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Discurso de Gabriel Boric
Por Alex FERGUSSON, para SudAméricaHoy
El año que apenas comienza, y por cierto quizás lo que queda del quinquenio, está marcado por situaciones en diversos ámbitos, cada una más preocupante que las otras.
En primer lugar, están las que se refieren a la pandemia de Covid-19 misma, entre las cuales se encuentran: la aparición de variantes resistentes que han provocado nuevos picos de contagios y amenazan con prolongar la pandemia; la existencia de cuellos de botella en la cadena de suministros para la fabricación de vacunas y para su distribución equitativa en la población, especialmente en los países pobres o mal administrados, y la lentitud y las oposiciones a la aplicación de vacunas.
En el ámbito de la economía mundial, nos encontraremos con problemas relacionados con la escasez de mano de obra; dificultades en el transporte de mercancías y crisis en el transporte aéreo; inflación y variación en las fuentes de capital por subida de las tasas de interés y la fuga de capitales y, finalmente la crisis económica en China.
Por su parte, las tensiones geopolíticas continuarán evolucionando hacia situaciones que no podemos predecir. Entre ellas destacan la crisis entre Rusia y Ucrania la cual involucra a los Estados Unidos de Norteamérica y a la Comunidad Europea, pero ahora también a Cuba y Venezuela. Además está la crisis entre USA y China, la cual, aunque aún se desarrolla en el ámbito económico, podría escalar por las tensiones con Hong Kong y Taiwan; luego tenemos la crisis entre Irán e Israel que también involucra a los Estados Unidos, pero no nos olvidemos de los problemas con Corea del Norte y Afganistan. Finalmente, seguiremos asistiendo al auge de los gobiernos autoritarios, principalmente en América Latina y Asia.
Respecto a Venezuela, no escaparemos de los coletazos de las situaciones antes descritas, pues afectan a algunos de los aliados más importantes con los que cuenta el gobierno para mantenerse en el poder. Pero la crisis económica y política podría sufrir cambios dramáticos. En lo económico, comienzan a aparecer los signos que alertan sobre la posible implosión de la “burbuja de bienestar” que creó el gobierno con el cúmulo de beneficios y privilegios políticos, aduaneros y fiscales que han conducido a la dolarización del comercio. Esto afectará principalmente a los prestadores de servicios de todo tipo y a la gente común que se han beneficiado de los pagos en dólares y aprovechado la bonanza artificial.
En el ámbito político, la situación se presenta confusa e impredecible pero esperanzadora. Por una parte, luce como muy positivo para el proceso de transición a la democracia la decisión de darle continuidad a la AN 2015 y la ratificación del liderazgo del Sr. Guaidó, pues eso permite aclarar y decantar la crisis del liderazgo opositor. En cuanto al gobierno, la percepción es que se profundizará su debilidad, pues cada vez más gente comprende con más claridad que, si fuera verdad que la gigantesca crisis que padecemos es el producto de una “guerra económica” promovida por “el imperio”, entonces quiere decir que el imperio ganó.
Habría que agregar las implicaciones de la creciente conflictividad en la frontera con Colombia y en la zona del Arco minero en Bolívar, lo cual ha puesto de manifiesto las dificultades del gobierno para enfrentar a la guerrilla colombiana y a las megabandas instaladas en el país.
Además, está el impacto que tuvo el claro triunfo del candidato opositor en las elecciones para gobernador en el Estado de Barinas, el cual constituye un golpe político demoledor en un ícono territorial del gobierno y el chavismo, logrado a pesar de los abusos de poder, el autoritarismo, la ausencia de seguridad jurídica y la corrupción desplegados, como se hizo notar en el sabotaje oficial a la convocatoria del referéndum Revocatorio presidencial.
Finalmente, y ahora en el ámbito socio-personal en el año que iniciamos, tendremos que lidiar con las transformaciones que vienen ocurriendo en la vida misma y en el ámbito del trabajo, y que se proyectará, posiblemente a los años siguientes.
Estos cambios, han dado lugar a un nuevo marco en el desempeño para el cual no todos estamos preparados. Como consecuencia, cada vez estaremos preocupados por nuestro futuro, no solo en el campo laboral sino también y especialmente en el ámbito de nuestra vida personal.
Así que, la pregunta acerca de: ¿Qué puedo hacer para lograr en el futuro cercano un desempeño exitoso en mi vida y en mi trabajo? se hará más frecuente, pues el éxito dependerá de la capacidad que tengamos para conocer nuestras debilidades y fortalezas, así como las aptitudes psico-emocionales con que contemos, especialmente aquellas que nos permiten manejar adecuadamente los conflictos y las dificultades cotidianas, pues ellas están adquiriendo una particular relevancia en términos de calidad del desempeño y de nivel de bienestar.
Tendremos que aprender a enfrentar situaciones complejas y de cambios frecuentes que suelen generar conflictos; a lidiar con crecientes condiciones de incertidumbre respecto al presente y el futuro inmediato, o con un bajo nivel de seguridad alimentaria, personal y jurídica; y a desarrollar exitosamente nuestra vida en un entorno psico-social que promueve el estrés, la ansiedad y la depresión.
Para los venezolanos, especialmente, asumir estos retos tropieza con las dificultades de un país en el cual el gobierno ha mostrado su incapacidad para gerenciar adecuadamente el presente, así como su incompetencia genética para gestionar el futuro.