martes, 15 de octubre de 2013
Sin Chávez, la integración latinoamericana pierde fuerza
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Graffiti que aboga por la hermandad en Latinoamércia

Bogotá. Ana MENGOTTI/ Efe

La integración regional latinoamericana no es lo mismo sin Hugo Chávez: el ímpetu que logró en los últimos años parece haberse frenado y los países de la Alianza Bolivariana ya lo atribuyen a una conspiración del norte o un resurgir de la derecha. El primero en señalar la pérdida de «impulso del espíritu integrador» fue a comienzos de este mes el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, quien lo vinculó con la existencia de una «gran contraofensiva conservadora» en América Latina.

En su análisis de la situación, Correa mencionó que la Alianza del Pacífico, el más joven de los organismos regionales, creado hace menos de un año y formado por Colombia, Chile, México y Perú, a los que pronto se sumará Costa Rica, concibe la integración no como un medio para «crear una gran sociedad de ciudadanos», sino para «crear un gran mercado», en definitiva, para «crear consumidores».

Más directo, el presidente de Bolivia, Evo Morales, cuyo país pertenece a la Alianza Bolivariana (Alba), al igual que Ecuador, Cuba, Nicaragua y Venezuela, dijo que los miembros del grupo del Pacífico forman parte de una conspiración gestada «desde el norte» para dividir a la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).

Lo cierto es que la Unasur, constituida oficialmente en 2008, no es lo mismo que en sus primeros años, cuando sus miembros, sin importar las diferencias ideológicas y de política internacional existentes entre ellos, tomaban decisiones por unanimidad, como la de aislar a Honduras por el derrocamiento del presidente Manuel Zelaya en 2009.

Hasta el Gobierno colombiano, entonces dirigido por Álvaro Uribe, enfrentado al venezolano Hugo Chávez, el gran impulsor de estos organismos regionales, quien falleció en marzo pasado, dio su voto a las medidas contra Honduras. Por el contrario, ahora los doce países de la Unasur no logran ponerse de acuerdo para elegir al secretario general del organismo, cargo vacante desde que a finales de agosto pasado, en la Cumbre de Paramaribo, concluyó el mandato del venezolano Alí Rodríguez.

En la Cumbre de Paramaribo, donde Surinam asumió la presidencia de la Unasur, no hubo consenso ni tampoco en una reunión de cancilleres de los países miembros celebrada durante la Asamblea General de la ONU, a mediados de septiembre, en la que tampoco se logró aprobar una declaración de apoyo al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, quien acusó a EE.UU. de poner obstáculos para su viaje a Nueva York.

En su viaje de regreso a Bolivia desde Nueva York, Morales hizo una escala en Caracas y allí trató con Maduro de la elección del secretario general de la Unasur. Ambos convinieron en «la necesidad de elegir rápidamente al secretario general de Unasur» para dar a ese bloque regional «el peso y la relevancia que requiere, hoy día más que nunca frente a las tentaciones imperiales de intervenir donde se le antoja».

La Unasur y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) le deben mucho a Chávez, que no solo fue impulsor de la primera y el creador de la segunda, sino que se preocupó de que no perdieran fuelle en su afán de crear la «patria grande» latinoamericana y de reducir la influencia de EE.UU. en la región.

El actual presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, no tiene el mismo peso e influencia en la región que Chávez, pero además la economía del país no es la misma y no puede gastar como lo hacía su antecesor para apuntalar sus proyectos regionales.
Por ejemplo, Nicaragua recibió en el primer semestre de este año 314,3 millones de dólares por parte de Venezuela, contando préstamos e inversión directa, un 4,3 % menos que en igual periodo de 2012.

El mayor descenso se dio en la inversión directa, que pasó de 47 millones a 28,2 millones de dólares, un 40 % menos. Aunque el presidente chileno, Sebastián Piñera, dijo en Nueva York el mes pasado que la Alianza del Pacífico no debe entenderse como «una guerra dentro de Latinoamérica», parece que así lo entienden algunos, a tenor de las declaraciones de Morales y las de Correa.

Piñera aseguró que este grupo «no está contra nadie» y que respeta las «diferentes maneras de acercarse al mundo» que hay en Latinoamérica.
En el mismo sentido ha hablado Humala, quien recientemente manifestó: en la Unasur «lo que nos une es nuestra diversidad, hay que saberla respetar».

«El reto es buscar un mecanismo para poder interactuar juntos», afirmó. Para el expresidente de Brasil Luiz Inácio «Lula» da Silva, la integración regional en América Latina, aunque ha experimentado un avance notorio en los últimos diez años, «puede y debe» profundizarse y abarcar más, según señaló en una entrevista publicada por el diario argentino «Página 12».