domingo, 7 de junio de 2015
Lo engañaron como a un “puto chino”

froilanJuan RestrepoPor Juan RESTREPO, para SudAméricaHoy

Hace algunos días, un sobrino del Rey Felipe VI, Froilán de Todos los Santos se llama el muchacho, protagonizó un bochornoso incidente al querer saltarse la cola de quienes esperaban entrar a un parque de atracciones. Al ser reprochada su actitud por un chico de rasgos orientales le espetó: “Tú cállate, puto chino”. Ahí quedó retratado de cuerpo entero él y una parte más amplia de lo que se piensa de la sociedad española, que no ha asumido que España es hoy un país multirracial y multicultural.

Cuando llegué por primera vez a España, apenas adolescente, me sorprendieron muchas cosas. Una de ellas fueron unas huchas –o alcancías como se dice en Andalucía y en Latinoamérica— puestas en el extremo de la barra de algunos bares de Pamplona y que consistían en unas cabezas de negros, de chinos y de indios con una ranura encima. Las monedas recaudadas, según explicaron ante mi perplejidad algunos parroquianos, estaban destinadas a cristianizar infieles.

Alcancias

Alcancias

Afortunadamente para mí, que llegué a España desde la entonces exótica Sudamérica, un viejo y experimentado periodista llamado Francisco Ruiz de Elvira a quien siempre estaré agradecido, no tuvo remilgos puristas cuando me llamó a trabajar a Televisión Española después de haber sido mi jefe en la Agencia EFE.

En TVE permanecí no sin cierta perplejidad de algún compañero, todo hay que decirlo, durante 35 años, buena parte de ellos con largas ausencias de España que me permitieron durante las visitas anuales “ad limina”, comprobar la evolución de la población en España.hucha negro

En las calles de sus pueblos y ciudades iban apareciendo poco a poco cada vez más putos chinos, putos latinoamericanos, putos negros y putos moros, como diría el sobrino del Rey Felipe, que han transformado para bien y para mal los usos y costumbres de la sociedad española. Ésta es hoy más plural, más cosmopolita, menos paleta y también menos generosa de aquella en que viví por primera vez a mediados de la década de los años 1960.

También en aquellos años me llamó la atención una expresión muy extendida que hoy, en aras de la corrección política, ha desaparecido casi del lenguaje popular español: “lo engañaron como a un chino”. Aquello también me parecía incomprensible. Yo, que tengo “fiebre amarilla” desde que en la infancia tuve como uno de mis primeros héroes al detective chino-cubano Chan Lipo, no podía entender aquella expresión. ¡Qué difícil resulta engañar a un chino!, pensaba entonces y hoy lo pienso con más razón.

policia y chinos

Una estampa común en España

La cosa tuvo su origen a mediados del siglo XIX, cuando una vez abolida la esclavitud, España tuvo que recurrir a la mano de obra china “contratando” culís al sur de China para las plantaciones de caña de azúcar en Cuba. Los contratos, que aquellos trabajadores manuales no entendían, eran leoninos al punto de convertirlos en verdaderos esclavos, pues no llegan a España como les habían asegurado, sino a una colonia del Caribe en donde sus condiciones de vida eran peores incluso que las de los africanos y los contratos eran revendidos junto a los titulares de tales documentos.

El negocio salió mal a los españoles pues aquellos chinos, que castellanizaron su nombre y tuvieron que casarse con mulatas pues a diferencia de los negros fueron llevados sin mujeres, se convirtieron en fieros peones de la independencia de la isla. Ese episodio, casi desconocido para los españoles de hoy en día, debería ser divulgado entre quienes en la península puedan seguir pensando que China es tierra de misiones.

Creo sinceramente que la administración pública no reflejará la realidad de la sociedad española mientras no veamos un juez negro en la Audiencia Nacional o un general de la Guardia Civil de origen chino, todo se andará. Entre tanto la Casa Real, que tantos puntos ha perdido últimamente entre los ciudadanos, haría bien en proceder a un aggiornamento enseñando a sus alevines por donde van los tiros en la sociedad.

Y mirando lo que pasa en otras casas reinantes. La inglesa no es precisamente ejemplo a seguir en materia de integración femenina ni de miembros de la Commonwealth pero para conocimiento de la Zarzuela les informo que fue un australiano, como secretario de la Reina Isabel II de 1986 a 1990, William Heseltime, quien imprimió un poco de humor a sus discursos y manejó magistralmente las siempre difíciles relaciones con la prensa británica.

En cuanto a Froilán, cuarto en la línea de sucesión, es de esperar que nunca llegue a reinar en España y que cuando puedan, alguien le explique que sus educadores lo engañaron como a un “puto chino”.froilan.jpj