viernes, 18 de octubre de 2013
Iberoamérica: Más que Cumbre, una meseta

sudamericahoy-columnistas-stella-montoro-bioPor Stella MONTORO, para SudAmericaHoy (SAH)

Por primera vez  en su historia el rey de España no estará. La Cumbre Iberoamericana, sólo por eso, tendrá otro clima. Pero esta XXIII edición ofrece, además, otros rasgos particulares: Ausencia en cascada de jefes de Estado y la despedida de su secretario general, el uruguayo Enrique Iglesias.

Juan Carlos de Borbón y once presidentes, de los 21 convocados, confirmaron que faltarán a la cita que inventó, en tiempos de Felipe González, España. El desplante es grande y supera al de Paraguay que hasta ahora ostentaba el récord de abandonos con once.

Cristina Fernández de Kirchner está convaleciente de una intervención quirúrgica en la cabeza y, pese al optimismo del Gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, al anunciar que en unos días estará de regreso, lo cierto es que los médicos le han recomendado reposo, mantenerse alejada de los focos y, naturalmente, no poner un pie en un avión.

Diferente son los casos de la brasileña Dilma Rousseff, el chileno Sebastián Piñera, el ecuatoriano Rafael Correa, el cubano Raúl Castro, el venezolano Nicolás Maduro, el boliviano Evo Morales, el guatemalteco Otto Pérez Molina, el nicaragüense Daniel Ortega, el peruano Ollanta Humala o el uruguayo José Mujica, aunque éste tampoco goza de buena salud por las secuelas de su confinamiento en condiciones extremas durante sus tiempos de guerrillero.

“Los que no vinieron tendrán sus motivos, sus razones”, declaró diplomático Ricardo Martinelli, el presidente de Panamá y anfitrión de la Cumbre que arranca con el lema, “La Comunidad Iberoamericana en el nuevo contexto mundial” .

El abultado número de ausencias no responde cuestiones ideológicas aunque los «compañeros bolivarianos» sientan alergia por la Panamá de Martinelli. Las razones de la estampida, antes de llegar a la cita, podría atribuirse más al desprecio que a motivos de otro tipo. Pero el desinterés de tantos Presidentes y jefes de Estado en una convocatoria en la que se despide a Enrique Iglesias no es un buen gesto para alguien que prestó sus servicios con entrega y dedicación.

Una de sus misiones era procurar la asistencia de los mandatarios. El escaso éxito de ésta -recordar Asunción y su propia despedida-, no se puede adjudicar a la falta de esfuerzos. Ejemplar en los modos y hábil equilibrista, Iglesias no se merecía una retirada con el sabor amargo que le dejará la ausencia de casi una decena de países de un continente que, por cierto, es el suyo.