriel Boric
Santiago de Chile. Por Libio PÉREZ, para SudAmericaHoy (SAH)
Más de tres millones de chilenos concurrieron el domingo a las urnas para escoger a la ex presidenta Michelle Bachelet como candidata presidencial de la debutante opositora “Nueva Mayoría”, y al ex ministro y ex senador de la ultraconservadora Unión Demócrata Independiente (UDI) Pablo Longueira, como el abanderado de la Coalición por el Cambio, que actualmente gobierna con Sebastián Piñera.
La masiva concurrencia voluntaria a las primeras primarias legales que se realizan en Chile fue la principal sorpresa de la jornada, que confirmó todas las encuestas que dan a Bachelet como la mejor instalada en el punto de partida de las elecciones de noviembre. Pese a la fuerte campaña del gobierno y la derecha por amagar la candidatura de Bachelet, la ex mandataria obtuvo más 1 millón 500 sufragios, que dentro de su pacto significó el 73 por ciento. Es más, consiguió casi triplicar la votación de los dos candidatos de derecha. Ella mismo lo dijo al celebrar su triunfo: uno de cada cuatro votantes marcó su preferencia por la oposición.
Al interior del pacto de oposición, Bachelet dejó en el camino al socialdemócrata José Antonio Gómez (que obtuvo el 5 por ciento), al democristiano Claudio Orrego (con un 8,6 por ciento) y al independiente liberal Andrés Velasco, quien sorprendió al ubicarse en segundo lugar al obtener un 13 por ciento. Nada que pudiera con el arrasador 73 por ciento que alcanzó la ex presidenta de entre los más 2 millones 137 sufragios que alcanzó la oposición.
En el pacto oficialista, en tanto, la competencia fue más dura, por momentos voto a voto. Con menos de dos meses de campaña, Pablo Longueira obtuvo un poco más 414 mil sufragios; un 51,37 por ciento, una ventaja de poco más de 20 mil votos del ex ministro y ex senador de Renovación Nacional, Andrés Allamand.
La carrera de Longueira fue rápida y apuntalada fuertemente por su partido, la UDI, el más grande de la derecha y con la mayor cantidad de parlamentarios y alcaldes. En solo seis semanas de campaña, Longueira pudo revertir los malos pronósticos que tenía su antecesor, el famoso ex ministro Laurence Golborne que se elevó a categoría de celebridad con el rescate de los 33 mineros sepultados en octubre de 2010, pero que no pudo con una campaña política de la que fue desbancado por la UDI.
Bachelet y Longueira llegarán a la papeleta de voto en noviembre próximo, donde sus nombres su sumarán a otra media docena de probables candidatos: Marcel Claude por el Partido Humanista, Marco Enríquez-Ominami con su nuevo Partido Progresista, Alfredo Sfeir del Partido Ecologista, Franco Parisi, independiente de derecha y Roxana Miranda del izquierdista Partido Igualdad.
Impacto en la calle
Todas las proyecciones indican que Bachelet podría ganar las elecciones de noviembre, por lo que las miradas se han volcado a sus compromisos programáticos. Desde que regresó a Chile desde Nueva York –donde estuvo casi cuatro años trabajando en la ONU-, Bachelet dijo que su programa sería elaborado “escuchando a la ciudadanía”. Hasta la misma semana de las primarias, el movimiento estudiantil, apoyado por trabajadores de distintos sectores, ha mantenido sus movilizaciones que comenzaron en el 2011, que reclaman por un proyecto de educación pública gratuita y de calidad.
Cuatro días antes de las elecciones del domingo, más de 100 mil personas salieron a las calles para reiterar sus demandas, que además incluye el fin de la Constitución heredada de la dictadura del general Augusto Pinochet, así como una serie de reformas profundas al modelo económico, que también viene de tiempos dictatoriales y que la Concertación y la derecha han administrado con cierta eficacia.
La fuerza de la movilización social ha sido tal que los candidatos, de una u otra forma, han absorbido las demandas que se han colocado en la agenda pública a punta de sacarlas a la calle. La noche del domingo Bachelet puso su acento en tres reformas que hoy parecen brillar en su programa de gobierno, pero que hace un par de años eran desechadas por “irrealizables” por los partidos y parlamentarios que la apoyan. “Vamos a llevar adelante el proyecto que garantice una educación gratuita y de calidad, es decir se consagre como un derecho social y no como un bien de consumo; haremos una reforma tributaria para financiar la educación y otras políticas públicas; y promoveremos un cambio de la Constitución, para que tenga un sello democrático”, dijo Bachelet al celebrar su triunfo en las primarias e iniciar ahora una carrera de cinco meses más para la competencia final.