Por Pablo BIFFI, para SudAmericaHoy (SAH) Las elecciones primarias en Chile, realizadas el domingo pasado, dejaron una certeza y, también, una sorpresa. La certeza fue la
confirmación de Michelle Bachelet como clara vencedora dentro del pacto opositor Nueva Mayoría. La ex presidenta recibió tres de cada cuatro votos de quienes el próximo 17 de noviembre piensan sufragar por la oposición, muy por delante de los resultados obtenidos por su ex ministro de Hacienda, el independiente Andrés Velasco; del democristiano Claudio Orrego y del radical José Antonio Gómez.
La sorpresa, en tanto, quedó de lado de la oficialista Alianza, en donde la pelea se definió por apenas un puñado de votos a favor del
ex ministro de Economía Pablo Longueira, de la Unión Demócrata Independiente -el ala más conservadora y “pinochetista” de la coalición gobernante- que
se impuso al ex titular de Defensa, Andrés Allamand, de Renovación Nacional, el partido del presidente Sebastián Piñera.
El triunfo de la centroizquierdista Bachelet y el derechista Longueira abre la posibilidad de una fuerte polarización que termine con la paridad histórica que han mantenido desde 1990 a la fecha los partidos de la centroizquierda con los de la centroderecha. De todos modos, a estos dos candidatos se sumarán para las presidenciales de noviembre otros postulantes que no participaron de las primarias del domingo: Marco Enríquez-Ominami, del Partido Progresista; Franco Parisi, de El Poder de la Gente; Tomás Jocelyn Holt, liberal independiente; Alfredo Sfeir, del Partido Ecologista Verde, y Marcel Claude, humanista. Ninguno de ellos, claro está, parece poner en riesgo la pelea qye protagonizarán la ex presidenta y Longueira.
Bachelet y Longueira representan dos modelos distintos de país. La ex presidenta entre 2006 y 2010 no dudó en centrar su discurso en cambiar la Constitución heredada de la dictadura, establecer la educación gratuita y elevar los impuestos a las empresas, para recaudar unos 8.200 millones de dólares más en tributos. Sin embargo, esos cambios -salvo el impositivo- requieren de elevadas mayorías parlamentarias, debido a que la Constitución establece quórums especiales para reformas políticas o educacionales, por ejemplo. Por eso, Bachelet deberá redoblar los esfuerzos para lograr las mayorías necesarias en noviembre, donde además de presidente se elije a todos los miembros de la Cámara Baja y a la mitad del Senado.
Luego de dejar en 2010 el poder con un respaldo de casi el 70% y estar impedida por ley de aspirar a la reelección consecutiva, el nombre de Bachelet surgió de inmediato como la próxima candidata presidencial de la oposición. Y aunque permaneció fuera de Chile por casi tres años, su figura nunca estuvo ausente de la política chilena. Pero ese “exceso de popularidad” le no garantiza que pueda llevar adelante sus reformas
En el oficialismo, donde el gobierno de Sebastián Piñera tiene un 30 por ciento de apoyo popular, los electores se inclinaron por Longueira, un férreo defensor del modelo político y económico heredado de la dictadura (1973-1990). Detractor del divorcio, el matrimonio homosexual, el aborto terapéutico y el uso de anticonceptivos, Longueira es un Ingeniero civil de 54 años, casado y padre de siete hijos, que se inició en la política en 1981 como presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile designado por Pinochet.
Considerado uno de los “coroneles” de la UDI, la agrupación que dio sustento ideológico a la dictadura militar y que tras la recuperación de la democracia se convirtió en el partido más votado, con una presencia importante en sectores populares, Longueira ha sido en democracia un hombre amante del diálogo y de la búsqueda de acuerdos. Luego de 30 años bajo un modelo neoliberal de desarrollo, que ni la Concertación con Patricio Aylwin, Eduardo Frei, Ricardo Lagos y la misma Bachelet se animó a modificar, y con un sistema electoral que impide la representación proporcional, Chile enfrentó centenares de protestas sociales y estudiantiles desde 2011.
Pese al crecimiento económico de las últimas décadas, el descontento social puso en el primer lugar del debate político la necesidad de reformar el sistema político y económico, el que permitió una enorme concentración de la riqueza. De hecho, el uno por ciento más rico del país acapara un tercio de los ingresos y mantiene fondos por 105.000 millones de dólares en paraísos fiscales.
Para el analista Marcelo Mella, de la Universidad de Santiago, “Longueira es el mejor representante del statu quo para la derecha y quien garantiza ponerle un cerrojo a las reformas que la sociedad está demandando, lo que podría ser un factor de mayor polarización de cara a las próximas elecciones”.
La carrera presidencia será, en ese marco, un duelo entre quienes pretenden cambiar las bases del llamado “modelo chileno” y los que no desean modificarlo, luego de 23 años de democracia.